El fútbol como herramienta educativa

"Un balón de fútbol tiene un gran poder", afirma DeAndre Harrison, sentado al sol mientras se toma un descanso de la frenética actividad del Festival Football for Hope. Harrison está aquí, en Johannesburgo, en calidad de líder juvenil del Equipo de Estados Unidos, uno de los 32 conjuntos procedentes de comunidades desfavorecidas de todo el mundo que participan en este festival futbolístico, cultural y educativo.
A sus 20 años, este joven estadounidense conoce mejor que nadie la capacidad del fútbol como herramienta educativa, dado que colabora con el proyecto Soccer in the Streets de Atlanta, su ciudad natal, desde que era un chaval. Soccer in the Streets, junto con la Fundación Starfinder y Urban Soccer Collaborative son las tres asociaciones que conforman la delegación norteamericana presente en el festival, celebrado en el barrio de Alexandra. Harrison nos habla de su vínculo con la entidad: "Me brindó la oportunidad de cambiar mi vida. Se instalaron en mi comunidad cuando yo tenía 11 años y empezaron un programa allí. Lo que hace Soccer in the Streets básicamente es utilizar el fútbol para enseñar aptitudes necesarias para la vida diaria. Enseñamos a la gente a ser adultos con posibilidades de conseguir trabajo".
El proyecto, que comenzó en 1989, incluye alrededor de 450 jóvenes, principalmente de las comunidades afroamericanas e hispanas de Atlanta. Para desarrollar sus aptitudes, Jill Robbins, su directora ejecutiva, nos explica que "Soccer in the Streets los forma para convertirse en árbitros, entrenadores o administradores. Incluso llegan a organizar competiciones". Harrison, monitor del Equipo de Estados Unidos, es un claro exponente de los buenos resultados del programa. El joven comenta en estos términos el trabajo de su organización: "Se llama la escuela de la vida, y la mayor parte del trabajo se realiza sobre el terreno".
"Celebremos el poder del fútbol", reza el lema del festival, y al conocer a las personas que trabajan en las organizaciones participantes, queda claro es una gran verdad. En 2005, el inglés Pete Fleming y su hermano Steve fundaron en Lesoto Kick4Life, una institución benéfica que se sirve del fútbol para formar e informar a los jóvenes sobre el VIH en un país que tiene la tercera tasa de prevalencia del virus más alta del mundo (23,2%).
La labor de Kick4Life, que en la actualidad cuenta con 300 voluntarios repartidos por todo el territorio nacional, incluye el aprendizaje interactivo sobre la prevención del VIH y los análisis de detección del virus. En total, han impartido su programa de educación a 25.000 jóvenes y otros 8.000 se han sometido a la prueba. "Para llevar a cabo los análisis, utilizamos el fútbol como gancho", explica Fleming. "Organizamos torneos de un día de duración y les mostramos el programa de aprendizaje interactivo basado en la importancia de someterse a la prueba. Hemos formado la selección nacional para que los jugadores puedan a su vez transmitir el programa a los jóvenes. Es una herramienta con un alcance enorme".
Sobre el aspecto educativo, Fleming añade: "Su objetivo también consiste en abordar el estigma que rodea a la enfermedad, y que los jóvenes puedan formarse aptitudes para adquirir cualidades personales que les permitan vivir de forma prudente". También ayuda tener a alguien famoso que te apoye. En 2008, Fabio Capello, el seleccionador de Inglaterra, proporcionó a Kick4Life una publicidad inestimable al asistir a una de las jornadas de análisis.
Avanzando en la resolución de conflictos
El poder del fútbol para unir a las personas propició la fundación de otra organización participante en el festival de Alexandra. Sport Against Racism Ireland (SARI) se estableció para dar una solución a los crecientes problemas de racismo e intolerancia que han brotado en Irlanda del Norte y en la República de Irlanda. Cada año, en el mes de septiembre, SARI organiza un festival de dos días de duración en el Parque Phoenix de Dublín.
Según su Presidente Ejecutivo, Perry Ogden, SARI persigue el objetivo de "Fomentar la integración a través del deporte". Como no podía ser de otra forma, su equipo en el Festival Football for Hope está compuesto por jugadores nacidos en Sudáfrica y Rumanía, además de líderes juveniles de Zimbabue. Ogden apunta: "Hasta hace poco, Irlanda era una sociedad monocultural, y tener tanta gente de distintos colores y orígenes es algo muy nuevo. Realmente queremos unir a las personas de procedencias distintas y crear oportunidades para que interactúen".
El trabajo del pequeño grupo de voluntarios de SARI incluye un programa educativo y, a partir de este año, un mini torneo para celebrar el Día Mundial del Refugiado, organizado conjuntamente con el ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados. "Uno de los equipos estaba formado por refugiados de Myanmar que se han establecido en el condado de Mayo [Irlanda]. El torneo se convertirá en una cita anual", concluye Ogden. Otra de las innumerables historias cargadas de esperanza que se pueden oír aquí, en Alexandra. Todas las delegaciones comparten mensajes parecidos de ilusión y voluntad, ya sean de África (13), Europa (6), América (8), Asia (2), Oceanía (2) u Oriente Medio, cuya representante, el Equipo de la Paz, está integrado por jugadores israelíes y palestinos. Como dice DeAndre Harrison, un balón de fútbol realmente tiene mucho poder.