La estrella con la que nadie contaba
Olvidemos a Forlán, a Mueller o a Iniesta. El astro indiscutible de la Copa Mundial de la FIFA que acaba de concluir no ha sido ninguna de estas entonadas figuras, sino un cefalópodo que vive a más de 8.000 kilómetros de distancia.
Después de todo, por muy impresionante que fuese el desempeño de Forlán y compañía, ningún jugador puede vanagloriarse de haber tenido una actuación totalmente impecable en Sudáfrica 2010. El pulpo Paul no sufrió ni un solo traspié (aunque tenga ocho tentáculos) durante un mes en el que ascendió al estrellato de forma meteórica, y que terminó con un tira y afloja por hacerse con sus servicios.
Para quien aún no sepa en qué consiste todo esto, Paul se hizo famoso al acertar sus ocho pronósticos en el torneo, desde la primera ronda hasta la final. El método utilizado por el habitante más famoso del centro Sea Life de Oberhausen para determinar qué equipo iba a ganar un partido consistía en comer el mejillón de una de las dos urnas que se le ofrecían, cada una con la bandera de los países que se enfrentaban. Y, a medida que iba acertando resultados, varios canales de noticias de toda Europa empezaron a transmitir en vivo sus predicciones, y la frase “Paul el pulpo” generaba un tráfico de Internet enorme, hasta situarse entre las diez más utilizadas del registro global de Twitter.
Pero su éxito no le granjeó en todos los casos simpatías. Después de acertar el resultado de los cuatro primeros encuentros de Alemania, Paul vaticinó la eliminación de Argentina a manos del cuadro de Joachim Loew, y el famoso chef argentino Nicolás Bedorrou decidió publicar en Facebook una receta de pulpo. Pero lo peor fue cuando los seguidores alemanes, hasta entonces rendidos a sus pies, se volvieron contra su mascota “adivina” por anunciar la derrota de semifinales ante España. En el Fan Fest de Berlín se cantaron canciones en su contra, y los periódicos se llenaron de titulares como “a la sartén con él”, además de peticiones para que lo trasladasen al recinto de los tiburones.
Sin embargo, al mismo tiempo que en Alemania se le tildaba de traidor, Paul se convertía en un héroe en España, sobre todo cuando, tras el acierto de semifinales, auguró la primera victoria de la Roja en una final de la Copa Mundial de la FIFA. El Presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, prometió incluso enviar un equipo de guardaespaldas para proteger al más insólito de los símbolos futbolísticos, y la Ministra de Medio Ambiente, Elena Espinosa, aseguró que las leyes de conservación de la fauna lo protegerían.
También empezaron a llegar ofertas de empresarios españoles. Se proyectó hacer un festival veraniego con el nombre del pulpo, y muchos de los hinchas que animaron a Iniesta y a las demás estrellas del conjunto ibérico camino del título llevaban camisetas y sombreros con la imagen de su nuevo héroe. Hasta hubo quien sugirió que el pulpo sustituyese al toro como símbolo nacional de España.
En otros lugares surgió un apasionado debate acerca de la nacionalidad de Paul cuando la prueba se acercaba a su fin. Su adiestrador alemán dejó entrever que no había sido incubado en un centro Sea Life inglés, como se había dicho en un principio, sino capturado en aguas italianas. “¡El pulpo se llama Paolo!”, reaccionó el periódico deportivo Tuttosport. Por su parte, Il Corriere della Sera afirmó que la noticia ofrecía una “pequeña satisfacción para Italia al final de un torneo que ha dado muy poca alegría a los Azzurri”.
La historia continuó después de que se bajase el telón de Sudáfrica 2010 y de que el centro Sea Life de Oberhausen anunciase que Paul iba a retirarse como un triunfador y “volver a su anterior trabajo, hacer reír a los niños”. El zoológico de Madrid realizó grandes esfuerzos para intentar fichar a su propio galáctico. Amparo Fernández, portavoz del zoo, manifestó el deseo de su parque por adquirir a Paul como homenaje a la victoria de la selección española: “Ellos han traído el Mundial, nosotros vamos a traer a Paul. Es un símbolo del campeonato”.
Pero a pesar de ofrecer otros animales y el abono de una cantidad en concepto de “traspaso”, por no mencionar otra propuesta de una casa de apuestas rusa, parece que Paul se quedará en Alemania. “Ni nos planteamos vender o prestar a Paul”, anunció ayer la portavoz de Sea Life, Kerstin Kuehn. “Disfrutará de su bien merecida jubilación en Oberhausen”.