Para romper una muralla

En 1994, Sudáfrica dio carpetazo al apartheid y emprendió el camino de la democracia de la mano del emblemático líder del movimiento antirracial Nelson Mandela. Pero el cambio no implicó que el país, antaño dividido sistemáticamente según la raza de sus habitantes, adoptara de buenas a primeras la vía de la unidad nacional.
Durante los años del régimen, el deporte se convirtió en uno de los principales instrumentos de resistencia contra la segregación racial, y de hecho, se vetó la participación de Sudáfrica en las competiciones internacionales de varias disciplinas, como el críquet, el rugby o el fútbol. Estas sanciones sirvieron para poner de manifiesto la injusticia del sistema en vigor y para presionar al Partido Nacional para que terminara de una vez por todas con el apartheid.
Como primer presidente democrático de Sudáfrica, Mandela se puso a trabajar con el objetivo de unificar a un pueblo que había estado mucho tiempo dividido y guiar así a Sudáfrica por el camino del éxito. Para muchos, la tarea se antojaba imposible. Pero el Premio Nobel de la Paz buscó denodadamente la solución, no sólo dentro de su propio Gobierno, sino también sobre el terreno de juego. Quizás éste sea el motivo por el cual Sudáfrica ha organizado tantas competiciones deportivas desde entonces.
La primera de ellas fue la Copa del Mundo de Rugby de la IRB 1995, en el que la nación anfitriona se hizo con el triunfo final en el estadio Ellis Park de Johannesburgo.
Ali Bacher, uno de los máximos responsables de la Federación Sudafricana de Críquet, sabe de primera mano la importancia que ha revestido el deporte en la historia de su país. No en vano, fue capitán de la selección nacional de críquet que en 1970 se enfrentó a Australia, justo antes de que entrara en vigor el veto internacional. Bacher también luchó por la eliminación de las barreras raciales en el mundo del deporte y compartió un momento muy emotivo con Mandela sobre este tema del deporte y la unidad nacional.
Bacher nos habló sobre el ambiente en vísperas de la Copa del Mundo de Rugby. Meses antes del inicio del torneo, ciertos sectores pidieron que se retirara del escudo el springbok (la gacela saltarina emblema de Sudáfrica) debido a sus vínculos con los deportes del pasado, dominados por la minoría blanca. Mandela apoyó la causa afrikáner y de este modo aprovechó la situación para enviar un rotundo mensaje a este sector de la población, que en su mayoría temía las represalias después de tantos años de apartheid.
“Como ejemplo de la sabiduría y perspicacia de Mandela, en 1995, en mitad del Mundial de Rugby, realizó una aparición pública para animar a los jugadores en la que lucía el escudo con el springbok, que para muchos era el símbolo de los deportes practicados únicamente por los blancos durante la época del apartheid. Un equipo de televisión vino a preguntarme cuál era la respuesta del críquet sudafricano, y yo les dije que lo que queríamos era un emblema neutral, que satisficiera tanto a blancos como a negros. Poco tiempo después, Mandela me invitó a comer y me llevó al patio junto con otros dos miembros de mi directiva. Empezó a explicarnos que entendía lo importante que era para la población afrikáner el rugby y el emblema [del springbok]. Me dijo que se puso la camiseta de la selección de rugby con el escudo y salió al césped [el día de la final del mundial] porque quería agradecerles el apoyo que le habían brindado como primer presidente negro de Sudáfrica”, recordó Bacher.
Bacher se refirió al mítico momento en que Nelson Mandela saltó a la cancha con los colores de Sudáfrica y el dorsal del capitán de la selección, Francois Pienaar.
“En Sudáfrica, la mayoría de la población negra seguía el fútbol, mientras que la mayoría de los blancos se decantaba por el rugby. Mandela aglutinó a los negros para que apoyaran el rugby y así unió al país. El hombre que lo hizo posible fue nuestro emblemático líder Nelson Mandela”, continuó Bacher, quien también destacó la situación inversa que se ha vivido durante la Copa Mundial de la FIFA 2010.
“Ahora veo una gran diferencia. En los estadios, miles de blancos han lucido los colores de los Bafana Bafana y han animado a la selección nacional, mientras que antes habría sido únicamente la población de color. Veo familias blancas y negras que conversan sobre el equipo, que se hacen fotos juntas. Estos son gestos sin importancia para los extranjeros, pero desde la perspectiva sudafricana es algo trascendental. Hemos alcanzado un punto de verdadera unidad en el país”, añadió Bacher.
Otra figura del deporte que ha sido testigo de excepción del poder del deporte en la mentalidad sudafricana es el ex Bafana Bafana Mark Fish, integrante del combinado que conquistó la CAN 1996 en el mismo emplazamiento donde ahora se alza el estadio Soccer City.
En 1996, Sudáfrica albergó con éxito otra competición deportiva, la Copa Africana de Naciones. Pero la cita continental fue más que fútbol, dado que Nelson Mandela volvió a salir al terreno de juego enfundado en la camiseta del capitán de la selección para entregar la copa al conjunto vencedor.
“En 1996, representamos a una nación y ya vimos lo que se ha visto ahora [en 2010]. La población blanca acudió al entones estadio FNB para brindar su apoyo al fútbol y al país. Fue increíble. Antes, toda esa gente sólo conocía la selección de rugby, pero desde 1996, gracias a que Mandela es hincha del equipo, también saben quiénes somos nosotros”.
“Fue el punto culminante de mi carrera futbolística. No el hecho de ganar el trofeo, sino el ver a la gente unida en torno a los Bafana Bafana. Creo que por eso conquistamos el certamen. La manera en la que el país entero nos apoyó fue fenomenal”, explicó Fish, quien está convencido de que la Copa Mundial también ha tenido un efecto espectacular en el país anfitrión.
“Hemos visto a toda la nación detrás de los Bafana Bafana. La gente habla de fútbol. El reto para nosotros como nación, y como nación futbolística, reside en mantener el nivel que hemos alcanzado. Podemos basarnos en esta experiencia y llegar más lejos si seguimos trabajando juntos como país”, concluyó Fish.