ESCRIBE JORGE CROSA
Quizás y sin quizás, por sugerencia de uno de mis hijos, Guillermo, me sorprendió con una solicitud periodística, cosa que a él, naturalmente, le apasiona. Me dijo clarito: “¿ Porqué no escribís algo sobre el partido del martes frente a México, porque puede ser histórico para mi generación, papá?
Me dejó pensando y los periodistas, cuando piensan, escriben. Es una ley, acaso un mandato del corazón.
Claro tiene razón. Los jóvenes no vivieron aquel mundial en que Uruguay llegó cuarto de la mano del gran Juan Eduardo Hohberg. ¡Y cuartos nos pareció mal!, lo recuerdo como si fuera en éste momento. ¡Cuartos en el mundo y nos quejamos!
Es que, claro, los uruguayos de los triunfos, aquellos de los fenómenos, pasó el tiempo y no nos dimos cuenta que se habían terminado. Que fue una época excepcional. Irrepetible.
No existen dos generaciones iguales. Como tampoco dos hombres, dos mujeres, dos elementos …
Similares, sí, es posible, pero iguales, no.
Y la idea es que los muchachos, estos, nuestros pibes de hoy, los de 15 a 20 años y pico jamás disfrutaron de estar peleando un lugar entre los cuatro mejores del mundo.
Y eso pasó en México en 1970. Gratísimo, formidable recuerdo que tenemos con aquellos notables jugadores celestes.
Mazurkiewicz, el Peta Ubiñas, Mujica, el Mudo Montero Castillo, Atilio Anchetta, Matosas, Cubilla, el Ildo Maneiro, (luego Sandoval), Fontes, ( a los 46 Espárrago), el Pocho Cortés y Morales.
Este fue el último gran equipo celeste, cuarto en un mundial, que perdió 1 a 0 frente a Alemania con gol de Overath. Ellos, los alemanes, no recuerdan el penal de Schnellinger, nosotros lo recordaremos toda la vida. Un robo más, de los tantos que sufrimos los sudamericanos. Esta vez, nos tocó a los uruguayos.
NO NOS DIMOS CUENTA …
Eramos tan fuertes en aquellos tiempos que ni siquiera percibimos, acaso, lo que era llegar cuarto. Pensamos, casi, en un fracaso. ¡Que iba a ser, por favor!
¡La última gran distinción de la gloriosa celeste de la mano de un crack como Hohberg!
1970. ¡Pahhh! Han pasado 40 años para que tengamos esa misma chance si vencemos a México o empatamos y nos metemos entre los dieciséis mejores del mundo.
¿Podrá ser? Imposible conocer el destino. Pero la pregunta de un joven, en éste caso, mi hijo Guillermo, me inspiró para escribirle a toda una generación o a varias, por los menos, tres décadas y fracción, que jamás sintieron esa emoción, el corazón a mil y la adrenalina que nos mueve la vida, hasta llegar a los ojos para que, indefectiblemente, manden la orden de lagrimear a todo un pueblo, como el nuestro.
SI, CLARO, TENES RAZON, GUILLERMO …
¿Porqué no lo voy a escribir si yo lo viví y de repente, ustedes, gurises de hoy, tienen la chance, por lo menos de sentir lo mismo que nosotros, hoy veteranos, vivimos en aquellos momentos de euforia, nervios, tensión, increíble ilusión y esperanzas?
Tenés razón, Guille. Incluyo a tu hermano, Jorge, por supuesto.
Esta nota es para los jóvenes de tu edad, para que sepan que el partido contra los mariachis, les puede hacer creer nuevamente en nuestro querido Uruguay. En que una vez nos pasó lo mismo. Ni hablar del 1930, ni del Maracanazo, claro está.
A LOS JOVENES, TODOS, ESTAMOS EN LAS “GATERAS” …
Pero sí, a 40 años, estar en las “gateras”, jóvenes. Sentir que ustedes pueden, al igual que nosotros lo hicimos, salir a festejar a 18 de Julio, con las banderas, con los viejos, con los abuelos, con los amigos.
Sí, todo es posible, según “nos vaya en la feria de la vida”, allá en Sudáfrica y justo frente a los mexicanos, donde nos vieron llegar al disco en el cuarto puesto.
Deseo, de todo corazón, como uruguayo, como periodista y como padre, naturalmente, que ustedes, al igual que nosotros, con nuestra esposa y las mujeres de éste increíble país, podamos tener la chance, nomás, de estar entre los dieciséis.
Después será otro cantar.
¡Vamo’arriba Uruguay! Por ese lugar que merece una juventud que esperó tanto tiempo y que jamás se le dio hasta ahora.
¡Vamos por ésta botijas!