Escribe JORGE CROSA
Escribir en victoria es formidable. No hay quejas, ni enojos, ni se habla mal del técnico, ni del rendimiento de los jugadores, ni de la gente que no apoya o sí. Nada.
Es la vitamina que tiene el ganar. Te potencia, te pone feliz, contento y hasta los contras “por si acaso”, también quedaron sorprendidos.
En fin, cosas del fútbol.
Convicción, actitud, temperamento, estrategia, táctica, rendimientos individuales que hicieron un sólido grupo ganador, eso pasó. Y el gol. Y la buena fortuna - ¿por qué no? – que hacía mucho tiempo faltaba a la cita de la celeste.
Cambio de sistema de Uruguay que marcó una sorpresa favorable y que se inició en un grupo de tres delante de un prolijo y correcto Sebastián Viera, poco visto (eso es muy bueno), porque significó que lo protegieron sus defensas y no permitieron el despliegue ofensivo del rival, que, con Haedo y Cabañas, tenían sus planes, naturalmente.
El gran desgaste de “Los Pereira” ( este muchacho, Alvaro, ¿ qué me cuenta?) , por las líneas blancas, el fútbol de categoría de Luis Suárez, mostrado como en el Ajax, el gol de Forlán, al igual que en el Atlético, la fuerza técnica de Lugano y el salto “olímpico” encontrando el gol, nos mostraron un Uruguay ciertamente compacto, con la energía de vencer a como diese lugar, ante un rival temible siempre, de toda la vida, por su entrega y no dar por perdido en ningún momento el juego.
A ese equipo le ganó y muy bien Uruguay. Cáceres, Lugano, Godín, con aciertos continuados. Los desplazamientos laterales de Alvaro Pereira y Maximiliano Pereira, establecieron una salida con aire para nuestros centrales, Eguren, Pérez y el esforzado Christian Rodríguez, con diferentes producciones, lógico, para que luego la globa de estreno, les llegara “bien redonda” a Suárez y Forlán, con gol incluído, tras gambeta “de las de antes” del “holandés” Suárez.
Convicción, apuntamos líneas arriba y a ella se afiliaron los muchachos, ante un Estadio que volvió a cantar “Soy celeste”. Sonó hasta extraño, que quiere que le diga. Me alegró.
Porque, por tantos motivos que tiene el mundo de la pelota, Uruguay no se había presentado de esta manera en lo que va de la eliminatoria, aún cuando no olvido las goleadas a Bolivia y Perú. De manera alguna. Pero lo de Paraguay fue bien distinto.
Los pronósticos no eran para nada favorables, si uno recurre a textos, recuerda lo que se decía y esas cosas, bueno, la situación no era la más auspiciosa, que digamos.
Sin embargo, Vera, Barreto, Riveros, Estigarribia, que han sido un medio campo fuerte, armador y con gran distribución, no pudo con el plan celeste. Perdidos Haedo y Cabañas, no queda mucho más para destacar de los paraguayos que, atrás, con Verón, Cáceres, lo rescatable y Da Silva, sólo esperaron sin aciertos la ofensiva local.
Se cumplió con una idea y dio resultado. Felizmente.
Bruno Silva, Abreu y Jorge Martínez ingresaron para el aplauso de la gente, que, esta vez, respondió porque vio a un grupo vencedor desde los 28 minutos y que no aflojó ni un instante su esfuerzo por ir a más.
Sonriendo y con euforia , ¿ por qué negarlo?, salimos entre los ¡Uruguay, nomá’!, ¡Vamo’arriba! en el medio de la gente feliz.
Más serenos, nos dedicamos a decirles nuestro pensar.
Ni está todo dicho, ni “estamos en Sudáfrica”.
En la victoria, más que nunca, reflexión y concentración.
Los jugadores demostraron que es posible.
Un duro examen aprobado. Pero, hay que seguir “estudiando”. Esto no terminó aquí. Para “recibirse” falta mucho y hay bravos rivales.
Sin embargo, es bueno que te entreguen un carné con la frase: “Seguí así …”