domingo, 22 de marzo de 2009

INDEFENSION

Escribe JORGE CROSA

No basta con escribir. No. Tampoco alcanzan las previsiones para detener los hechos violentos. No. De poco sirven, por ahora, las reuniones para analizar qué hacer los fines de semana ante la violencia .No. Al cierre del partido entre Defensor Sporting y Peñarol, un grupo de “algo” parecido a la raza humana atacó a mujeres y niños a la salida del Centenario.
Hay indignación e impotencia. Un compañero fotógrafo de La República fue agredido. A Quique Yanuzzi, amigo de muchos años y comentarista de Universal, le rompieron el auto, agrega el mismo periódico. La gente de la prensa se refugió, un rato, para poder salir y no pasar un desagradable momento.
No es de Uruguay el problema. Es de la región. Argentina y Brasil sufren del mismo mal.
La droga, el alcohol, hacen que ese “algo” se transforme en bestia y hasta llegue a matar, como ha sucedido, trágicamente.
Tampoco es el fútbol sólo que transita en este camino de desgracias. Los noticieros televisivos utilizan más de media hora hablando sólo de hechos violentos, de agresiones, de violaciones, de muertes y de robos. Lamentablemente y sin quererlo, los informativos se han convertido en transmisores permanentes de la intolerancia y agresividad en todas sus manifestaciones.
Pero es lo que pasa y el periodismo no se puede hacer el distraído. Duele, lastima, pero va al aire. Esa es la verdad.
¿Qué se hace?. Ya se estudiaron varios sistemas por parte de las autoridades. No han tenido resultado.
Si se reprime, algunos se encargarán de recordar la época virulenta que nunca más queremos vivir los uruguayos. Pero en esas circunstancias, este “algo” no era tan peligroso, ni se mostraba envalentonado como ahora. Tenía miedo. Ahora no. Ahora es momento de abusar de la libertad, de la democracia, de la tolerancia, de la paz, de la ausencia del terror.
Sin embargo, ese “algo” también estaba con nosotros. Ese grupo de “inadaptados terminales” convivía con nosotros. Y sin embargo, nada. Quietos. Ocultos. Como que no estaban, que no vivían.
Lamento establecer las desigualdades de una situación terrible para los uruguayos, en aquellos tiempos de cólera, con éste presente, a consecuencia de estos hechos que nos sacuden, que invaden nuestra vida y hacen peligrar la de niños y mujeres, que concurren a un espectáculo deportivo.
Cuando el Uruguay vivió sin libertades, ¿Dónde estaban, por qué no se mostraban como hoy, con esa impunidad que otorga una nación abierta al disenso? ¿Se escondieron? ¿La droga fabrica guapos en patota?
La seguridad está vulnerada. ¿Ir a un partido de fútbol supone, hoy, riesgo de vida?
Sí. Es la respuesta. Y no puede ser.
No basta con escribir, no alcanza con dar a conocer, con mostrar los hechos en televisión, decirlos por la radio, publicarlos en los diarios. No.
Tampoco han servido, hasta ahora, las medidas precautorias.
Entonces, ¿qué hacemos, nos entregamos y que hagan lo que quieran, que pase lo que pase y mala suerte?
No. Acaso hay que responder de otra manera.
El gobierno del fútbol, esperemos que se consolide de inmediato, junto a quienes corresponda defender la vida de los uruguayos, establezcan, definitivamente, un plan de emergencia nacional, porque está en juego la vida de los ciudadanos, por concurrir al fútbol.
No basta informar.
Hay que actuar. Cómo hacerlo es cuestión de las autoridades. Pero, así no es.