LA SONRISA MATO A LA MUECA
Escribe JORGE CROSA
“El que crea que ganarle a River es fácil está equivocadísimo”, había dicho Pelusso, antes de la “verbena” , (velada de regocijo popular madrileña). Y esa festividad, se trasladó a un Centenario como en los grandes momentos del fútbol uruguayo.
Un duelo de grandes, temible rivales históricos, como Nacional y River Plate de Argentina.
No importa el momento, ni el lugar, ni como llegue uno o el otro. Son Nacional y River, basta.
Ese es el programa, esa es la cita con la alegría y la tristeza. Casi treinta años sin perder el grande argentino en casa oriental. Y pasó. Cayó por la fuerza de la jerarquía de Nacional. Y esto hay que decirlo con absoluta seguridad y confianza, no buscando un agrande, ni la grandilocuencia que se conoce florecen en estos casos, con adjetivos superlativos de todo tipo, sino, con la solvencia de un equipo que mostró solidez, confianza, dominio del campo y la ocurrencia del gol, en el momento que debía.
Nacional en su partido completo. Con el control del juego y contra los fantasmas de derrotas, de cabezas bajas, de recuerdos tristones. Nacional con un Estadio fantástico, tocando y llegando con una estrategia cierta, trabajada y que se le dio.
Ser el dueño de la pelota contra River argentino, aún cuando éste se encuentre bien, mal o regular, no es cosa de todas las noches. Atrás quedaron los nombres ciertamente respetados de Ahumada, Sambueza (puesto para cuidar a volantes que no piden permiso para meterla, como Alvaro Fernández) o bien Falcao o el mismo “Muñeco” Gallardo (que no será el mismo, pero es Gallardo). Por lo que Gorosito vino con todo a ganar, no a empatar. Y se encontró con una verbena. Una festividad tricolor que hizo recordar tiempos idos, que parecían tan inolvidables que no regresarían nunca.
Y no fue así, felizmente, para la sonrisa de 60.000 espectadores. Noche magnífica, con el espectáculo asegurado. Sí, noche de “La verbena de la Paloma”, (zarzuela de De la Vega), aquella que dice “¿ Donde vas con mantón de Manila?”. Como para dialogar con River y repetírselo: ¿ Donde vas River?
Nacional como antes. Como el equipo grande que es y que su historia lo marca. Hay que decirlo cuando corresponde, porque es la auténtica verdad.
Tricolores tomados como grupo, de atrás hacia adelante, desde Matías Rodríguez, al que más complicaron, hasta el Cacique Medina que se dio el gusto y le dio razón a la inclusión de pique de Pelusso, cuando la opción era el “Morro” García. Y se “mató” para lucirse.
El “inesperado” llegó. Una vez más, sin llave, con su magia abrió la puerta, sin tocar el timbre, Alvaro Fernández, a quien le dijimos esto mismo en Sin Límite en VTV, junto a Goñi, Baillo y Piñón, antes de la verbena. Y se dio la escena que soñamos cuando establecimos la metáfora.
Con “OJ” bajando la cortina del medio campo. “No pasarán”. Y el tren millonario se quedó en el andén.
El “Hueso” Romero, capacitado y demostrativo, Lodeiro y su presente del gol , Mondaini, hasta que pudo, Arismendi corriendo y corrigiendo, el temor siempre por aparecer de la bomba que lleva Federico Domínguez y recordando al viejo, el zapatazo de Victorino, como para no ser menos.
No sé como le irá a Nacional en la serie. Lo veo, como ustedes, muy bien. 8 goles a favor. Uno sólo en contra. El 7 de abril la revancha, luego el 21 en Lima ante Universidad y cierra la serie, el 30 aquí con su homónimo de Paraguay al que le metió tres, junto al lago azul de Ypacaraí.
Bueno, hacía tiempo que quería escribir algo que me hiciera sentir feliz del fútbol uruguayo.
Gracias, Nacional y sus muchachos y sus técnicos.
Muchas gracias a River Plate que vino con todo y se fue sin nada. Así es esto.
60.000 personas se fueron sonriendo, como creyendo otra vez.
¿Vio? Sin pensar que ya está todo, que son los mejores,no, nada de eso. Simplemente una gran victoria que nos puso alegres, que nos dibujó una sonrisa que mató a la mueca estereotipada de hace tanto tiempo en el fútbol uruguayo.
Gracias, muchachos. Estos hechos no se olvidan.