Escribe JORGE CROSA
Generalmente no me pasa, lo que voy a narrar, porque el espíritu analítico, muchas veces, impide o no deja paso a la alegría o a la euforia de un periodista.
Es casi una constante que se mantiene desde hace mucho tiempo.
Ver, comentar, analizar, tratar de ser lo más justo posible, que ya es muy difícil en estos tiempos de celos, envidias, mentiras y trampas, pero uno, gracias a Dios, con el respeto como norma elemental de vida, con el código inquebrantable de no hablar por hablar, ni andar metiéndose en la vida de los demás, proceso que jamás haremos, pero vemos que unos cuantos que andan en la vuelta se meten en todo y ensucian el escenario, como si fueran los dueños de la verdad (deberían fijarse en sus vidas y sus familias para opinar sobre los demás, en fin …) “cacualcaculcaunocauno” (neologismo de uso popular) ¿cierto? Que les vaya bien.
Retornando al tema que me ocupa del editorial es la alegría que me causó el triunfo del Atlético sobre el Barcelona.
No por ser partido del Aleti, (equipo que adora el Pichón Núñez, quien me regaló un hermoso presente), sino por los goles cuatro goles, dos de Diego Forlán y dos de Sergio Agüero.
Y le explico enseguidita el porqué.
Porque pienso que Agüero, argentino, ya está sintiendo el aroma del mundial de Sudáfrica.
Y quiero pensar – tengo todo el derecho de hacerlo – que también Forlán estará con esa misma ilusión.
Por lo que se deduce que tanto Argentina, con mayor facilidad, estará en el mundial y Uruguay, con mayor dificultad, también.
¿Verdad, Maestro?