Escribe JORGE CROSA
El rol de la mujer en el fútbol, el domingo es su día internacional, no es, justamente, el de las tristemente” botineras” (groseramente llamadas en la vecina Buenos Aires), que buscan la plata del pintún ganador y famoso. Por lo menos, no para nosotros, para nuestra manera de pensar y por haber conocido y conocer muchas señoras y compañeras de jugadores, de ejemplar desempeño.
El papel que cumple, la mujer en el mundo del fútbol, por lo menos para nosotros, es otro muy distinto. Es la que soporta estar sola cuando a su compañero le toca un pase que sabe que va a “salvar” a la familia toda y no quiere quedar embarazada hasta que el presupuesto de.¡ Cuantos casos he conocido!
Es aquella, como madre, por ejemplo, que le prepara el bolso al dormilón del posible gran jugador que se duerme porque vino tarde de un boliche o de una reunión de amigos. Esa es la realidad. Aunque sea profesional al máximo ese es un derecho humano, ¿o no?.
Es la novia que concurre al partido y se divierte ( o no, lo repito ) según cómo venga el resultado del juego y la actuación de su compañero.
El papel de una mujer en el fútbol es la solidaridad con su esposo, jugador o no de nombre, pero que tiene que aguantar el estar sola, tiempos prolongados, las concentraciones son así, educar a sus hijos, llevarlos a la escuela, brindarles el afecto que corresponde y esperar al deportista esposo con una sonrisa, aunque sea estereotipada.
Esa, es, para mí la mujer inserta en el fútbol.
Colaborada de su compañero, amiga y consejera, aportando el ánimo necesario cuando la cosa viene mal y celebrando, a su modo, una linda victoria.
Muy lejos de ser de esas que se sacan fotos en revistas y diarios, mostrando grasas derretidas, pechos recién hechos y colas al óleo, las mujeres a las que yo les escribo, son las que dan una mano, las que dan las dos, las que se sacrifican y aguardan que, quizás, con el gol aquel, puedan comprarse algo más de lo que tienen y si no puede, mala suerte. A seguirla, que ya vendrán tiempos mejores.
Esas son las mujeres que yo valoro. Que respeto. Que les tengo afecto porque cumplen con todos los requisitos que les corresponde y no piden nada a cambio.
Ni la vieja, eterna vieja querida, ni la novia comprensiva y buena gente, ni la señora con los gurises al pie, que mirando la tele o llevándolos a la cancha (ahora no recomendable) viven de una manera muy distinta la vida de un futbolista. No son todas las que las pasan bien. De ninguna manera. Hay un escaso porcentaje de fortuna en ese aspecto.
A ellas, a esas mujeres que les toca ese destino y cuyo aporte al deportista, en este caso, un futbolista, les deseo un notable día, que pasen fantástico y que recuerden que no siempre se gana, que el abrazo al perdedor es una cura al corazón herido del luchador del fútbol y que el valor que tiene el saber el destino que pueden correr, el éxito o el fracaso, es una línea tan fina como el gol o una atajada estupenda, el grito se ahoga y la pena parcial se supera y el reto lo aceptan igual.
Señora o novia de un crack, mamá de un fenómeno o todo lo contrario. Esas a quienes dedico mi editorial, no son las de las revistas de una farándula, frívola e insustancial.
Esto va dirigido a la mujer que está allí. Sin saber cual será su destino, con el hijo, con el novio, con el compañero o con el esposo. No importa el resultado. De eso no se trata. Se trata de un tema del corazón, no de un contrato.
Y a esa clase de mujer a quien le escribo siempre está allí.
Acompañando. Esa es la mujer que un jugador, merece tener. Hoy la vieja, mañana la novia, pasado una compañera , luego, su mujer. El domingo, es uno de los tantos momentos de ellas.
Felicidades a todas las mujeres que se sientan integradas a éste apunte, escrito con todo cariño y respeto por las verdaderas “señoras” de mi querido Uruguay.