¡Que bestialidad! La entrada del jugador del Birmingham, Taylor, al tobillo del croata, nacionalizado brasileño, Eduardo Da Silva, del Arsenal, ya no es para una suspensión vitalicia. Es para suspenderlo por un par de temporadas, mínimo, siendo generoso, de tal manera de no echarlo definitivamente de las canchas de fútbol.
Porque fue monstruoso, mire, las fotos, las secuencias gráficas, los videos, todo lo que se le ocurra ver, es tremendo. Es un atentado que no puede ni debe permitirse o dejarse pasar como una simple colisión o entrada violenta.
¿No es que los jugadores son trabajadores todos de lo mismo y deben cuidarse sus armas de trabajo que son las piernas, fundamentalmente?
Aquí parece que este muchacho Taylor, le falló gravemente el cerebro, porque, por más que un futbolista vaya a mil en sus sensaciones, en sus movimientos y reacciones, por la propia acción que lleva, de ninguna manera puede agredir de esa manera a un compañero de tareas, ocasional rival.
Terrible acción deportiva que debe ser sancionada como corresponde.
Literalmente le partió la pierna. Así no es. No puede ser y debe ser sancionado duramente para ejemplo de todo el mundo del fútbol.
Este tipo de anormalidades hacen que el jugador tenga, en su retorno, un recuerdo sicológico del tema en cuestión y vaya uno a saber si puede superar esa barrera mental que le queda en un suspenso inactivo durante su recuperación.
Les juro que indigna la acción vista y revista. Da bronca porque ya fue, porque ya no se puede hacer nada por la salud y la gravísima lesión de Da Silva.
Está claro que el fútbol no es esto. Que así no es. Que todos los jugadores del mundo deben rechazar esta anormalidad de un muchacho, que, no tuvo piedad para con su rival de turno.
Un anormal.
Que es profesional del fútbol.
No tiene ninguna justificación.