Escribe JORGE CROSA
Que lo primero es la salud del ser humano, no es una novedad. Por lo tanto, al no ser expertos en la materia de influenza porcina y al conocer el diagnóstico de los que sí saben, de los que han muerto, del informe de la OMS, que se ubica este mal en un grado 5 de 6 y a punto de ser declarada pandemia, bueno, todo lo demás, el fútbol, o lo que sea, no se debe practicar en la zona en donde se inició el virus, esto es en México.
Será lamentable, pero es así. No tiene ninguna otra lectura. Si hasta los propios mexicanos juegan sus partidos sin gente, a puertas cerradas, por temor al contagio, está muy claro que esta situación es gravísima, como en ningún otro momento contemporáneo se había vivido.
Pues bien. La Intendencia de Bogotá se negó a recibir al San Luis, para su juego con Nacional. Naturalmente, lo propio se estableció para San Pablo con Guadalajara.
En estas horas, Chile, se estaría ofreciendo para ser anfitrión de estos juegos, mientras la Conmebol estudió el caso que los mexicanos se enfrenten entre sí, desvirtuando los octavos de final, desde el punto de vista deportivo, pero en medida extrema sanitaria.
Porque, naturalmente, éste es un caso imprevisto en cualquier reglamentación deportiva.
Una epidemia de éste tipo de virulencia, de éstas características masivas, no lo contempla ninguna medida previsora.
Desconocemos que tipo de gestión emprenderá el Presidente de la Federación de Chile, Harold Mayne-Nicholls, para destrabar este conflicto sanitario deportivo.
Es demasiado peligroso, se trata de vida o muerte, acaso, es de curación pero el momento de angustia se vive. Que el mal contagia y produce efectos de riesgo, no hay ya, ninguna duda.
Por ello, nos extrañó la acción emprendida por el chileno para conversar con las autoridades sanitarias de su país, a ver si Santiago o donde sea posible, dentro de Chile, jugar estos partidos.
Desconocemos el plan de Mayne-Nicholls, pero sí sabemos de la consecuencia que puede traer este intento, por mejor intencionado que esté, en poner en cierto alerta, mínimo o como fuere, a una región o donde fuere en Chile.
La buena voluntad, el acto solidario, no está aquí en juego. Se acepta y se valora como corresponde por parte del trasandino, pero hay ciertos severos aspectos de salud que pueden comprometer una decisión favorable al respecto.
La Conmebol continúa evaluando la posibilidad de los partidos entre los mexicanos, cosa que, si bien desarticula el calendario deportivo, se hace por un motivo absolutamente excepcional que jamás había sucedido.
No es una mala opción. Tampoco la colaboración que ofrece Chile. Sin embargo, un informe de último momento indica que Chile se opone a que se disputen esos partidos en su país, según Decio de María, secretario de la Federación Mexicana de Fútbol.
Pero éste es un estado de emergencia mundial.
Grado 5, en una escala de 6, según la Organización Mundial de la Salud.
Demasiado riesgo de vida.
Soluciones tiene que haber. Eso sí, lamentablemente y por éste singular caso, único en la historia del fútbol e incluso en el mundo por su expansión con carácter de pandemia, no deben viajar los equipos San Pablo y Nacional a México.
Se piensa en México mismo que tanto Chivas como San Luis se eliminen entre sí.
Parece lógico.
Al quedar uno de ellos, veremos la evolución de la gripe porcina y la continuación normal o no del equipo mexicano que quede en competición.
No es una correcta solución deportiva. Lo sabemos.
Pero también sabemos, que por un partido de fútbol, no se debe arriesgar a los deportistas.
Toda precaución en estos casos se hace imprescindible y hay que implementarla.
No es culpa de nadie.
Es cuestión de cuidar la vida de la gente.
Sobre eso, nadie puede estar en desacuerdo.