Escribe JORGE CROSA
¡De pie, señores!
Más allá que Diego Forlán sea o no el goleador de una temporada en España – es un hecho estadístico, no va más allá – Forlán es algo más que un jugador que tiene la intuición del gol en el alma.
Tiene la gentileza de la buena gente, del muchacho que no se olvida de donde surgió, consejos y conversaciones con su padre, Pablo, un gran tipo, de agallas, de aguante, de firmeza y conducta intachable, cuando la mano venía pesada.
Este Diego es, ciertamente, un crack. ¡Mire qué descubrimiento!, dirá usted, pero es un crack en toda la dimensión de la palabra.
Y hay que aprovechar éste momento, porque es el momento.
El no olvida que tiene que ayudar a su gente, a su hermana , a su familia, a su padre, a nadie quien él quiera. Es un ejemplo.
Muchacho de mirada honesta … es honesto. No le busque vuelta.
Lo hemos visto compartir anécdotas, cuentos, charlas, en los viajes de la selección nacional, no “creyéndose” nada.
Eso es un crack. En la vida, en la cancha, en donde se le ocurra.
Diego Forlán, a quien le han realizado cientos de notas, jamás ha tenido una negativa a ninguna de ellas.
Eso habla de un tipo en serio, de un profesional que merece todo lo que tiene y lo que tendrá.
De repente, los mezquinos de siempre, preguntan porqué no hace tantos goles con Uruguay y esas groserías propias de pobres tipos, que no saben nada ni de fútbol, ni de vivir en sociedad.
Diego Forlán, por encima de ser el formidable goleador en el Atlético de Madrid, es un ejemplo de contracción al trabajo, al convencimiento que sin laburo no hay nada y la globa no entra.
La familia Forlán, a quien saludo efusivamentre, con el cariño de un uruguayo agradecido por tener un representante de esta categoría, no cualquiera es elogiado por el mundo del fútbol y justamente desde España y no jugando ni en el Real, ni en el Barcelona, merece un enorme gracias del deporte uruguayo, más allá del fútbol, sino de todo el deporte nacional, por tener este verdadero “embajador de alegrías” para su equipo y para nuestro país.
Mis respetos al hombre, al caballero, al jugador, al goleador, al amigo y visceralmente, al solidario incondicional de las penas que no le son ajenas y de las ajenas, también.
Su comprensión lo hace más grande aún.
Sí, ¡de pie, señores! Diego Forlán, es el gol que la vida le regaló a los uruguayos.