Escribe JORGE CROSA
Por los años 80 y monedas, casi treinta, tuvimos oportunidad de conversar, “largo y tendido”, a la vieja usanza, con honrosos dirigentes de nuestro fútbol.
En el ejercicio de nuestra profesión, se había generado y formulado una interrogante: ¿Qué le pasa al fútbol uruguayo? ¿ Cómo se pueden solucionar las crisis constantes? ¿ Cómo detener los deterioros? ¿ Que se hace para “sacar” cabeza?
Las reuniones formales, se desarrollaban en la Asociación, naturalmente, pero aquel grupo llamado “Ejecutivo de Oro”, con el comando, en su momento del talentoso – hombre recto y capaz – como el Ingeniero Héctor Del Campo, nos invitaba a un restorán de la calle Pablo de María, en donde, una noche, sorpresivamente, nos encontramos con el Coronel Matías Vázquez, que dirigió el ejercicio político de la AUF, en esos difíciles momentos, el Contador Lafitte, Don Dante Iocco y el Contador José Pedro Damiani.
Una gratísima sorpresa, que, como periodista, nos hubieran invitado.
Y allí los escuchamos, acaso sin emitir opinión.
Eran señores que dominaban a la perfección el tema del fútbol, que sabían qué era lo que pasaba y porqué sucedía.
A mí, por momentos, me entraban las ganas de intervenir, pero, de la forma que trataban los temas, era bravo. Casi podría decirse, que si hubiésemos intervenido, de repente era hasta una irrespetuosidad.
Escuchar. Era eso. Cosa que los uruguayos no practicamos mucho o simplemente no nos interesa.
Somos librepensantes. Y no está mal, por supuesto, pero es absolutamente imprescindible saber escuchar.
Porque se aprende. Porque aquella gente, hoy valorada en el tiempo de otra manera, naturalmente, estaban indagando, profundizando, con toda su capacidad, como gente de fútbol, para ver el porqué de tantos desaciertos, errores y demás.
Ya se había creado la famosa Liguilla, pero, igualmente, para ellos, la situación no era buena, porque Uruguay debía tener una figuración internacional de mayor presencia, de otra jerarquía, por la clase de jugadores, no tanto por su cantidad, está claro, sino por su calidad.
Y las charlas se hicieron semanales. Y uno iba cuando lo invitaban, no era cosa de sentarse como integrante del grupo. De ninguna manera.
TORTA CHICA …
Era una de las frases de la mesa “ejecutiva”, al fin, pero fuera de la AUF. Coincidían, con sólidos argumentos que era imposible repartir lo que no había. Esto es, repartir la miseria. Porque dinero no sobraba, porque había bajones deportivos ( y eso que vendrían tiempos de bonanza para Peñarol y Nacional por las Copas Libertadores de América y las Intercontinentales), pero ésta gente, viendo mucho más allá que cualquiera, intuía que no se podía aguantar el “cimbronazo” económico, que, en algún momento iba a venir.
Era una época distinta. Muy dura y triste para las libertades y voces al viento.
Bravo. Sin embargo, el fútbol se manejaba con cierta independencia.
Sin saberlo, esta gente y quien escribe presente, aunque quizás no nos diéramos cuenta, estábamos asistiendo al comienzo de una etapa brillante para los grandes, interesante para los chicos para darle su chance en la participación en la Libertadores, pero también, con la vista puesta en esto que hoy está aconteciendo.
INVIABLE
Lo recuerdo porque ése fue ése fue el adjetivo que escuché y que luego de un profundo estudio se dio a conocer públicamente, pero que uno ya lo había sentido antes, en aquellas reuniones cómodas, distendidas, interesantísimas y de intenso contenido político deportivo, cuando se les solicitó un estudio a fondo de la problemática del fútbol uruguayo.
El adjetivo nos conmovió en su momento, pero, pensamos que era, solucionable, como creemos la mayoría de los uruguayos, con cierto optimismo, que pueden arreglarse los dificultosos temas que nos aquejan.
No sabíamos que ese adjetivo era casi una sentencia.
Y lo fue.
Inviable.
Una realidad que hoy vivimos, más allá de los culpables que hoy se buscan, que se señalan permanentemente, que son moneda corriente mañana, tarde y noche.
Esto que le pasa al fútbol nuestro no es una cuestión mediática, del tiempo de hoy.
Aquellos “notables” de éste deporte lo dispusieron de esa manera en aquel momento.
Era, es y será inviable, escuchábamos en aquella mesa, sobre el fondo, como no queriendo que se notaran las reuniones, por si las moscas.
Y fue verdad.
Por lo tanto, cuando hoy se asiste y se afirma que la culpabilidad de ésta situación irregular la tiene un solo personaje, tal el caso de Casal, por el tema de los pases, del éxito de su tarea y demás. Siendo acusado de todo y por todo, nos acordamos de aquellos momentos y no debemos guardar silencio, porque sabido es que, quien calla, otorga.
Entonces, como siempre, ocurrirá el facilismo de indicar que si se escribe a favor del empresario, incurrimos en la falta de amanuense medieval, esto es, siguiendo el dictado de turno o copiando lo que hay que decir.
Como verán, no es así. Además, es mucho más sencillo, escribir en contra, indudablemente.
Pero ésto viene de muy atrás. Desde aquellas históricas reuniones en las que tuvimos la suerte de participar y justamente hoy le otorgamos la dimensión, que, solamente el tiempo atesora y les da el valor que realmente tienen.