viernes, 24 de octubre de 2008

QUE PENA ...

Escribe JORGE CROSA

El notable trabajo que dia a dia lleva nuestro amigo Julio César Gard sobre los jugadores, técnicos y profesionales uruguayos que están trabajando por el mundo, da para pensar y bastante.
Aquí no son nadie. No eran casi nadie, digamos. Ya sé, nadie es profeta en su tierra, pero, la frase, que es muy buena, tiene muchos siglos encima.
Hoy se habla de cientos de uruguayos mostrando su clase futbolística en todas partes. Menos acá. En estas tierras siempre somos horribles, para algunos, siempre hay jugadores mediocres, muchos más que talentosos, continuadamente vemos el lado oscuro, el costadito negativo de las cosas deportivas.
Será porque antes fuimos … bueno, esa historia tan real, como repetida por los veteranos y los no tanto. Adultos mayores, como para que no se enojen.

FUIMOS …

Es cierto. Campeones olímpicos. Al decirlo así, suena como normal y sin sustancia para los uruguayos, porque es como si estuviésemos acostumbrados, como cantara mi amigo del alma, que desde el cielo entona, Pablo Estramín. Sí, estamos acostumbrados a ser campeones. Campeones del mundo, hermano, del mundo, ¿eh?
Aquellos héroes de la globa, de los pases largos, de las corridas guiadas y técnicas, de los planteamientos defensivos con categoría, con clase, sin patadones agresivos, marca registrada oriental, de esos que te llevan sí o sí, al quirófano, eran moneda de uso habitual.
El mundo nos conoció por el fútbol. Recuerdo viejas frases de hombres de radio como Don Luis Víctor Semino en Sport que decía, junto a Adolfo Oldoine “Old”, dos estupendos cronistas de época y algo más que el mejor “embajador del Uruguay era el fútbol”.
Y fue así, nomás. En todas partes donde uno viajó y viaja, te citan a los grandes como Peñarol y Nacional, como Schiaffino, como Obdulio, en la última época Ruben Sosa, el Pato Aguilera en el Genova, con un homenaje al que asisitimos, justamente, con Atilio Garrido, éste por Ultimas Noticias, en su momento y cuando entramos a la cancha con el Patito, no lo podíamos entender.
60.000 personas coreaban “Pato, Pato, Pato …”. Era su último partido. Lloró el hombre y claro, con ese escenario, hasta el grande de Alberto Candeau, se le caían las lágrimas.
De allí, nos trasladamos en rasante vuelo imaginario a la Argentina para “ ver” imágenes de Juan Ramón Carrasco en River Plate, para pasar de inmediato al monstruo mayor de ésta última etapa oriental, como el flaco Enzo.
Un disparate de jugador. Ganador en todo. Recuerdo la anécdota de un tachero bostero que me dijo cuando tuve la oportunidad de trabajar en la Argentina, durante mucho tiempo, que me dijo: “Mire, señor, si será grande “el Enzo” , que yo, que soy bostero de alma (hincha de Boca el hombre) aplaudo al uruguayo, porque es un fenómeno”.

¿TE ACORDAS, HERMANO …?

Así eran las cosas. Y parafraseando al tango de Manuel Romero, ya se conocian drogas y morfinas, pero “los muchachos de antes no usaban gomina” …
“¿Te acordás, hermano,? ¡Qué tiempos aquellos!
Todo cierto. Todo verdad. Aquí enfrente nomás, la figura de Walter Gómez y la frase argentina: “la gente ya no come, para ver a Walter Gomez”. Un portento, una máquina de generar fútbol.
Epocas distintas, la boina blanca de Severino Varela, la potencia formidable de un Pepe Sasía, el extraordinario talento de Oscar Omar Míguez, o “Ciengramos” Rodríguez y la pierna zurda, fuerte y feroz, controladora nada menos que de Pelé, como el notable “Cococho” Alvarez.
Que tiempos aquellos. Y hoy, que cientos de jugadores están por el mundo, de acuerdo al minucioso trabajo que vemos de Julio, que técnicos orientales van y concretan sus éxitos, por el mundo, andamos “con el agua al cuello”, para saber si “nadamos” en el próximo mundial de Sudáfrica o donde lo quieran hacer.
Pero, créanlo muchachos, “eran otros hombres, más hombres los nuestros …”
Y sí, porque la historia lo avala. Porque no fue un sueño cuando di la vuelta olímpica en Tokio, contagiado, como deportista y periodista con Nacional, contra el PSV Eindhoven y las atajadas de Jorgito Seré, con el remate final del Tony Gómez.
Porque no fue mentira que grité hasta quedar disfónico y lloré con el gran viejo Damiani y Juan Pedro abrazados con mi amigo de chiquilines, José Carlos Domínguez, después del gol de la “fiera” Aguirre ante el América de Cali, en la superfinal de Santiago de Chile, para ser, tanto Nacional, como Peñarol, campeones de América y del Mundo.
Y el respeto de todo el fútbol a los uruguayos. Sí, señor. Así era hace 20 años años. ¡Que lo parió! ¡Veinte años, mi amigo, es un montón de “ñoquis”, viejo!
Y no pasó “niente” después. Se pinchó el “carro de la jerarquía”, que se yo. Y sin embargo, hay más de 400 uruguayos mostrando su clase por el mundo.
Una antinomia difícil de empardar. De comprender, de entender tan fácilmente. Somos cracks “allá”, somos buenos, hasta ahí nomás, “acá”.
Cambiaron los sistemas, las tácticas, las estrategias, las conferencias de prensa son penosas, las caras y respuestas de los protagonistas son para cumplir y andá que te cure Lola.
Caras tristes y gestos adustos.¿Sabés qué? Perdimos la alegría. Eso. Ya no nos divertimos como antes. Porque, antes, también nos iba mal, regular y bien. Ahora nos va mal y las expresiones son del tono amenazante, como característica principal.
Nada de alegría. Micrófonos y cámaras registran gestos adustos, respuestas lacónicas, jóvenes preguntando el porqué tal cosa y profesionales contestando con evasivas.
No sólo aquí. En la Argentina es peor. La ausencia de comunicación entre el protagonista y el periodista es más notoria. Si son amigos, hay un síndrome de alcahuetería, al contrario, una especie de alergia a “cierto individuo” que pregunta con “mala onda”.
Ni una cosa, ni la otra. Se juega mal y al vestuario. Si se jugara bien de bien, todos felices, esa es la verdad, incluso perdiendo, pero sabiendo que está todo en juego. De repente los rivales son mejores y “chito galindo”. Ta. A otra cosa. Pero no esconder el bulto, señores.

“QUE PENA QUE NO ME DUELA, TU NOMBRE AHORA …”

El mundo cambió. Ya lo sé. Usted también, yo también. Todos reconocemos que las cosas cambiaron. Por ahí vemos al “medio pelo” arriba y no lo podemos creer. Pero lo aceptamos y lo respetamos. Ahora se juega como se puede y bua “que se le va a hacer”, es la respuesta.
O dicen cualquier grosería en los medios y se ríen de los demás, a modo de programa cómico. La burla fulera, chantuna, sin clase, sin estilo, “a lo pampa”.
El mundo cambió. Sí y no para bien. La ordinariez entra en los medios, porque no saben elegir, como en el fútbol, se caen los ídolos, no hay cracks, hay buenos jugadores.
Te nombro Abbadie, Rocha, Spencer, Joya. Hohberg, negro, Hohberg, pahh … Manicera, Emilio Alvarez, Ruben González, Miguel Caillava, el Polilla De los Santos, Revetria, Morena, Máspoli, (cambio los tiempos, no importa) Aníbal Paz, el fenómeno del Profe José Ricardo de León, hasta “inventó” la vuelta olímpica al revés, de capaz, nomás … el Hugo Bagnulo, el “Tito” Goncalvez, por favor, el Pulpa Etchamendi, la clase de Alzamendi, eran todos cracks de una “legión seleccionada” por una vida diferente. El Tano Gutiérrez (hoy detrás del escritorio) ayer trancando a polenta pura, el Luis Cubilla, un artista el hombre, aquel Defensor del 76 que cambió la historia, Pedrito Graffigna, o los de antes, como el Lobo Miramontes, Willy Piriz, (ellos me dejaron jugar un ratito, dale pibe, pégale bien, botija, dale chambón …), el Negro Ferreira,el Luis Radichi, en el arco, ¡un frontón! , el querido Profe Santos de siempre, el Cholo Demarco, por favor, si habrán sido cracks …
Pero, claro, como andamos así, con esas preguntas que vienen preparadas, con programitas livianitos diciendo lo que todos sabemos, porque, si somos sinceros lo somos en todo, bajamos el nivel en el fútbol, en el periodismo y en el ritmo de vida. Eso debe quedar claro.
El “mea culpa” hay que decirlo. No sea cosa de quedar afuera nosotros. De ninguna manera. Por el contrario, nos ponemos en primera línea. Se acabó la clase. Ahora hay que remar con lo que venga.
Suerte a los que se la creen. A los que se ríen de los otros. A los que juegan mejor que nosotros. Ahora y ¿nosotros, negro, pa’ donde vamos?
¿Así que Forlán no es un crack, Recoba un “no pasa nada”, el “loco” Abreu y … mirá vos.
La clasificación al mundial siempre comprometida hace ya mucho tiempo. Mucho tiempo.
La pubalgia, los ligamentos cruzados, esos temas … ¿juegan en contra, no?
Calidad, clase, jerarquía …¿hola? ¿Dónde están? Como baño e’boliche: “ocupado”.
Decía Pablito Estramín, del querido amigo Alfredo Zitarrosa, .” Que pena, que no me duela tu nombre ahora … que pena, que no me duela el dolor …”