Escribe JORGE CROSA
El valor humano no se cotiza en la bolsa. No tiene el precio del barril de petróleo, ni se fija en las tablas de compra venta de moneda extranjera.
Es un valor personal, exclusivo, único, que ni se vende, ni se compra, ni se canjea.
Entonces, cuando uno observa ciertas noticias, tratadas por cualquiera, con sorpresiva acceso a un medio de difusión, el que caiga en suerte, nos damos cuenta, una vez más, de la gran pobreza moral y esa ausencia, casi total, de lo que es la ética o respeto hacia tal o cual persona.
Dicen cualquier cosa. Mal, pésimo, regular. No importa. Lo hacen.
Un señor “tal” acusa, dice lo que se le ocurre y tal parece, porque así veo que suceden las cosas, no se establecen límites a la falta de respeto, que de eso se trata.
No estamos hablando solamente de fútbol, ni del deporte exclusivamente, sino de la vida misma de las personas en cualquier trabajo, profesión o disciplina.
Se averigüa lo mínimo y ya está la noticia en las radios, a modo de primicia, en la televisión, en los diarios. Sencillo. Fácil. Insólito. Como si no se pudiese rebatir. Inconcuso.
Así se “inventó” y así salió.
Después … vendrá el desmentido.Antigua fórmula fracasada que lo que se dijo “no era así”, después que lo escucharon, lo vieron y lo leyeron decenas o cientos de personas.
No importa la cantidad.
Ese famoso “disculpe”, que no lo lee nadie, no lo escuchan, ni lo ven.
Mostrar la falsedad de algo. Denegar. Refutar. Negar y aún demostrar el engaño.
Toda una situación que disminuye y menoscaba, sin duda, el valor humano.
No es exclusivo de uruguayos. Es del mundo. Un antiquísima forma de fomentar comentarios, susurros, charlatanerías, inculpaciones gratuitas y demás “galanterías” del género.
Hay “profesionales” de estas malas artes. Que no son, ni representan nada, pero perturban, malquistan, fastidian, señalan gratuitamente tal o cual cosa inexistente.
Son los hurgadores de vilezas, de ruindades y bastardías.
Pero todo tiene su tiempo. La historia del mundo así lo demuestra, por lo que, los míseros personajes en cuestión, cual obra teatral, quedan desamparados y aquella difamación, se hace añicos, por la fuerza misma de la verdad, de la vida y todo lo que se dijo, pasa al olvido, por falaz, infame y alevoso.
Pero sucede. Y mientras tanto hay que esperar el desmentido.
Una burla a la sociedad.
El desmentido es ese hecho intrascendente, que no arregla nada, que no repara, que no castiga al imprudente agresor, que después desaparece o huye, vaya similar acción.
Pero, felizmente, hay algo que vence al desmentido. Y es el valor humano.
Demora, pero, gana. El valor humano. Recuérdelo.
Quede expresado a modo de reflexión.