Escribe JORGE CROSA
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(Hoy, después de tanto tiempo
De no verte, de no hablarte
Ya cansado de buscarte
Siempre, siempre …)
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La letra de José María Contursi, con el fueye del “mundo” de Aníbal Troilo, me inspiraron a escribirles del clásico de esta manera.
(El introito pertenece, por supuesto, a la Copa Uruguaya lograda por Peñarol, después de siete años).
Y el título, bueno, en la vida, los hombres, tenemos buena memoria.
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EL QUIEBRE
Peñarol quebró una racha negativa de siete años y ése ya es un motivo de festejo y orgullo para la gente de Damiani. Lo hizo a través de una entrega formidable, aunque con escaso juego, al igual que su rival de toda la vida, que no acertó en los momentos que parecían culminantes.
LLEGARON DISMINUIDOS
Por la expulsiones, (Urretaviscaya fue una ausencia importante), Pacheco sintió el castigo, pero se agrandaron piezas como Sebastián Sosa que, los pocos remates que le llegaron comprometidos los contuvo con seguridad. Aguirregaray, en un puesto “de emergencia móvil), metió el empate, que Lembo, con cabezazo cortito había hecho silenciar a la gente aurinegra.
FUTBOL: “NO, ACA NO ES …”
Es que no se podía esperar otra cosa. Los nervios, las ausencias destacadas, la ausencia de calidad señalada, estrictamente para éste juego, invalidaron el motivo guía de ésta final que lo consagra a Peñarol Campeón, con la razón del gol. Sin la jerarquía, tampoco su rival, del fútbol, que, de alguna manera, todos intuíamos que no podía haber.
JUSTA FELICIDAD
No hay otro lectura. Ni recordando esos dos tiros en los caños que, faltando segundos, Nacional estrelló en la puerta de Sosa. No iba a entrar. Hay detalles que así lo demuestran.
Ciertamente “hay signos en la tierra para los hombres que creen firmemente”, sentenció Mahoma en los años 600.
Y Diego Aguirre, con una conducción ciertamente prolija, sin lujos, pero con eficiencia, pudo elevar la esquiva Copa, siete años, en poder de su “amigo-íntimo”.
EL NERVIO MAS QUE EL JUEGO
Siempre pudo más. Nacional y sus nombres cambiados de lugar, por ejemplo. Ferro sobre el lateral, se fue una y otra vez, no respetando “el cartel de Pare” (línea de talco) que cierra el costado del campo. Regueiro, García y Morales no cumplieron con su esperada labor. Eso lo sintió y fuerte el tricolor. Guigou y Vera no aportaron, mientras en Peñarol, con más fuerza que técnica (inexistente en los dos) Aguirregaray, Pacheco, Albín, en donde fuera, Gastón Ramírez y Orteman, formaron una improvisada “alianza para el progreso·”. Desordenada, pero ciertamente eficiente. Mucha improvisación. No quedaba otra. Martinuccio se asoció un rato, pero no mucho más.
NACIONAL SIN JERARQUIA
Es que Nacional no presentó fuerza que debía para traspasar la trinchera aurinegra. No hubo ingenio. Faltaron ideas y sobraron errores. Los “Morales” no influyeron. Ni uno en la contención y armado, ni el otro en el empuje y el peligro. Y lo raro es que no tuvieron una marca implacable.
UNA “BALSA…” TARDE …
Era para que entrara desde el inicio, sin duda. No lo entendió así Acevedo. No estuvo acertado. Pudo haber sido la diferencia por altura, nomás, a escasez de fútbol, se entiende. Balsas debió ingresar mucho antes.
DE LOS GOLES
El toquecito de Lembo ilusionó. No alcanzó. La “pechereada” del Vasquito sí. El empate y a esperar. Todos recordando aquel gol de Pacheco, asociándolo a la fiesta que se venía.
EN LA TORMENTA …
Es cuando se ve al buen piloto. Y eso pasó. Por lo que se vio, Aguirre aterrizó mejor que Acevedo, en un vuelo accidentado que no recuerda los mejores momentos ni de uno, ni de otro.
No son comparables, con respeto, estos “peñaroles y éstos nacionales” a aquellos de otras épocas en donde la clase brillaba y el talento era demostrativo del porqué eran “grandes”.
OJALA QUE VUELVA …
Como el hombre que espera a la querida que se le fue, la espera. Y el fútbol clásico, el de los grandes colores, capaz de llenar tres estadios, no estuvo. Salió, sin decir porqué.
PERO COMO FUERE …
¿Jugar bien, ganar notable y dar espectáculo?. Bueno, eso no pasa ni en la Champions League, ni el el más atildado fútbol europeo. Por lo tanto …
ESE GRITO AHOGADO …
De más de siete años en las gargantas de los jugadores, de los técnicos, de los dirigentes, de aquel hombre de la fe inquebrantable para el que no existían las “malas suertes”, sino los “malos planteos”, como el Contador José Pedro Damiani, debe llegar ésta conquista, en cuanto Juan Pedro, justamente, está al frente del escudo que defendió con tanto orgullo y pasión, aquel hombre del deporte pleno, derecho y sin vueltas, que, en una suerte de licencia periodística, que me permito, “estuvo” junto a los suyos, en el corazón de esa familia futbolera.
Es que, en el orden personal, yo veo de otra manera la cosa. El análisis del juego por un lado, el uso del idioma por otro y el criterio general que me lleva a completar la realidad de lo que, para mí, sucedió, visto y en el recuerdo.
Al igual que hubiese sucedido con una victoria de Nacional, claro está.
Y LE RESTO TRASCENDENCIA …
Claro que no voy a obviar los desórdenes y disparates que se vieron en todos lados y que da cuenta la prensa, pero los evito definitivamente. No los ignoro. Simplemente los supero no regalándola una sola línea de mi trabajo, porque no valen la pena.
EL ÉXITO NO DEBE HACER OLVIDAR
Que es dable jugar muchísimo mejor, aún cuando hablemos de ausencias importantes, de los tensos momentos y todo eso del juego, pero todos están en la misma y la clase, la categoría y el ejemplo de años de gloria, que el tiempo atesora de los dos, no se vio en la última tarde que se vieron los grandes de éste deporte.
Y no debería ser así. La gente (no “eso” que se junta y va) merece un espectáculo diferente y superior.
FELICIDAD PEÑAROL, ALERTA NACIONAL …
Para vivir felizmente basta con muy poco. Acaso esa corrida del Vasquito, el gol. Las pelotas en las caños de su rival y la sonrisa franca, con el corazón a todo ritmo del amarillo y negro.
Para el otro, la derrota “en la guerra”, no es el mayor de los males, salvo cuando la inflige un enemigo indigno.
Y Peñarol no lo fue.