Eso es un clásico. Incógnitas como netos dominadores del espectáculo. Uno va a ver una cosa y ve otra. Allí está el secreto de ésta increíble historia de juego, de dos equipos del Sur de América, que se adueñan de los oídos de todo el país, cada vez que se enfrentan, sin importar, lugar, ni posición, ni chances de uno y otro, haciendo trizas cualquier pronóstico previo o pensamiento periodístico anterior a la puesta en rodaje de esta imprevista “película”, digna de ser dirigida o creada por Sir Alfred Hitchcock o bien la extraordinaria Agatha Christie.
Maestros del suspenso, de la duda, de la intriga, de lo imprevisto.
Así se presentan los rivales de un fútbol no tiene nada que ver con lo que parece.
Eso es un clásico. Así lo defino. Como siempre fue, es será: un fantástico misterio.
El favorito gana. A veces. El enemigo gana, a veces. Acaso se dé al revés. Quizás no se resuelva y los sorprenda el resultado estando igualados. Ni mejores, ni peores. No se puede predecir si será lindo o feo. Rápido o cansino. Apurado o ligero. De los goles no se puede hablar porque ni los que los hacen saben si les toca ese día, justamente.
Los vestuarios transpiran preguntas sin respuestas.
Todos quieren saber cosas que no tienen explicación.
Eso es un clásico. Así lo desarrollo. Impenetrable. Insólito. Fuera de lo común, por lo tanto: exclusivo.
El fútbol de por sí es un juego exclusivo, de variables insospechadas.
Aquel que pretende tener razón y el más profundo analista, sucumben ante el marcador final de un clásico.
La historia manda. La historia misma nos muestra y nos dice, con absoluta claridad, las increíbles versiones de esta misma obra, siempre con “música” distintas.
Lleva el mismo nombre: clásico. Pero jamás la misma sinfonía, ni la letra, ni la composición, ni siquiera una aproximación a lo que podría suceder.
El fantástico misterio. Un clásico.
Quise mostrarlo así, para quitarle ese repetidor mensaje de violencia, de crónica roja, de heridos, de atropellos, de salvajadas conocidas, para decirle al lector, al joven lector, acaso, que disfrute de un clásico. Y al veterano, que ya conoce el paño, que nada ya, lo va a sorprender.
El clásico tiene el mismo poder de atracción que las famosas películas de años ha, de los extraordinarios escritores y directores, como Agatha Christie y Alfred Hitchcock, de allí nuestra introducción.
No lo voy a comentar, tampoco adelantaré ningún tipo de pronóstico para los que vienen, porque nada tiene validez en éste tipo de juegos, en donde esas camisetas, las dos plenas de glorias, se animan a colmar el Estadio Centenario, con un poder de convocatoria tan excepcional, como una votación electoral. Acaso sea ése el simil.
Y nunca nadie sabrá el final, aunque crean que lo saben, los que dicen que saben …
Este, mi particular enfoque de una cita con lo incognoscible, es lo que supone es el clásico.
El fantástico misterio.