lunes, 3 de agosto de 2009

UNA REALIDAD ESCONDIDA ...

ESCRIBE JORGE CROSA

No importa cómo les vaya en la carrera internacional. El asunto es correrla. Y tanto Cerro, como Racing lograron su andarivel en las gateras. Es momento de alegrías, en un fútbol que nos tiene acostumbrado, lamentablemente, a tratar siempre los mismos y aburridos temas de la AUF, que quien manda, que quien será el Presidente, que la parte política …¿ y a qué aficionado le importa, me pregunto? . A la gente lo que le gusta es el fútbol, es ese grito duplicado de ¡Cerro,Cerro!, con un Eduardo Acevedo y sus muchachos en pleno éxtasis. El mismo Acevedo, del mundial del 86 en México, con quien compartimos partidos y reportajes. Aquel Uruguay del Tano Gutiérrez, del Chicharra Ramos, del Flaco Enzo, de Wilmar Cabrera, el Hormiga Alzamendi, todos unos muchachos que, hoy, siguen siendo cracks. Inolvidables momentos, como éste que le toca vivir a Acevedo con Cerro. Momentos deportivos de jerarquía son los que sirven, los que son útiles para los aficionados, ¡que me vienen con los escritorios, los cajones y los papeleos inservibles que nos complican la vida tanto a protagonistas como periodistas!
De éstas cosa vale la pena escribir. De dos barrios que sienten la necesidad de gritar y bien fuerte su clasificación a una competencia internacional. Cerro y el Racing del Ingeniero Verzeri. Figura emblemática, un tanto desconocida, pero de indudable valor por su aplicación y criterio. Este es el resultado. Y recuerdo con cariño a Racing, porque, fue, justamente, en esa cancha de Sayago, donde le hice una de las últimas notas a un verdadero fenómeno del fútbol uruguayo, nacido en Córdoba, nacionalizado uruguayo, allá en los pagos de Alejo Medina, Juan Eduardo Hohberg. Un señor y pico. Con él finalizamos ¡cuartos en el mundial de México 70 y todavía nos quejamos! No … si los uruguayos somos así, no nos va a cambiar nadie. Qué figura, Juan Eduardo, un señor que le pegaba con un misil. “El verdugo”. Después a Pedro Virigilio Rocha también lo apodaron el Verdugo. Pero el primero fue Hohberg. Un jugador formidable, con un Peñarol de aquellas épocas que ganó todo y un poco más …
En aquel momento era el técnico de Racing. De la Escuelita. De la gente humilde de Sayago, de los de más allá de Millán … Racing en la Libertadores. Cerro en la Copa.
Claro que da para sentirse felices y desearles la suerte del mundo a sus dirigentes que llegaron, a sus jugadores que se pusieron, a sus colaboradores, masajistas, doctores, kinesiólogos, aficionados, todos alegres, no interesa lo que pase en la Copa, que quede claro. El asunto es como en Maroñas, viejo, correr el “Ramírez”.
O largar la Vuelta Ciclista, ¿me explico?. Esa es la sensación. Y después, claro, llegar, no importa cómo, pero tal cual somos los uruguayos, gracias a Dios, “malacostumbrados” a ganar todo, no teniendo nada …¿ quedó claro o lo explico? , notable, muchachos de ¡Cerro, Cerro! Y Racing, la Escuelita pa’todo el mundo!
Como para que la generación de botijas no se olviden de estos gritos al viento de cuadros chicos, de gente laburante, que hasta pide para la entrada y no andan en el bardo, ni en la sucia. Por derecha, nomás.
Felicidades de corazón , Acevedo y Verzeri, gestores de sueños … cumplidos.
Cito al cierre al escritor mexicano Amado Nervo, porque me parece adecuado su pensamiento, cuando suceden éstas cosas que parecen milagros …
“El milagro, es, simplemente, la súbita aparición de una realidad escondida”.
Esa alegre realidad, de barrio humilde que nació en el Cerro y se extendió hasta Sayago. Así de difícil. Así de simple. Así, con el orgullo de la victoria.