viernes, 14 de agosto de 2009

QUERIDOS FANTASMAS:(los buenos,¿eh?)

Escribe JORGE CROSA

Queridos fantasmas: ¿Siguen agitándose en los escritorios, en los pasillos, en las escaleras, en la sala de la Asamblea de Clubes, en el palquito de los dirigentes?. El término fantasma va con un aura cariñosa, no la tome como maligna que, generalmente, produce la imagen de un espantajo que asusta a la gente. No.
Me refiero a esos queridos fantasmas que, cual visiones quiméricas, nos ofrecen los sueños o la imaginación. Digamos, el fantasma bueno. Aquel creado por el notable argentino Dante Quinteros, el Fantasma Benito, que tuvo que ver luego, con el “play boy” mayor de Buenos Aires, Isidoro Cañones” y sus fantásticas aventuras, junto al Indio Patoruzú.
Toda una época del periodismo rioplatense, de pura creación y arte, pero siempre, inevitablemente, con respeto y con una sonrisa, que es muy superior a una carcajada.
Pues …¿a qué viene éste introito? A qué he notado una pausa extraña en lo que se refiere a lo que va a a suceder en la Asociación Uruguaya de Fútbol de aquí en adelante. “No sabe, no contesta”, sería el resultado abrumador de la mayoría encuestadora.
¿Qué hacemos con la piba, la peinamos o la dejamos así como está, viejo?, diría el abuelo cuando lleva la nieta a la escuela. “Se usa así, despeinada …”, sugiere la patrona. Y bueno. En eso estamos. La fiesta es en la escuela (AUF) y la gurisa (la idea) de los dirigentes uno no sabe bien “cómo la van a llevar”, si “despeinada”, como se usa o le hacemos un peinadito prolijo …
¡Qui hacemo’chéi!, diría el entrañable Patoruzú, otra creación de Quinteros. Un indio bueno, piola, amable y amigo, siempre dando una mano.
Habría que recurrir a esos “queridos fantasmas”, que encontré en revistas argentinas de una etapa muy distinta a la de ahora, en donde dominaba el buen humor, claro, no habíamos soportado la angustia de estos tiempos que, realmente, nos pasa de todo, pero de lo malo. Enfermedades, encrucijadas políticas, escasas figuraciones deportivas, justo a pasitos de otro mundial. Líos interminables de contratos, reclamos por esto, aquello y lo otro.
Recuerdo, a su vez, a nuestro prestigioso periodista Adolfo Oldoine, OLD, escritor, comentarista futbolístico, pero, por encima de todo, un narrador extraordinario de las cosas de la vida, que escuchábamos en nuestra juventud, por Radio Carve y con quien tuvimos el placer de trabajar en el diario La Tribuna Popular, donde mi padre y mi abuelo, Enrique Crosa Zunino, ejercieron la dirección y secretaría general y me “colocaron a dedo” a ver si servía “pa’algo” el nene. (ya vieron que no ….), cuando, justamente trataba, Oldoine, estos temas de la Asociación. La Casa mayor del fútbol, para la época. Siempre bien considerada. Otro momento, ¿no?.
Era el tiempo que la Junta Dirigente sesionaba por 18 de Julio, donde Don Fermín Sorhueta, era el Presidente y lo era, nomás. Mandaba y a otra cosa, mariposa.
De gurí, siempre escuché y ví esa acción de otros hombres, acaso, con los mismos defectos y virtudes que los de ahora, claro está, el mundo es el mismo, pero distinto.
“Ha cambiao pa’pior” (el Indio Patoruzú). O, de repente, dejar lugar para una “chancecita”, como lo hacía en su radioteatro Oldoine, con su familia “Los Paredes”, siempre problemas, pero, también siempre se llegaba una feliz solución.
Entonces, queridos fantasmas, que habitan desde aquellos sagrados y lindos tiempos del ayer, donde éramos campeones del mundo, donde la gente nos miraba como “bicho raro” porque …¿quiénes eran estos uruguayos?, a ustedes les pido que les trasladen a estos dirigentes de hoy que se acuerden de sus padres, a muchos de ellos, por supuesto y a los otros, que juzguen con el mejor criterio posible el programa de acción de aquí en más.
Es y será fundamental. Ya que estamos, me afilio a lo que decía un hombre de quien fui amigo y trabajamos juntos en C X 14 El Espectador, mi inolvidable Dante Ortiz, con su personaje Juancito Sangredulce, “el último optimista”, con libretos de otro amigazo del alma, como Julio César Castro, Juceca, (Don Verídico, pa’que lo recuerden mejor): “ Por peor que te vaya, sonreí un cachito, ¿Quién te diga, no? “