Escribe JORGE CROSA
No es para tomarlo “así nomás” el triunfo apabullante de River Plate frente a Vitoria por 4 a 1. Y lo digo porque, quizás, mucha gente no sepa que éste equipo brasileño, venía de una campaña notable en el Brasilerao, grupo A. Le ganó al puntero Palmeiras por 3 a 2, venció al segundo de la tabla, Internacional de Porto Alegre por 2 a 0 y empató con Gremio 1 a 1.
Por lo tanto, no fue una victoria más. El brasileño, junto al argentino, son los mejores, según los resultados generales, los mejores del continente. Pues, entonces, hay que destacar como corresponde el triunfo excepcional del equipo de Juan Ramón Carrasco.
Porque, cuando ganan Peñarol o Nacional, los títulos son grandes y los análisis profundos. No sucede lo mismo con River Plate, por ejemplo o Defensor o Danubio o Liverpool. Y eso esta pésimo, en la faz comunicadora.
Lo de River Plate fue notable. Lo repito porque fue así. Más allá de los goles de Córdoba, muy buenos los dos, de Andresinho y Jorge Rodríguez, está el esquema de juego puesto en el campo. Sin miedos. Sin temores. Acaso perdiendo el hilo en el medio campo, a consecuencia de un trabajo ofensivo alegre y vencedor, cosa a corregir, seguramente en la revancha, éste River nos dio un alegrón, a los que nos gusta el fútbol, sin especulaciones, sin miedos, sin tristezas, sin torpezas.
Carrasco los hace jugar de otra manera. Vitoria no se dio cuenta y en un ratito ya iba perdiendo 2 a 0. Eso es grave para un grupo que le ganó al puntero de su campeonato, que tienen – según lo que sabemos – uno de los mejores juegos del mundo, la tabla de la eliminatoria lo marca claramente, por lo que, no es fácil hacer lo que River Plate, con sus pibes, sin nombre algunos, deportivamente hablando, se mandaron en el Centenario.
Entonces dieron ganas de gritar los goles. Aún siendo periodista, sí, se gritaron los goles. Porque valieron la pena. Porque la sonrisa de River es la que perdió hace mucho tiempo el fútbol uruguayo y que debe y puede, ya se vio, reconquistar. Ni regalarse, ni nada. Jugando a un fútbol práctico, técnico, ofensivo, llegador y no dando pelota por perdida. Eso sí, para corregir hay mucho. Juan Ramón lo sabe. Ellos también.
Pero la satisfacción por una victoria terminante, de esas que no tienen vuelta, que nos alegran y nos reconfortan, hay que significarlas. Hay que decirlas ya. Es el momento.
No sé cómo le irá a River Plate en la Sudamericana. Importa lo que ví. Me pareció, sencillamente, brillante.
Desde abajo, Dos Santos, Bica, Conceicao, Sosa, Klingender, Porras,Jorge Rodríguez( gran desempeño) , Zambrana, Puppo, Souza, Córdoba ( excepcional), más Rizzotto, Andresinho y Porta, formaron un grupo oriental de avanzada como hacía tiempo que no veía. Acepto, acaso, que el medio campo quedó medio vacío, pero es cuestión de adaptación y tiempo.
El asunto fue un resultado de 4 a 1, frente a un equipo brasileño que se mide a la par con Palmeiras, Internacional, Gremio y los grandes de ese país.
Hay que destacarlo como corresponde. No solamente cuando ganan, empatan o pierden, Nacional y Peñarol, sino cuando se destaca un grupo trabajador que juega “a otra cosa”.
A esa “otra cosa” que nos gusta a los futboleros, a los deportistas, a los periodistas. Al fútbol. Nada menos. A un fútbol que se ve como un eclipse. De tanto en tanto.
Bien Juan. Buena, muchachos. Suerte en Brasil. Se la merecen. Hacía tiempo que quería escribir algo así, mucho tiempo y no podía. Gracias, River Plate.
Por fin salí con una sonrisa del Centenario …