lunes, 14 de septiembre de 2009

GRACIAS POR EL FUEGO

Escribe JORGE CROSA

El costo de la derrota es la despedida. No es novedad. Al técnico Ribas le ha sucedido por segunda vez en Peñarol. Si no se gana con un “grande”, si la campaña es mala, no tiene vuelta el asunto. Se sabe, fue, es y será así.
El mundo del fútbol y de cualquier deporte así lo marca. Se va, siempre el responsable técnico. En la pelota de todos los domingos, en el basquetbol, en el volebol, en el rugby, en cualquier disciplina colectiva, se paga el costo de ser el director de la orquesta. Desafina. Afuera. Gracias por el fuego …(querido Marido Benedetti, siempre presente para cualquier escritor, por su vigencia, por su tarea formidable y justo con ésta novela que tiene como motivo guía, el de la frustración). Y hoy, 14 de setiembre, que cumpliría 89 años, el laureado autor nacido en Paso de los Toros, Tacuarembó, jornada en la que se crea su Fundación.
Y es así, nomás. Se llame como se llame el técnico en éste asunto del fútbol.
Recuerdo renuncias como las de Mourinho, Capello, por citar, con cifras “galácticas” por su despido y ¿todo por qué?, porque con los grandes equipos hay que ganar.
Siempre o con una frecuencia casi infalible. Perder no está en los cálculos de ningún dirigente, de ningún hincha, de nadie que se sienta consustanciado con la causa de un enorme grupo, histórico, como Peñarol o Nacional.
Es una obligación. Sin ese “brevet” (diploma) de vencedor, no se aguantan ni los partidarios, ni los dirigentes, ni los propios jugadores, que también tienen su cuota parte en éste negocio, claro está, ni nadie que vea la caída vertical, sin levante, de un equipo de fútbol con un fantástico palmarés.
Todos “pagan” ese precio de perder con Peñarol. Con Nacional. Y ya que estamos, mire a los vecinos, nomás. El Coco Basile a los tumbos con Boca, campeón de todo y pierde a cada rato. Gorosito que no sabe lo que hacer con River Plate, millonario por donde lo busque, menos en los resultados. El propio genio Maradona, que se tomó el avión para decirle cara a cara a los “de allá” que es lo que “pasa acá” que no rinden y por ahí agradecerles los servicios prestados.
Por lo tanto, en todos lados, el resultado, el juego, la manera de presentar el equipo, si no se gana, no es nuevo, es más viejo que el piripicho de las globas de hace 40 años, que hay ponerse el bolso al hombro, saludar y a otra cosa, che pebeta …
Mala suerte, no salieron las cosas, no se pudo conformar el grupo, se pierde y no hay juego colectivo, no se llega al gol, se pierde y no va la cosa, entonces, la historia marca el adiós de los técnicos. Como se llamen. Con los títulos que tengan. No importa. No ganan. Afuera. Así de fiero es el deporte. No te da chance.
Revancha sí. También es cierto.
“No hay partido sin revancha”, se sabe.
Venga quien venga, Peñarol, como grande, tiene que regresar a la victoria, porque su gente se lo reclama. Es así y siempre será así.
Y si no gana, pasará lo mismo. Otra historia, repetida, de fracasos y broncas. Los grandes no soportan toboganes. Ni Peñarol, ni Nacional, ni Boca, ni River Plate, ni Barcelona, ni el Real, ninguno, por algo son grandes, por sus éxitos permanentes, sin claudicaciones.
Y cuando eso no se logra, adiós. Así es. Para todos, sin excepción.
Culmina una etapa frustrante. Le duele a cualquier deportista, por supuesto. El fútbol sigue.
Gracias por el fuego …
Esta vez, no pudo ser.