Escribe JORGE CROSA
Antes de Colombia, escribimos que se “rompieran el corazón” y ganar los tres partidos que quedaban. Cumplieron con la primera meta volante del camino. El mojón Colombia se pasó. Sin lujos, (no es nuestra característica), con fuerza y una voluntad que dio, nuevamente, a nuestra gente, la sensación que no está todo perdido.
Así fue contra los colombianos. A “corazón partido”. Con apellidos conocidos, pero distintos en su puesta en acción. De allí la formación con Silva, Valdéz, Cáceres y Pereira, Pérez y Gargano, Cavani (media hora) luego la fuerza de Andrés Scotti con gol incluído, Cristián Rodríguez, Suárez y Forlán en una tarea diferente. Accionó como distribuidor y centralizador de avances, de pases, de coordinación.
El gol de Suárez, a los 6 minutos, fue una inyección de vida, la expulsión de Valdéz, un dudoso apurón del árbitro Torres, aunque debe reconocerse que ese tipo de jugadas al límite, tan temprano, media horita nomás, no fue acertada, aunque no era para roja, sin duda, pero, como que uno “se regala”, ¿no? . Una pena.
Después Torres “compensó” con la maldita tarjeta a Teófilo Gutiérrez. Le vino al pelo a la celeste, porque fue como “saliendo del vestuario” que quedamos los dos con diez, la ventaja y el aliento increíble de nuestra gente que, más allá del 2 x 1, tipo oferta de supermercado, creía en Uruguay, como lo demostró.
UN EMPATE INESPERADO
Mientras prevalecía cierto dominio, desordenado, pero dominio al fin, vino el gol de Colombia. Un centro sin pena, las manos de Castillo que no superaron la altura de Jackson Martínez, la cabeza y llegó la paridad. Injusta, pero real.
A laburar de nuevo. Ellos con sus cambios tácticos realizados, Jackson Martínez y Giovanni Hernández y Uruguay con uno sólo, Andrés Scotti por Cavani.
¿Cómo encontrar la victoria? . “ A corazón partido”. Pereira por su sector dominando, Gargano recuperando, Cristian Rodríguez en la búsqueda continuada de la pelota, Suárez, sin descollar pero valiente, Diego Pérez con una entrega fantástica metió notable y sobre los 76’ , luego un tiro de esquina de Pereira, Scotti, con precisión la mandó adentro, lejos del golero Julio, que no se dio cuenta que estaba soberanamente fuera de distancia. Ese gol, que levantó a un pueblo, marcó la diferencia real.
Esto es, Colombia amedrentada, atrasada, con chispazos, sin peligro de cortocircuito y Uruguay al frente, con absoluta disposición, más allá del orden que se puede precisar. No era momento para fijarse en eso. Había que ganar.
Y SALIO EL PONCHO CON ESPIRITU INCLUIDO
No se le dejó pelota para dominar. Se trabó lo que se pudo. Era fundamental no dejarlos armar, aunque ya Colombia había resignado esa posibilidad, salvo alguna llegada de riesgo que consolidó Pereira, de gran juego y a seguir metiendo. Colombia vio un final oscuro. Porque Uruguay logró “apagarlo”.
Le sacó la pelota y metió fuerza, velocidad, marca y peligro. No mucho más, pero con eso era el partido.
No se dio pelota por perdida y Pereira, una vez más, con el poncho y una voluntad indomable, llegó por zurda, habilitó a Forlán, quien levantó la mirada y vio que venía Eguren por el medio, solito y en lugar de hacer una propia, cedió el pase al medio, para que, quien sustituyo a Rodríguez, la mandara “recomendada”, tipo carta, cuestión que llegue, ¿vio?, al fondo de la “casa colombiana” que cuidaba el “sereno” Agustín Julio.
Se cerró el sport. Uruguay 3 a 1. Victoria con satisfacción superlativa, luego de la penosa caída ante Perú. Remontada anímica fundamental.
EL CAMINO ES CULEBRERO …
Había que voltear tres mojones. Colombia, Ecuador y Argentina. No es sencillo el camino. Sin duda que es culebrero, como cantan los colombianos. “pero como me voy, yo me pongo mi sombrero …” . Un mojón quedó atrás. Ahora vienen “las de a peso”. Falta un mes. Pasará rápido, sin duda. Nada es sencillo para ningún equipo en las eliminatorias. Allí lo ven a Argentina, con todos sus millones y cayendo, “a lo Florencio”, Barranca abajo. Con los cracks incluídos y Maradona y el ruido y la prensa y el peso de Grondona y todo ese “plus” que siempre tienen. Y que siempre tendrán y han tenido. Queda claro.
Con distintos apellidos, los uruguayos supieron cumplir. No sin riesgo. No existe ganar sin peligro.
Vencer sin peligro es triunfar sin gloria.
Quedan dos rivales de jerarquía. Uno porque siempre ha sido complicado, aún en declive: Ecuador. El otro, bueno, el vecino no andará bien, será criticado, pero es el rival de toda la vida, junto con Brasil. Las eliminatorias son más graves que los mundiales, siempre ha sido así.
EL QUE TIENE FE EN SI MISMO …
Dolió lo de Perú. Mucho.
Se “partieron el corazón” contra Colombia. Ganaron. Muy bien.
Ahora, como uruguayo, deportista, periodista, o como cualquier habitante de ésta noble tierra oriental, vamos a pedirle a quien corresponda, creyente o no, que nos dé una mano, ¿por qué no?, no es desdoroso tener la fortuna de nuestro lado y agrego, como el escritor español Unamuno, que de algo vale el estudio y la ilustración:
“El que tiene fe en sí mismo, no necesita que los demás crean en él”.