Escribe JORGE CROSA
No crea que voy a escribir sobre fútbol. Acaso sobre la vida, sí. Sobre la triste vida del miserable que odia, que envidia, que usa la palabra alcahuete, de aceptación tácita, tal parece, entre los ordinarios, como término común, de uso frecuente. Triste lo de esa gente. Viven hablando de lo que hacen los demás (mucho mejor que lo que hacen ellos, naturalmente) y sienten rencor y animosidad. Son bichos feos. Como los del zoológico. En esta selva de pseudo inteligentes, ora ignorantes, ora, confusamente, talentosos, parece ser que la batalla del periodismo, de todos sus temas, en lugar de ser el logro, el progreso, el avance, la capacidad y el criterio formativo de las próximas sociedades, se basa, pura y exclusivamente, en acusaciones sobre una persona en particular, acaso, dos, quizás, tres. Parecería que ellos fueran los bienaventurados salvadores de la honestidad, del buen vivir, de la corrección, de la educación. Que, ellos, los talentosos periodistas – por llamarlos de alguna manera – se convirtieron en rectores de la conducta, de la probidad, de la honestidad, del respeto, de la ley. Ellos y solamente ellos, pueden hablar y despotricar sobre todos los demás. Ellos jamás hicieron, ni harán nada que tenga que ver con la falsedad, la mentira, la trampa. No. Los impolutos, no. Uno que aprendió y no en Internet, con Rodó, con Jacinto Benavente, con Horacio Quiroga (en ellos había que estudiar, claro), Carlos Vaz Ferreira, Juan Zorrilla de San Martín, hoy y ayer nomás, con Mario Benedetti, Juan de Ibarbourou, Paco Espínola, Felisberto Hernández y sigue una lista fantástica, se encuentra con éste panorama de ignorantes y da vergüenza.
Por épocas bien cercanas, don Adolfo Oldoine “Old”, el querídismo Juceca, (Don Verídico), con quien trabajamos, Salvador Becquer Puig, Hugo Milton Infantino, gente de raza, periodistas en serio. Genaro Carleo en el basquetbol, Carmelo Gaetán en el ciclismo, Don César L. Gallardo en el fútbol, Don Carlos Solé (ponerse de pie) , por citar algunos nomás con quienes, de niños, de gurises nomás tuvimos el placer de trabajar y aprender con ellos, ve éste panorama ordinario y no deja de asombrarse. En donde el término alcahuete es el más utilizado por aquellos que creen que estar detrás de un micrófono son periodistas o sentarse frente a una cámara o delante, hoy, de una computadora.
Qué equivocados que están. Quien lee esto y recuerde lo que digo, estoy seguro que concuerda conmigo. Hoy no se enseña, se ataca, se fustiga, se ofende, se agrede. No hay intención de crear una escuela o bien construirla de periodismo. Ya sea deportivo o a cualquier nivel. Se han perdido, con ésa gente, los eruditos en la materia.
Uno, que tuvo la suerte y felicidad de alternar con muchos de éstos hombres, le agradece al destino tal suerte. Una fortuna impagable en materia de lecturas, de aprendizaje, de amor por la profesión y el ejercicio de la misma. Eso es periodismo. Eso fue periodismo.
Hoy nos encontramos con éste escenario de cartón, de habladores de lo que venga, total, saben de todo y nos da por pensar: “ Y bueno, maestros, déjelos no saben lo que dicen …”
Son los reyes de la verdad. Escriben, hablan , no escuchan. Les abren la puerta, incluso los “enemigos” e igual hieren, con cara de “cultos” .Eso es traición. Raro caso de falsedad. Se saludan, incluso ríen abrazados para las fotos de sociedad. Ese es el periodismo de hoy.
Déjense de estupideces. Basta de hipocresía. A la gente no le importa la vida de cada uno de esos que andan en la vuelta, sacándose “cartel de campeón” y sabedor de todo. Ya está. El chiste inmoderado ya fue. La grosería también.
Dedíquense a enseñar un futuro mejor para los uruguayos que quieran ser, de verdad, informadores, comunicadores, periodistas, escritores o poetas y no imbéciles de turno, que no hacen sonreír a nadie y que destruyen una de las profesiones de mayor respeto del mundo que es la del periodismo.
Todos se conocen. Todos saben de quienes hablo. Por lo tanto, hacerse los distraídos es tan estúpido como lo que representan cada vez que actúan.
El traidor no otra cosa que un déspota en apuros, que no puede hacer su voluntad, sino resignándose a un papel secundario.
No cuestiono en forma alguna a los espacios dedicados a la sátira, de ninguna manera. Manifiesto, sí, al personalismo, al sentirse el descubridor de malas jugadas, de deudas, de porcentajes fraudulentos. Cuestiono al ignorante, al que cree saberlo todo y lo dice como si supiera.
A ése tipo de periodismo me enfrentaré siempre, porque no enseña, porque no es valiente, porque acusa, pero “hasta ahí”, después, bueno, claro hay ciertas dudas que se tratarán más adelante. Eso dicen ...
Eso no es periodismo investigativo. Ni nada. Es una canallada de quienes les han otorgado acaso un micrófono, un espacio, o algo, para decir lo que le venga en gana.
El periodista es un hombre.
Caramba. Debería haber empezado por ahí.