Escribe JORGE CROSA
Una magnífica obra que hay que destacar como corresponde.
Peñarol y su complejo de Alto Rendimiento, que, en el festejo de su 118 aniversario, inauguró con cinco canchas que serán todas iluminadas, gimnasios de césped artificial para todo tipo de preparaciones físicas, vestuarios acordes a nuestro tiempo y a lo que se ve en el mundo del fútbol y algo que realmente vale, llama la atención y hay que redoblar la felicitación a la Directiva de Peñarol: la construcción de un liceo, con más de 40 aulas, capacidad para 150 alumnos, zonas de computación de última generación y solamente resta la autorización del Codicen con su proyecto Gol al Futuro.
Peñarol hizo una apuesta fuerte, grande y soberana en beneficio de la sociedad uruguaya toda. En su faz deportiva y educativa. Un ejemplo espectacular, que, para nuestro país, es altamente significativo.
De este tipo de obras hay que hablar hasta el cansancio porque son y serán el futuro de un área, de un sector de la población del Uruguay.
Contemplando todos sus aspectos. Los deportivos, por naturaleza propia, los de estudios liceales para la formación de los estudiantes y todo un sistema de preparaciones físicas de todo tipo con cinco canchas para un desarrollo, que, se piensa, excepcional, único en nuestro país.
Esto es altamente valioso. El Centro de Alto Rendimiento de Peñarol es una prueba más que se puede, cuando se piensa, cuando hay gente con capacidad de orientación, inteligente y de alto concepto del deporte y del estudio.
Esto de Peñarol es un gran ejemplo. Es una primera gran expresión de insertarse en el primer mundo del deporte y del estudio. Mañana de la informática y así, sucesivamente.
La congratulación de éste periodista, orgulloso por una obra de tal magnitud, seguramente será el de todos aquellos que quieran bien al deporte, al fútbol, a los proyectos concretados y a los sueños realizados.
Peñarol, acaso, sea algo más que El equipo del Siglo XX.
Ha demostrado cómo se pueden hacer las cosas cuando se piensan, cuando hay talento y capacidad.
Peñarol le ha dado al Uruguay, silenciosamente, una enorme alegría.
Enhorabuena.
lunes, 28 de septiembre de 2009
DE TRAIDORES Y PERIODISTAS
Escribe JORGE CROSA
No crea que voy a escribir sobre fútbol. Acaso sobre la vida, sí. Sobre la triste vida del miserable que odia, que envidia, que usa la palabra alcahuete, de aceptación tácita, tal parece, entre los ordinarios, como término común, de uso frecuente. Triste lo de esa gente. Viven hablando de lo que hacen los demás (mucho mejor que lo que hacen ellos, naturalmente) y sienten rencor y animosidad. Son bichos feos. Como los del zoológico. En esta selva de pseudo inteligentes, ora ignorantes, ora, confusamente, talentosos, parece ser que la batalla del periodismo, de todos sus temas, en lugar de ser el logro, el progreso, el avance, la capacidad y el criterio formativo de las próximas sociedades, se basa, pura y exclusivamente, en acusaciones sobre una persona en particular, acaso, dos, quizás, tres. Parecería que ellos fueran los bienaventurados salvadores de la honestidad, del buen vivir, de la corrección, de la educación. Que, ellos, los talentosos periodistas – por llamarlos de alguna manera – se convirtieron en rectores de la conducta, de la probidad, de la honestidad, del respeto, de la ley. Ellos y solamente ellos, pueden hablar y despotricar sobre todos los demás. Ellos jamás hicieron, ni harán nada que tenga que ver con la falsedad, la mentira, la trampa. No. Los impolutos, no. Uno que aprendió y no en Internet, con Rodó, con Jacinto Benavente, con Horacio Quiroga (en ellos había que estudiar, claro), Carlos Vaz Ferreira, Juan Zorrilla de San Martín, hoy y ayer nomás, con Mario Benedetti, Juan de Ibarbourou, Paco Espínola, Felisberto Hernández y sigue una lista fantástica, se encuentra con éste panorama de ignorantes y da vergüenza.
Por épocas bien cercanas, don Adolfo Oldoine “Old”, el querídismo Juceca, (Don Verídico), con quien trabajamos, Salvador Becquer Puig, Hugo Milton Infantino, gente de raza, periodistas en serio. Genaro Carleo en el basquetbol, Carmelo Gaetán en el ciclismo, Don César L. Gallardo en el fútbol, Don Carlos Solé (ponerse de pie) , por citar algunos nomás con quienes, de niños, de gurises nomás tuvimos el placer de trabajar y aprender con ellos, ve éste panorama ordinario y no deja de asombrarse. En donde el término alcahuete es el más utilizado por aquellos que creen que estar detrás de un micrófono son periodistas o sentarse frente a una cámara o delante, hoy, de una computadora.
Qué equivocados que están. Quien lee esto y recuerde lo que digo, estoy seguro que concuerda conmigo. Hoy no se enseña, se ataca, se fustiga, se ofende, se agrede. No hay intención de crear una escuela o bien construirla de periodismo. Ya sea deportivo o a cualquier nivel. Se han perdido, con ésa gente, los eruditos en la materia.
Uno, que tuvo la suerte y felicidad de alternar con muchos de éstos hombres, le agradece al destino tal suerte. Una fortuna impagable en materia de lecturas, de aprendizaje, de amor por la profesión y el ejercicio de la misma. Eso es periodismo. Eso fue periodismo.
Hoy nos encontramos con éste escenario de cartón, de habladores de lo que venga, total, saben de todo y nos da por pensar: “ Y bueno, maestros, déjelos no saben lo que dicen …”
Son los reyes de la verdad. Escriben, hablan , no escuchan. Les abren la puerta, incluso los “enemigos” e igual hieren, con cara de “cultos” .Eso es traición. Raro caso de falsedad. Se saludan, incluso ríen abrazados para las fotos de sociedad. Ese es el periodismo de hoy.
Déjense de estupideces. Basta de hipocresía. A la gente no le importa la vida de cada uno de esos que andan en la vuelta, sacándose “cartel de campeón” y sabedor de todo. Ya está. El chiste inmoderado ya fue. La grosería también.
Dedíquense a enseñar un futuro mejor para los uruguayos que quieran ser, de verdad, informadores, comunicadores, periodistas, escritores o poetas y no imbéciles de turno, que no hacen sonreír a nadie y que destruyen una de las profesiones de mayor respeto del mundo que es la del periodismo.
Todos se conocen. Todos saben de quienes hablo. Por lo tanto, hacerse los distraídos es tan estúpido como lo que representan cada vez que actúan.
El traidor no otra cosa que un déspota en apuros, que no puede hacer su voluntad, sino resignándose a un papel secundario.
No cuestiono en forma alguna a los espacios dedicados a la sátira, de ninguna manera. Manifiesto, sí, al personalismo, al sentirse el descubridor de malas jugadas, de deudas, de porcentajes fraudulentos. Cuestiono al ignorante, al que cree saberlo todo y lo dice como si supiera.
A ése tipo de periodismo me enfrentaré siempre, porque no enseña, porque no es valiente, porque acusa, pero “hasta ahí”, después, bueno, claro hay ciertas dudas que se tratarán más adelante. Eso dicen ...
Eso no es periodismo investigativo. Ni nada. Es una canallada de quienes les han otorgado acaso un micrófono, un espacio, o algo, para decir lo que le venga en gana.
El periodista es un hombre.
Caramba. Debería haber empezado por ahí.
No crea que voy a escribir sobre fútbol. Acaso sobre la vida, sí. Sobre la triste vida del miserable que odia, que envidia, que usa la palabra alcahuete, de aceptación tácita, tal parece, entre los ordinarios, como término común, de uso frecuente. Triste lo de esa gente. Viven hablando de lo que hacen los demás (mucho mejor que lo que hacen ellos, naturalmente) y sienten rencor y animosidad. Son bichos feos. Como los del zoológico. En esta selva de pseudo inteligentes, ora ignorantes, ora, confusamente, talentosos, parece ser que la batalla del periodismo, de todos sus temas, en lugar de ser el logro, el progreso, el avance, la capacidad y el criterio formativo de las próximas sociedades, se basa, pura y exclusivamente, en acusaciones sobre una persona en particular, acaso, dos, quizás, tres. Parecería que ellos fueran los bienaventurados salvadores de la honestidad, del buen vivir, de la corrección, de la educación. Que, ellos, los talentosos periodistas – por llamarlos de alguna manera – se convirtieron en rectores de la conducta, de la probidad, de la honestidad, del respeto, de la ley. Ellos y solamente ellos, pueden hablar y despotricar sobre todos los demás. Ellos jamás hicieron, ni harán nada que tenga que ver con la falsedad, la mentira, la trampa. No. Los impolutos, no. Uno que aprendió y no en Internet, con Rodó, con Jacinto Benavente, con Horacio Quiroga (en ellos había que estudiar, claro), Carlos Vaz Ferreira, Juan Zorrilla de San Martín, hoy y ayer nomás, con Mario Benedetti, Juan de Ibarbourou, Paco Espínola, Felisberto Hernández y sigue una lista fantástica, se encuentra con éste panorama de ignorantes y da vergüenza.
Por épocas bien cercanas, don Adolfo Oldoine “Old”, el querídismo Juceca, (Don Verídico), con quien trabajamos, Salvador Becquer Puig, Hugo Milton Infantino, gente de raza, periodistas en serio. Genaro Carleo en el basquetbol, Carmelo Gaetán en el ciclismo, Don César L. Gallardo en el fútbol, Don Carlos Solé (ponerse de pie) , por citar algunos nomás con quienes, de niños, de gurises nomás tuvimos el placer de trabajar y aprender con ellos, ve éste panorama ordinario y no deja de asombrarse. En donde el término alcahuete es el más utilizado por aquellos que creen que estar detrás de un micrófono son periodistas o sentarse frente a una cámara o delante, hoy, de una computadora.
Qué equivocados que están. Quien lee esto y recuerde lo que digo, estoy seguro que concuerda conmigo. Hoy no se enseña, se ataca, se fustiga, se ofende, se agrede. No hay intención de crear una escuela o bien construirla de periodismo. Ya sea deportivo o a cualquier nivel. Se han perdido, con ésa gente, los eruditos en la materia.
Uno, que tuvo la suerte y felicidad de alternar con muchos de éstos hombres, le agradece al destino tal suerte. Una fortuna impagable en materia de lecturas, de aprendizaje, de amor por la profesión y el ejercicio de la misma. Eso es periodismo. Eso fue periodismo.
Hoy nos encontramos con éste escenario de cartón, de habladores de lo que venga, total, saben de todo y nos da por pensar: “ Y bueno, maestros, déjelos no saben lo que dicen …”
Son los reyes de la verdad. Escriben, hablan , no escuchan. Les abren la puerta, incluso los “enemigos” e igual hieren, con cara de “cultos” .Eso es traición. Raro caso de falsedad. Se saludan, incluso ríen abrazados para las fotos de sociedad. Ese es el periodismo de hoy.
Déjense de estupideces. Basta de hipocresía. A la gente no le importa la vida de cada uno de esos que andan en la vuelta, sacándose “cartel de campeón” y sabedor de todo. Ya está. El chiste inmoderado ya fue. La grosería también.
Dedíquense a enseñar un futuro mejor para los uruguayos que quieran ser, de verdad, informadores, comunicadores, periodistas, escritores o poetas y no imbéciles de turno, que no hacen sonreír a nadie y que destruyen una de las profesiones de mayor respeto del mundo que es la del periodismo.
Todos se conocen. Todos saben de quienes hablo. Por lo tanto, hacerse los distraídos es tan estúpido como lo que representan cada vez que actúan.
El traidor no otra cosa que un déspota en apuros, que no puede hacer su voluntad, sino resignándose a un papel secundario.
No cuestiono en forma alguna a los espacios dedicados a la sátira, de ninguna manera. Manifiesto, sí, al personalismo, al sentirse el descubridor de malas jugadas, de deudas, de porcentajes fraudulentos. Cuestiono al ignorante, al que cree saberlo todo y lo dice como si supiera.
A ése tipo de periodismo me enfrentaré siempre, porque no enseña, porque no es valiente, porque acusa, pero “hasta ahí”, después, bueno, claro hay ciertas dudas que se tratarán más adelante. Eso dicen ...
Eso no es periodismo investigativo. Ni nada. Es una canallada de quienes les han otorgado acaso un micrófono, un espacio, o algo, para decir lo que le venga en gana.
El periodista es un hombre.
Caramba. Debería haber empezado por ahí.
miércoles, 23 de septiembre de 2009
POR FIN, SONREÍ ...
Escribe JORGE CROSA
No es para tomarlo “así nomás” el triunfo apabullante de River Plate frente a Vitoria por 4 a 1. Y lo digo porque, quizás, mucha gente no sepa que éste equipo brasileño, venía de una campaña notable en el Brasilerao, grupo A. Le ganó al puntero Palmeiras por 3 a 2, venció al segundo de la tabla, Internacional de Porto Alegre por 2 a 0 y empató con Gremio 1 a 1.
Por lo tanto, no fue una victoria más. El brasileño, junto al argentino, son los mejores, según los resultados generales, los mejores del continente. Pues, entonces, hay que destacar como corresponde el triunfo excepcional del equipo de Juan Ramón Carrasco.
Porque, cuando ganan Peñarol o Nacional, los títulos son grandes y los análisis profundos. No sucede lo mismo con River Plate, por ejemplo o Defensor o Danubio o Liverpool. Y eso esta pésimo, en la faz comunicadora.
Lo de River Plate fue notable. Lo repito porque fue así. Más allá de los goles de Córdoba, muy buenos los dos, de Andresinho y Jorge Rodríguez, está el esquema de juego puesto en el campo. Sin miedos. Sin temores. Acaso perdiendo el hilo en el medio campo, a consecuencia de un trabajo ofensivo alegre y vencedor, cosa a corregir, seguramente en la revancha, éste River nos dio un alegrón, a los que nos gusta el fútbol, sin especulaciones, sin miedos, sin tristezas, sin torpezas.
Carrasco los hace jugar de otra manera. Vitoria no se dio cuenta y en un ratito ya iba perdiendo 2 a 0. Eso es grave para un grupo que le ganó al puntero de su campeonato, que tienen – según lo que sabemos – uno de los mejores juegos del mundo, la tabla de la eliminatoria lo marca claramente, por lo que, no es fácil hacer lo que River Plate, con sus pibes, sin nombre algunos, deportivamente hablando, se mandaron en el Centenario.
Entonces dieron ganas de gritar los goles. Aún siendo periodista, sí, se gritaron los goles. Porque valieron la pena. Porque la sonrisa de River es la que perdió hace mucho tiempo el fútbol uruguayo y que debe y puede, ya se vio, reconquistar. Ni regalarse, ni nada. Jugando a un fútbol práctico, técnico, ofensivo, llegador y no dando pelota por perdida. Eso sí, para corregir hay mucho. Juan Ramón lo sabe. Ellos también.
Pero la satisfacción por una victoria terminante, de esas que no tienen vuelta, que nos alegran y nos reconfortan, hay que significarlas. Hay que decirlas ya. Es el momento.
No sé cómo le irá a River Plate en la Sudamericana. Importa lo que ví. Me pareció, sencillamente, brillante.
Desde abajo, Dos Santos, Bica, Conceicao, Sosa, Klingender, Porras,Jorge Rodríguez( gran desempeño) , Zambrana, Puppo, Souza, Córdoba ( excepcional), más Rizzotto, Andresinho y Porta, formaron un grupo oriental de avanzada como hacía tiempo que no veía. Acepto, acaso, que el medio campo quedó medio vacío, pero es cuestión de adaptación y tiempo.
El asunto fue un resultado de 4 a 1, frente a un equipo brasileño que se mide a la par con Palmeiras, Internacional, Gremio y los grandes de ese país.
Hay que destacarlo como corresponde. No solamente cuando ganan, empatan o pierden, Nacional y Peñarol, sino cuando se destaca un grupo trabajador que juega “a otra cosa”.
A esa “otra cosa” que nos gusta a los futboleros, a los deportistas, a los periodistas. Al fútbol. Nada menos. A un fútbol que se ve como un eclipse. De tanto en tanto.
Bien Juan. Buena, muchachos. Suerte en Brasil. Se la merecen. Hacía tiempo que quería escribir algo así, mucho tiempo y no podía. Gracias, River Plate.
Por fin salí con una sonrisa del Centenario …
No es para tomarlo “así nomás” el triunfo apabullante de River Plate frente a Vitoria por 4 a 1. Y lo digo porque, quizás, mucha gente no sepa que éste equipo brasileño, venía de una campaña notable en el Brasilerao, grupo A. Le ganó al puntero Palmeiras por 3 a 2, venció al segundo de la tabla, Internacional de Porto Alegre por 2 a 0 y empató con Gremio 1 a 1.
Por lo tanto, no fue una victoria más. El brasileño, junto al argentino, son los mejores, según los resultados generales, los mejores del continente. Pues, entonces, hay que destacar como corresponde el triunfo excepcional del equipo de Juan Ramón Carrasco.
Porque, cuando ganan Peñarol o Nacional, los títulos son grandes y los análisis profundos. No sucede lo mismo con River Plate, por ejemplo o Defensor o Danubio o Liverpool. Y eso esta pésimo, en la faz comunicadora.
Lo de River Plate fue notable. Lo repito porque fue así. Más allá de los goles de Córdoba, muy buenos los dos, de Andresinho y Jorge Rodríguez, está el esquema de juego puesto en el campo. Sin miedos. Sin temores. Acaso perdiendo el hilo en el medio campo, a consecuencia de un trabajo ofensivo alegre y vencedor, cosa a corregir, seguramente en la revancha, éste River nos dio un alegrón, a los que nos gusta el fútbol, sin especulaciones, sin miedos, sin tristezas, sin torpezas.
Carrasco los hace jugar de otra manera. Vitoria no se dio cuenta y en un ratito ya iba perdiendo 2 a 0. Eso es grave para un grupo que le ganó al puntero de su campeonato, que tienen – según lo que sabemos – uno de los mejores juegos del mundo, la tabla de la eliminatoria lo marca claramente, por lo que, no es fácil hacer lo que River Plate, con sus pibes, sin nombre algunos, deportivamente hablando, se mandaron en el Centenario.
Entonces dieron ganas de gritar los goles. Aún siendo periodista, sí, se gritaron los goles. Porque valieron la pena. Porque la sonrisa de River es la que perdió hace mucho tiempo el fútbol uruguayo y que debe y puede, ya se vio, reconquistar. Ni regalarse, ni nada. Jugando a un fútbol práctico, técnico, ofensivo, llegador y no dando pelota por perdida. Eso sí, para corregir hay mucho. Juan Ramón lo sabe. Ellos también.
Pero la satisfacción por una victoria terminante, de esas que no tienen vuelta, que nos alegran y nos reconfortan, hay que significarlas. Hay que decirlas ya. Es el momento.
No sé cómo le irá a River Plate en la Sudamericana. Importa lo que ví. Me pareció, sencillamente, brillante.
Desde abajo, Dos Santos, Bica, Conceicao, Sosa, Klingender, Porras,Jorge Rodríguez( gran desempeño) , Zambrana, Puppo, Souza, Córdoba ( excepcional), más Rizzotto, Andresinho y Porta, formaron un grupo oriental de avanzada como hacía tiempo que no veía. Acepto, acaso, que el medio campo quedó medio vacío, pero es cuestión de adaptación y tiempo.
El asunto fue un resultado de 4 a 1, frente a un equipo brasileño que se mide a la par con Palmeiras, Internacional, Gremio y los grandes de ese país.
Hay que destacarlo como corresponde. No solamente cuando ganan, empatan o pierden, Nacional y Peñarol, sino cuando se destaca un grupo trabajador que juega “a otra cosa”.
A esa “otra cosa” que nos gusta a los futboleros, a los deportistas, a los periodistas. Al fútbol. Nada menos. A un fútbol que se ve como un eclipse. De tanto en tanto.
Bien Juan. Buena, muchachos. Suerte en Brasil. Se la merecen. Hacía tiempo que quería escribir algo así, mucho tiempo y no podía. Gracias, River Plate.
Por fin salí con una sonrisa del Centenario …
lunes, 21 de septiembre de 2009
SILENCIO Y APLAUSO
Escribe JORGE CROSA
Pierde el equipo. Se va el técnico. Es la regla. Observo la excepción: Pelusso. Ganador y se fue igual.
Siempre o casi siempre ha sido así. Los dirigentes quieren ganar, pagan (algunos) otros amagan, otros, directamente no lo hacen y quienes sí cumplen quieren ver los resultados. No voy a citar ni los equipos, no los técnicos, porque no importa. El hecho siempre ha sido el mismo. En Buenos Aires, por ejemplo, dura un poquito más lo novela. El caso Basile en Boca. El tema Gorosito en River. Tienen otros argumentos. Es otra formación deportiva. Allí anda en la vuelta, a cada rato, el nombre del Enzo para River. Diga que no tiene el curso y que él no le tiene muchas ganas al asunto, de lo contrario, ya sería el DT de los millonarios. Incluso, si llega a ganar D’Onofrio, quien sabe si no toma un puesto de Manager o Director General. Se verá.
Pero lo que quiero significar es que en Argentina se maneja de otra manera el tema porque son más profesionales, son más, hay más dinero, se trabaja de otra manera. Es incomparable un medio con el otro. Aquí perdés tres y afuera o en la puerta. Allá, no. Cinco, seis y reunión de comisión deportiva, primero y luego la directiva. Nosotros, que trabajamos allá, sabemos cómo se manejan los argentinos. Claro, hay más dinero, es otro mercado, se trabaja de otra manera. Con mayor disponibilidad, naturalmente.
Y por estos pagos, siempre “anda la calesita”. Hoy acá, mañana allá, pasado, ¿Quién sabe?. Es la vida de los técnicos. Si aciertan, son Gardel. Si no, violín en bolsa.
Es la ley. Y no hay que sorprenderse siempre fue igual. Si ganás, te quedás. Si perdés, te vas. Muchas veces se cometen injusticias. Pasa en la vida, ¿cómo no va a pasar en el fútbol?
Pero hay una característica que muchísimo tiene que ver con el “ir y venir” de los orientadores: su personalidad.
Podrán tener sus problemas, sus dificultades, sus conflictos, pero cuando uno recuerda, por ejemplo a Don Hugo Bagnulo, al mismo Juan Eduardo Hohberg, el último que nos ubicó cuartos en Mundial, en un Profesor notable, como José Ricardo De León, uno observa ejemplos de conducta, de vida, de enseñanzas.
Acaso eso sea lo que se va perdiendo. Se va alejando la clase. La categoría. La prestancia. La postura, esa condición de líder de grupo que nace con el hombre y la representa en cada escenario en donde muestra a sus dirigidos. Porque, al final, el fútbol es como el teatro, una obra que representamos todos los fines de semana y los actores deben estar cien por ciento, siempre. Y el director, ni que hablar. Un verdadero señor de la escena … deportiva.
Esperemos, junto a ésta reflexión, el próximo 10 de octubre y luego la Argentina aquí en casa.
Queremos ver dos sensaciones bien diferentes: el silencio de Quito y el aplauso del Centenario.
Queremos ser todos responsables, para darles ese empujón de victoria a Tabárez y sus muchachos. Entre el silencio y el aplauso, allí estará la celeste.
No lo considere imposible. La obra está escrita. El director la sabe. Los actores la conocen. Hay que estrenarla. Sólo eso. Estrenarla.
Pierde el equipo. Se va el técnico. Es la regla. Observo la excepción: Pelusso. Ganador y se fue igual.
Siempre o casi siempre ha sido así. Los dirigentes quieren ganar, pagan (algunos) otros amagan, otros, directamente no lo hacen y quienes sí cumplen quieren ver los resultados. No voy a citar ni los equipos, no los técnicos, porque no importa. El hecho siempre ha sido el mismo. En Buenos Aires, por ejemplo, dura un poquito más lo novela. El caso Basile en Boca. El tema Gorosito en River. Tienen otros argumentos. Es otra formación deportiva. Allí anda en la vuelta, a cada rato, el nombre del Enzo para River. Diga que no tiene el curso y que él no le tiene muchas ganas al asunto, de lo contrario, ya sería el DT de los millonarios. Incluso, si llega a ganar D’Onofrio, quien sabe si no toma un puesto de Manager o Director General. Se verá.
Pero lo que quiero significar es que en Argentina se maneja de otra manera el tema porque son más profesionales, son más, hay más dinero, se trabaja de otra manera. Es incomparable un medio con el otro. Aquí perdés tres y afuera o en la puerta. Allá, no. Cinco, seis y reunión de comisión deportiva, primero y luego la directiva. Nosotros, que trabajamos allá, sabemos cómo se manejan los argentinos. Claro, hay más dinero, es otro mercado, se trabaja de otra manera. Con mayor disponibilidad, naturalmente.
Y por estos pagos, siempre “anda la calesita”. Hoy acá, mañana allá, pasado, ¿Quién sabe?. Es la vida de los técnicos. Si aciertan, son Gardel. Si no, violín en bolsa.
Es la ley. Y no hay que sorprenderse siempre fue igual. Si ganás, te quedás. Si perdés, te vas. Muchas veces se cometen injusticias. Pasa en la vida, ¿cómo no va a pasar en el fútbol?
Pero hay una característica que muchísimo tiene que ver con el “ir y venir” de los orientadores: su personalidad.
Podrán tener sus problemas, sus dificultades, sus conflictos, pero cuando uno recuerda, por ejemplo a Don Hugo Bagnulo, al mismo Juan Eduardo Hohberg, el último que nos ubicó cuartos en Mundial, en un Profesor notable, como José Ricardo De León, uno observa ejemplos de conducta, de vida, de enseñanzas.
Acaso eso sea lo que se va perdiendo. Se va alejando la clase. La categoría. La prestancia. La postura, esa condición de líder de grupo que nace con el hombre y la representa en cada escenario en donde muestra a sus dirigidos. Porque, al final, el fútbol es como el teatro, una obra que representamos todos los fines de semana y los actores deben estar cien por ciento, siempre. Y el director, ni que hablar. Un verdadero señor de la escena … deportiva.
Esperemos, junto a ésta reflexión, el próximo 10 de octubre y luego la Argentina aquí en casa.
Queremos ver dos sensaciones bien diferentes: el silencio de Quito y el aplauso del Centenario.
Queremos ser todos responsables, para darles ese empujón de victoria a Tabárez y sus muchachos. Entre el silencio y el aplauso, allí estará la celeste.
No lo considere imposible. La obra está escrita. El director la sabe. Los actores la conocen. Hay que estrenarla. Sólo eso. Estrenarla.
jueves, 17 de septiembre de 2009
LA POBRE GENTE
Escribe JORGE CROSA
Acaso lo que le sucede a muchos, aquí en Uruguay, ¿ y por qué no en el mundo?, sea “festejar” por decirlo de alguna manera la intriga, la desazón, la mala suerte de los demás. Ejemplo: Si a Uruguay le va mal en las eliminatorias, tienen de qué hablar. Y mal. Tema para rato. De oficina, de boliche, donde sea. Lo mismo ocurre con Peñarol y este asunto inconcluso del técnico, solucionado parcialmente por Víctor Púa. También es de uso cotidiano de “los heridos por algo”, castigar, fustigar, maltratar e incluso hasta inventar, si llega el caso. De política, ¿Qué le voy a contar? ¿Si le va bien?, ni le cuento.Si le va mal, ellos “ya lo sabían” porque “andaba en malos pasos …”
Siempre saben todo o para destacarse, inventan, ¿total?, esa es la cuestión. Hablar por hablar. ¿ Sustento, verdades? Ninguna. Olvide, amigo.
¿No le ha pasado alguna vez lo que narro? Esto es, que los “correveidile” exageran, mienten, tergiversan, entreveran las cosas, complican aún más lo que ya está complicado y sin ningún tipo de finalidad sino la de herir a sus pares. Por gusto o por algún problema mental, eso, sin duda.
Hay una mayoría de ese tipo de ¿gente?, que les gusta el morbo, la mentira, la falsedad, el engaño, son completitos.
Y esto lo cuento porque cada día que se acerca el 10 de Octubre, fecha que tendremos que jugarnos la vida (futbolísticamente escribiendo) contra Ecuador, hay de todo tipo de comentarios. Y pocos, muy pocos, alentadores. Todos en contra. O casi.
Será por la mala campaña de la celeste, se reconoce y lo afirmo. No se anduvo nada bien. Pero nada bien. Eso sí, si agregamos “cuentos y mentiras” sobre esto, aquello y lo otro, bueno, el escenario no será el mejor para los uruguayos.
Y es una lástima que haya gente que (¿disfrute?) viendo sufrir al prójimo. A un uruguayo como él. Bueno, ésa gente, de uruguayo no tiene nada. Se ve en todos lados, los que dicen cualquier disparate, los que creen siempre tener la razón, los que jamás se equivocan, los que son los impolutos en esta comedia, los que “venden” una imagen falsa. “Esa” gente, que dispara dardos venenosos con diversos fines, económicos, unos, esto es, vender más de algo, de repente, o juntar más oídos o bien que los reconozcan por la calle, en fin, hay de todo en esta “Villa del Señor”.
Y es muy triste, que ésos que se dicen “justicieros y dueños de la verdad”, no sean del todo fiables en cuanto a su honestidad.
Hay que tener cuidado puesto que esa posición altruista, de jurista diplomado al más alto nivel, se puede venir abajo en pocos segundos. Todos cometimos, cometemos y cometeremos errores, sin lugar a ninguna duda. No existe la infabilidad. Es absurda y tramposa.
El respeto hacia los demás es una buena disciplina. Si no lo quieren ejercer, allá ellos. Si gozan con las “malas” de Uruguay en todos sus aspectos hablamos, pues que lo sigan haciendo. La gente, se sabe, no es tonta. Separa, clasifica, ordena y emite su juicio.
Felizmente, la mayoría de los uruguayos queremos lo mejor para los nuestros y no destacarnos diciendo lo peor, aunque sea mentira, con tal que hablen de las barbaridades que se escuchan, se ven o se leen.
Es una antiquísima manera de tratar de sobresalir, de hacerse ver, que los vean, que digan “ mirá quien va allá … es …”. Una vez lo escribí y reitero el título porque lo merece ante tanta imbecilidad acumulada.
Es … “la pobre gente”, don Florencio, nuestro querido periodista y dramaturgo. La que odia por odiar, la que envidia, la celosa, la falluta, la mentirosa. Esa gente que tan bien retrata en muchas de sus obras maestras Don Florencio Sánchez.
Y en lo nuestro, en el deporte, no podían faltar.
Pero, como dice Florencio Sánchez, al cierre de sus dos actos, de La Pobre Gente …”No es tan malo Dios … a pesar de todo.”
Recuérdelo.
Acaso lo que le sucede a muchos, aquí en Uruguay, ¿ y por qué no en el mundo?, sea “festejar” por decirlo de alguna manera la intriga, la desazón, la mala suerte de los demás. Ejemplo: Si a Uruguay le va mal en las eliminatorias, tienen de qué hablar. Y mal. Tema para rato. De oficina, de boliche, donde sea. Lo mismo ocurre con Peñarol y este asunto inconcluso del técnico, solucionado parcialmente por Víctor Púa. También es de uso cotidiano de “los heridos por algo”, castigar, fustigar, maltratar e incluso hasta inventar, si llega el caso. De política, ¿Qué le voy a contar? ¿Si le va bien?, ni le cuento.Si le va mal, ellos “ya lo sabían” porque “andaba en malos pasos …”
Siempre saben todo o para destacarse, inventan, ¿total?, esa es la cuestión. Hablar por hablar. ¿ Sustento, verdades? Ninguna. Olvide, amigo.
¿No le ha pasado alguna vez lo que narro? Esto es, que los “correveidile” exageran, mienten, tergiversan, entreveran las cosas, complican aún más lo que ya está complicado y sin ningún tipo de finalidad sino la de herir a sus pares. Por gusto o por algún problema mental, eso, sin duda.
Hay una mayoría de ese tipo de ¿gente?, que les gusta el morbo, la mentira, la falsedad, el engaño, son completitos.
Y esto lo cuento porque cada día que se acerca el 10 de Octubre, fecha que tendremos que jugarnos la vida (futbolísticamente escribiendo) contra Ecuador, hay de todo tipo de comentarios. Y pocos, muy pocos, alentadores. Todos en contra. O casi.
Será por la mala campaña de la celeste, se reconoce y lo afirmo. No se anduvo nada bien. Pero nada bien. Eso sí, si agregamos “cuentos y mentiras” sobre esto, aquello y lo otro, bueno, el escenario no será el mejor para los uruguayos.
Y es una lástima que haya gente que (¿disfrute?) viendo sufrir al prójimo. A un uruguayo como él. Bueno, ésa gente, de uruguayo no tiene nada. Se ve en todos lados, los que dicen cualquier disparate, los que creen siempre tener la razón, los que jamás se equivocan, los que son los impolutos en esta comedia, los que “venden” una imagen falsa. “Esa” gente, que dispara dardos venenosos con diversos fines, económicos, unos, esto es, vender más de algo, de repente, o juntar más oídos o bien que los reconozcan por la calle, en fin, hay de todo en esta “Villa del Señor”.
Y es muy triste, que ésos que se dicen “justicieros y dueños de la verdad”, no sean del todo fiables en cuanto a su honestidad.
Hay que tener cuidado puesto que esa posición altruista, de jurista diplomado al más alto nivel, se puede venir abajo en pocos segundos. Todos cometimos, cometemos y cometeremos errores, sin lugar a ninguna duda. No existe la infabilidad. Es absurda y tramposa.
El respeto hacia los demás es una buena disciplina. Si no lo quieren ejercer, allá ellos. Si gozan con las “malas” de Uruguay en todos sus aspectos hablamos, pues que lo sigan haciendo. La gente, se sabe, no es tonta. Separa, clasifica, ordena y emite su juicio.
Felizmente, la mayoría de los uruguayos queremos lo mejor para los nuestros y no destacarnos diciendo lo peor, aunque sea mentira, con tal que hablen de las barbaridades que se escuchan, se ven o se leen.
Es una antiquísima manera de tratar de sobresalir, de hacerse ver, que los vean, que digan “ mirá quien va allá … es …”. Una vez lo escribí y reitero el título porque lo merece ante tanta imbecilidad acumulada.
Es … “la pobre gente”, don Florencio, nuestro querido periodista y dramaturgo. La que odia por odiar, la que envidia, la celosa, la falluta, la mentirosa. Esa gente que tan bien retrata en muchas de sus obras maestras Don Florencio Sánchez.
Y en lo nuestro, en el deporte, no podían faltar.
Pero, como dice Florencio Sánchez, al cierre de sus dos actos, de La Pobre Gente …”No es tan malo Dios … a pesar de todo.”
Recuérdelo.
lunes, 14 de septiembre de 2009
GRACIAS POR EL FUEGO
Escribe JORGE CROSA
El costo de la derrota es la despedida. No es novedad. Al técnico Ribas le ha sucedido por segunda vez en Peñarol. Si no se gana con un “grande”, si la campaña es mala, no tiene vuelta el asunto. Se sabe, fue, es y será así.
El mundo del fútbol y de cualquier deporte así lo marca. Se va, siempre el responsable técnico. En la pelota de todos los domingos, en el basquetbol, en el volebol, en el rugby, en cualquier disciplina colectiva, se paga el costo de ser el director de la orquesta. Desafina. Afuera. Gracias por el fuego …(querido Marido Benedetti, siempre presente para cualquier escritor, por su vigencia, por su tarea formidable y justo con ésta novela que tiene como motivo guía, el de la frustración). Y hoy, 14 de setiembre, que cumpliría 89 años, el laureado autor nacido en Paso de los Toros, Tacuarembó, jornada en la que se crea su Fundación.
Y es así, nomás. Se llame como se llame el técnico en éste asunto del fútbol.
Recuerdo renuncias como las de Mourinho, Capello, por citar, con cifras “galácticas” por su despido y ¿todo por qué?, porque con los grandes equipos hay que ganar.
Siempre o con una frecuencia casi infalible. Perder no está en los cálculos de ningún dirigente, de ningún hincha, de nadie que se sienta consustanciado con la causa de un enorme grupo, histórico, como Peñarol o Nacional.
Es una obligación. Sin ese “brevet” (diploma) de vencedor, no se aguantan ni los partidarios, ni los dirigentes, ni los propios jugadores, que también tienen su cuota parte en éste negocio, claro está, ni nadie que vea la caída vertical, sin levante, de un equipo de fútbol con un fantástico palmarés.
Todos “pagan” ese precio de perder con Peñarol. Con Nacional. Y ya que estamos, mire a los vecinos, nomás. El Coco Basile a los tumbos con Boca, campeón de todo y pierde a cada rato. Gorosito que no sabe lo que hacer con River Plate, millonario por donde lo busque, menos en los resultados. El propio genio Maradona, que se tomó el avión para decirle cara a cara a los “de allá” que es lo que “pasa acá” que no rinden y por ahí agradecerles los servicios prestados.
Por lo tanto, en todos lados, el resultado, el juego, la manera de presentar el equipo, si no se gana, no es nuevo, es más viejo que el piripicho de las globas de hace 40 años, que hay ponerse el bolso al hombro, saludar y a otra cosa, che pebeta …
Mala suerte, no salieron las cosas, no se pudo conformar el grupo, se pierde y no hay juego colectivo, no se llega al gol, se pierde y no va la cosa, entonces, la historia marca el adiós de los técnicos. Como se llamen. Con los títulos que tengan. No importa. No ganan. Afuera. Así de fiero es el deporte. No te da chance.
Revancha sí. También es cierto.
“No hay partido sin revancha”, se sabe.
Venga quien venga, Peñarol, como grande, tiene que regresar a la victoria, porque su gente se lo reclama. Es así y siempre será así.
Y si no gana, pasará lo mismo. Otra historia, repetida, de fracasos y broncas. Los grandes no soportan toboganes. Ni Peñarol, ni Nacional, ni Boca, ni River Plate, ni Barcelona, ni el Real, ninguno, por algo son grandes, por sus éxitos permanentes, sin claudicaciones.
Y cuando eso no se logra, adiós. Así es. Para todos, sin excepción.
Culmina una etapa frustrante. Le duele a cualquier deportista, por supuesto. El fútbol sigue.
Gracias por el fuego …
Esta vez, no pudo ser.
El costo de la derrota es la despedida. No es novedad. Al técnico Ribas le ha sucedido por segunda vez en Peñarol. Si no se gana con un “grande”, si la campaña es mala, no tiene vuelta el asunto. Se sabe, fue, es y será así.
El mundo del fútbol y de cualquier deporte así lo marca. Se va, siempre el responsable técnico. En la pelota de todos los domingos, en el basquetbol, en el volebol, en el rugby, en cualquier disciplina colectiva, se paga el costo de ser el director de la orquesta. Desafina. Afuera. Gracias por el fuego …(querido Marido Benedetti, siempre presente para cualquier escritor, por su vigencia, por su tarea formidable y justo con ésta novela que tiene como motivo guía, el de la frustración). Y hoy, 14 de setiembre, que cumpliría 89 años, el laureado autor nacido en Paso de los Toros, Tacuarembó, jornada en la que se crea su Fundación.
Y es así, nomás. Se llame como se llame el técnico en éste asunto del fútbol.
Recuerdo renuncias como las de Mourinho, Capello, por citar, con cifras “galácticas” por su despido y ¿todo por qué?, porque con los grandes equipos hay que ganar.
Siempre o con una frecuencia casi infalible. Perder no está en los cálculos de ningún dirigente, de ningún hincha, de nadie que se sienta consustanciado con la causa de un enorme grupo, histórico, como Peñarol o Nacional.
Es una obligación. Sin ese “brevet” (diploma) de vencedor, no se aguantan ni los partidarios, ni los dirigentes, ni los propios jugadores, que también tienen su cuota parte en éste negocio, claro está, ni nadie que vea la caída vertical, sin levante, de un equipo de fútbol con un fantástico palmarés.
Todos “pagan” ese precio de perder con Peñarol. Con Nacional. Y ya que estamos, mire a los vecinos, nomás. El Coco Basile a los tumbos con Boca, campeón de todo y pierde a cada rato. Gorosito que no sabe lo que hacer con River Plate, millonario por donde lo busque, menos en los resultados. El propio genio Maradona, que se tomó el avión para decirle cara a cara a los “de allá” que es lo que “pasa acá” que no rinden y por ahí agradecerles los servicios prestados.
Por lo tanto, en todos lados, el resultado, el juego, la manera de presentar el equipo, si no se gana, no es nuevo, es más viejo que el piripicho de las globas de hace 40 años, que hay ponerse el bolso al hombro, saludar y a otra cosa, che pebeta …
Mala suerte, no salieron las cosas, no se pudo conformar el grupo, se pierde y no hay juego colectivo, no se llega al gol, se pierde y no va la cosa, entonces, la historia marca el adiós de los técnicos. Como se llamen. Con los títulos que tengan. No importa. No ganan. Afuera. Así de fiero es el deporte. No te da chance.
Revancha sí. También es cierto.
“No hay partido sin revancha”, se sabe.
Venga quien venga, Peñarol, como grande, tiene que regresar a la victoria, porque su gente se lo reclama. Es así y siempre será así.
Y si no gana, pasará lo mismo. Otra historia, repetida, de fracasos y broncas. Los grandes no soportan toboganes. Ni Peñarol, ni Nacional, ni Boca, ni River Plate, ni Barcelona, ni el Real, ninguno, por algo son grandes, por sus éxitos permanentes, sin claudicaciones.
Y cuando eso no se logra, adiós. Así es. Para todos, sin excepción.
Culmina una etapa frustrante. Le duele a cualquier deportista, por supuesto. El fútbol sigue.
Gracias por el fuego …
Esta vez, no pudo ser.
jueves, 10 de septiembre de 2009
"A CORAZON PARTIDO ..."
Escribe JORGE CROSA
Antes de Colombia, escribimos que se “rompieran el corazón” y ganar los tres partidos que quedaban. Cumplieron con la primera meta volante del camino. El mojón Colombia se pasó. Sin lujos, (no es nuestra característica), con fuerza y una voluntad que dio, nuevamente, a nuestra gente, la sensación que no está todo perdido.
Así fue contra los colombianos. A “corazón partido”. Con apellidos conocidos, pero distintos en su puesta en acción. De allí la formación con Silva, Valdéz, Cáceres y Pereira, Pérez y Gargano, Cavani (media hora) luego la fuerza de Andrés Scotti con gol incluído, Cristián Rodríguez, Suárez y Forlán en una tarea diferente. Accionó como distribuidor y centralizador de avances, de pases, de coordinación.
El gol de Suárez, a los 6 minutos, fue una inyección de vida, la expulsión de Valdéz, un dudoso apurón del árbitro Torres, aunque debe reconocerse que ese tipo de jugadas al límite, tan temprano, media horita nomás, no fue acertada, aunque no era para roja, sin duda, pero, como que uno “se regala”, ¿no? . Una pena.
Después Torres “compensó” con la maldita tarjeta a Teófilo Gutiérrez. Le vino al pelo a la celeste, porque fue como “saliendo del vestuario” que quedamos los dos con diez, la ventaja y el aliento increíble de nuestra gente que, más allá del 2 x 1, tipo oferta de supermercado, creía en Uruguay, como lo demostró.
UN EMPATE INESPERADO
Mientras prevalecía cierto dominio, desordenado, pero dominio al fin, vino el gol de Colombia. Un centro sin pena, las manos de Castillo que no superaron la altura de Jackson Martínez, la cabeza y llegó la paridad. Injusta, pero real.
A laburar de nuevo. Ellos con sus cambios tácticos realizados, Jackson Martínez y Giovanni Hernández y Uruguay con uno sólo, Andrés Scotti por Cavani.
¿Cómo encontrar la victoria? . “ A corazón partido”. Pereira por su sector dominando, Gargano recuperando, Cristian Rodríguez en la búsqueda continuada de la pelota, Suárez, sin descollar pero valiente, Diego Pérez con una entrega fantástica metió notable y sobre los 76’ , luego un tiro de esquina de Pereira, Scotti, con precisión la mandó adentro, lejos del golero Julio, que no se dio cuenta que estaba soberanamente fuera de distancia. Ese gol, que levantó a un pueblo, marcó la diferencia real.
Esto es, Colombia amedrentada, atrasada, con chispazos, sin peligro de cortocircuito y Uruguay al frente, con absoluta disposición, más allá del orden que se puede precisar. No era momento para fijarse en eso. Había que ganar.
Y SALIO EL PONCHO CON ESPIRITU INCLUIDO
No se le dejó pelota para dominar. Se trabó lo que se pudo. Era fundamental no dejarlos armar, aunque ya Colombia había resignado esa posibilidad, salvo alguna llegada de riesgo que consolidó Pereira, de gran juego y a seguir metiendo. Colombia vio un final oscuro. Porque Uruguay logró “apagarlo”.
Le sacó la pelota y metió fuerza, velocidad, marca y peligro. No mucho más, pero con eso era el partido.
No se dio pelota por perdida y Pereira, una vez más, con el poncho y una voluntad indomable, llegó por zurda, habilitó a Forlán, quien levantó la mirada y vio que venía Eguren por el medio, solito y en lugar de hacer una propia, cedió el pase al medio, para que, quien sustituyo a Rodríguez, la mandara “recomendada”, tipo carta, cuestión que llegue, ¿vio?, al fondo de la “casa colombiana” que cuidaba el “sereno” Agustín Julio.
Se cerró el sport. Uruguay 3 a 1. Victoria con satisfacción superlativa, luego de la penosa caída ante Perú. Remontada anímica fundamental.
EL CAMINO ES CULEBRERO …
Había que voltear tres mojones. Colombia, Ecuador y Argentina. No es sencillo el camino. Sin duda que es culebrero, como cantan los colombianos. “pero como me voy, yo me pongo mi sombrero …” . Un mojón quedó atrás. Ahora vienen “las de a peso”. Falta un mes. Pasará rápido, sin duda. Nada es sencillo para ningún equipo en las eliminatorias. Allí lo ven a Argentina, con todos sus millones y cayendo, “a lo Florencio”, Barranca abajo. Con los cracks incluídos y Maradona y el ruido y la prensa y el peso de Grondona y todo ese “plus” que siempre tienen. Y que siempre tendrán y han tenido. Queda claro.
Con distintos apellidos, los uruguayos supieron cumplir. No sin riesgo. No existe ganar sin peligro.
Vencer sin peligro es triunfar sin gloria.
Quedan dos rivales de jerarquía. Uno porque siempre ha sido complicado, aún en declive: Ecuador. El otro, bueno, el vecino no andará bien, será criticado, pero es el rival de toda la vida, junto con Brasil. Las eliminatorias son más graves que los mundiales, siempre ha sido así.
EL QUE TIENE FE EN SI MISMO …
Dolió lo de Perú. Mucho.
Se “partieron el corazón” contra Colombia. Ganaron. Muy bien.
Ahora, como uruguayo, deportista, periodista, o como cualquier habitante de ésta noble tierra oriental, vamos a pedirle a quien corresponda, creyente o no, que nos dé una mano, ¿por qué no?, no es desdoroso tener la fortuna de nuestro lado y agrego, como el escritor español Unamuno, que de algo vale el estudio y la ilustración:
“El que tiene fe en sí mismo, no necesita que los demás crean en él”.
Antes de Colombia, escribimos que se “rompieran el corazón” y ganar los tres partidos que quedaban. Cumplieron con la primera meta volante del camino. El mojón Colombia se pasó. Sin lujos, (no es nuestra característica), con fuerza y una voluntad que dio, nuevamente, a nuestra gente, la sensación que no está todo perdido.
Así fue contra los colombianos. A “corazón partido”. Con apellidos conocidos, pero distintos en su puesta en acción. De allí la formación con Silva, Valdéz, Cáceres y Pereira, Pérez y Gargano, Cavani (media hora) luego la fuerza de Andrés Scotti con gol incluído, Cristián Rodríguez, Suárez y Forlán en una tarea diferente. Accionó como distribuidor y centralizador de avances, de pases, de coordinación.
El gol de Suárez, a los 6 minutos, fue una inyección de vida, la expulsión de Valdéz, un dudoso apurón del árbitro Torres, aunque debe reconocerse que ese tipo de jugadas al límite, tan temprano, media horita nomás, no fue acertada, aunque no era para roja, sin duda, pero, como que uno “se regala”, ¿no? . Una pena.
Después Torres “compensó” con la maldita tarjeta a Teófilo Gutiérrez. Le vino al pelo a la celeste, porque fue como “saliendo del vestuario” que quedamos los dos con diez, la ventaja y el aliento increíble de nuestra gente que, más allá del 2 x 1, tipo oferta de supermercado, creía en Uruguay, como lo demostró.
UN EMPATE INESPERADO
Mientras prevalecía cierto dominio, desordenado, pero dominio al fin, vino el gol de Colombia. Un centro sin pena, las manos de Castillo que no superaron la altura de Jackson Martínez, la cabeza y llegó la paridad. Injusta, pero real.
A laburar de nuevo. Ellos con sus cambios tácticos realizados, Jackson Martínez y Giovanni Hernández y Uruguay con uno sólo, Andrés Scotti por Cavani.
¿Cómo encontrar la victoria? . “ A corazón partido”. Pereira por su sector dominando, Gargano recuperando, Cristian Rodríguez en la búsqueda continuada de la pelota, Suárez, sin descollar pero valiente, Diego Pérez con una entrega fantástica metió notable y sobre los 76’ , luego un tiro de esquina de Pereira, Scotti, con precisión la mandó adentro, lejos del golero Julio, que no se dio cuenta que estaba soberanamente fuera de distancia. Ese gol, que levantó a un pueblo, marcó la diferencia real.
Esto es, Colombia amedrentada, atrasada, con chispazos, sin peligro de cortocircuito y Uruguay al frente, con absoluta disposición, más allá del orden que se puede precisar. No era momento para fijarse en eso. Había que ganar.
Y SALIO EL PONCHO CON ESPIRITU INCLUIDO
No se le dejó pelota para dominar. Se trabó lo que se pudo. Era fundamental no dejarlos armar, aunque ya Colombia había resignado esa posibilidad, salvo alguna llegada de riesgo que consolidó Pereira, de gran juego y a seguir metiendo. Colombia vio un final oscuro. Porque Uruguay logró “apagarlo”.
Le sacó la pelota y metió fuerza, velocidad, marca y peligro. No mucho más, pero con eso era el partido.
No se dio pelota por perdida y Pereira, una vez más, con el poncho y una voluntad indomable, llegó por zurda, habilitó a Forlán, quien levantó la mirada y vio que venía Eguren por el medio, solito y en lugar de hacer una propia, cedió el pase al medio, para que, quien sustituyo a Rodríguez, la mandara “recomendada”, tipo carta, cuestión que llegue, ¿vio?, al fondo de la “casa colombiana” que cuidaba el “sereno” Agustín Julio.
Se cerró el sport. Uruguay 3 a 1. Victoria con satisfacción superlativa, luego de la penosa caída ante Perú. Remontada anímica fundamental.
EL CAMINO ES CULEBRERO …
Había que voltear tres mojones. Colombia, Ecuador y Argentina. No es sencillo el camino. Sin duda que es culebrero, como cantan los colombianos. “pero como me voy, yo me pongo mi sombrero …” . Un mojón quedó atrás. Ahora vienen “las de a peso”. Falta un mes. Pasará rápido, sin duda. Nada es sencillo para ningún equipo en las eliminatorias. Allí lo ven a Argentina, con todos sus millones y cayendo, “a lo Florencio”, Barranca abajo. Con los cracks incluídos y Maradona y el ruido y la prensa y el peso de Grondona y todo ese “plus” que siempre tienen. Y que siempre tendrán y han tenido. Queda claro.
Con distintos apellidos, los uruguayos supieron cumplir. No sin riesgo. No existe ganar sin peligro.
Vencer sin peligro es triunfar sin gloria.
Quedan dos rivales de jerarquía. Uno porque siempre ha sido complicado, aún en declive: Ecuador. El otro, bueno, el vecino no andará bien, será criticado, pero es el rival de toda la vida, junto con Brasil. Las eliminatorias son más graves que los mundiales, siempre ha sido así.
EL QUE TIENE FE EN SI MISMO …
Dolió lo de Perú. Mucho.
Se “partieron el corazón” contra Colombia. Ganaron. Muy bien.
Ahora, como uruguayo, deportista, periodista, o como cualquier habitante de ésta noble tierra oriental, vamos a pedirle a quien corresponda, creyente o no, que nos dé una mano, ¿por qué no?, no es desdoroso tener la fortuna de nuestro lado y agrego, como el escritor español Unamuno, que de algo vale el estudio y la ilustración:
“El que tiene fe en sí mismo, no necesita que los demás crean en él”.
domingo, 6 de septiembre de 2009
TELON LENTO ...
Escribe JORGE CROSA
Antes del partido dijimos que llegábamos al abismo por culpas propias.
Lo confirmamos. Lamentablemente, aunque sea muy cierto que faltaron elementos claves, se jugó mal. “No salió nada”, al decir de los protagonistas.
Y así fue, como empezó, tal cual obra de teatro a bajar el telón …lento.
De esas obras que te angustian, que te clavan un puñal en el zurdo y que te dejan, como supongo a los protagonistas, con un tremendo dolor deportivo. El alma en el piso. Esta pelea la estamos perdiendo desde muy lejos, round a round, la tarjeta de los jurados siempre nos da abajo y está bien. Porque estamos mal y jugamos así. Hacia abajo. “ No largamos las manos”, en la jerga pugilística. Sin poder de recuperación. Y no sólo hablo de ésta derrota insufrible contra Perú, que nos deja haciendo equilibrio, a milímetros del último paso, ése que no queremos dar, pero que está tan cerca, que solamente algo verdaderamente extraño, de esas cosas del fútbol, nos permita ganar los tres partidos que nos quedan y ubicarnos, acaso, en un punto de acceso a Sudáfrica.
¿Importa citar quien no rindió? , ¿ hacer un balance individual?. No. No vale la pena. El grupo sabe a la perfección todo lo que no pasó, entonces, a la gente …¿qué hay qué explicarle, si ya lo vio todo?
Y lo viene observando desde hace un buen tiempo.
No se trata aquí de juzgar el rendimiento personal, sino colectivo y todo un sistema que no fue útil, cosa que se destacó, de la misma manera que dijimos cuando nos gustó la celeste, en momentos decorosos, llamativos y válidos.
Si se jugó mal, se dice. Si bien, también. Es la ley del deporte. Es la obligación del periodista.
Esto no me gustó y no le ví vuelta al asunto. El desorden, el apuro, la urgencia de ganar, cambió el principal argumento que debía tener el equipo para vencer: paz.
Es muy fácil decirlo. Es muy difícil, en las condiciones en que se llegó, a concretarlo. La desorientación le gana por goleada al pensamiento, siempre.
Una cosa es jugar apurado, otra rápido. No fuimos el rival que Perú, un mediocre grupo, el que cierra la tabla, esperaba. Y nos venció. Y callado. Declaraciones habrá, explicaciones, no.
No se explican estas fallas continuadas. ¿Sabe lo que vale muchísimo más, aunque ya se diga que estamos afuera del mundial?
Que se rompan el corazón y ganen los tres partidos que les quedan. Y después que los números, los resultados de los demás digan donde quedamos, ya que, por las nuestras, no pudimos acceder al lugar que todo el país quería. Ver a Uruguay saludando en Carrasco rumbo a Sudáfrica.
Esa es la última acción deportiva que les queda a los celestes. Ninguna otra cosa. Nada de lamentos. ¿ Para qué? . No vale la pena.
Las “culpas propias” se hicieron presentes una vez más. Esto es fútbol. Ni enfermedad, ni hambre. Mutis y por el foro …
Telón lento …
Antes del partido dijimos que llegábamos al abismo por culpas propias.
Lo confirmamos. Lamentablemente, aunque sea muy cierto que faltaron elementos claves, se jugó mal. “No salió nada”, al decir de los protagonistas.
Y así fue, como empezó, tal cual obra de teatro a bajar el telón …lento.
De esas obras que te angustian, que te clavan un puñal en el zurdo y que te dejan, como supongo a los protagonistas, con un tremendo dolor deportivo. El alma en el piso. Esta pelea la estamos perdiendo desde muy lejos, round a round, la tarjeta de los jurados siempre nos da abajo y está bien. Porque estamos mal y jugamos así. Hacia abajo. “ No largamos las manos”, en la jerga pugilística. Sin poder de recuperación. Y no sólo hablo de ésta derrota insufrible contra Perú, que nos deja haciendo equilibrio, a milímetros del último paso, ése que no queremos dar, pero que está tan cerca, que solamente algo verdaderamente extraño, de esas cosas del fútbol, nos permita ganar los tres partidos que nos quedan y ubicarnos, acaso, en un punto de acceso a Sudáfrica.
¿Importa citar quien no rindió? , ¿ hacer un balance individual?. No. No vale la pena. El grupo sabe a la perfección todo lo que no pasó, entonces, a la gente …¿qué hay qué explicarle, si ya lo vio todo?
Y lo viene observando desde hace un buen tiempo.
No se trata aquí de juzgar el rendimiento personal, sino colectivo y todo un sistema que no fue útil, cosa que se destacó, de la misma manera que dijimos cuando nos gustó la celeste, en momentos decorosos, llamativos y válidos.
Si se jugó mal, se dice. Si bien, también. Es la ley del deporte. Es la obligación del periodista.
Esto no me gustó y no le ví vuelta al asunto. El desorden, el apuro, la urgencia de ganar, cambió el principal argumento que debía tener el equipo para vencer: paz.
Es muy fácil decirlo. Es muy difícil, en las condiciones en que se llegó, a concretarlo. La desorientación le gana por goleada al pensamiento, siempre.
Una cosa es jugar apurado, otra rápido. No fuimos el rival que Perú, un mediocre grupo, el que cierra la tabla, esperaba. Y nos venció. Y callado. Declaraciones habrá, explicaciones, no.
No se explican estas fallas continuadas. ¿Sabe lo que vale muchísimo más, aunque ya se diga que estamos afuera del mundial?
Que se rompan el corazón y ganen los tres partidos que les quedan. Y después que los números, los resultados de los demás digan donde quedamos, ya que, por las nuestras, no pudimos acceder al lugar que todo el país quería. Ver a Uruguay saludando en Carrasco rumbo a Sudáfrica.
Esa es la última acción deportiva que les queda a los celestes. Ninguna otra cosa. Nada de lamentos. ¿ Para qué? . No vale la pena.
Las “culpas propias” se hicieron presentes una vez más. Esto es fútbol. Ni enfermedad, ni hambre. Mutis y por el foro …
Telón lento …
miércoles, 2 de septiembre de 2009
CULPAS PROPIAS
Escribe JORGE CROSA
No conozco a nadie que pida culpas. No se cobra por acusar. Se sabe que el desmentido, va en letra chiquita, inleíble, o se escucha bien bajito o se dice en televisión, como campaña de expectativa. Cortito como para que no se entienda.
Ya no están ni Obdulio, ni Míguez, ni Schiaffino. También fueron criticados, por supuesto. Los uruguayos (estoy incluído, naturalmente) tenemos vocación de inconformistas. Y está bien. Cada cual es como es y si lo podemos decir, mejor. Es que, observando el tiempo que se nos viene, tipo anuncio meteorológico, el fútbol uruguayo, pasa a ser como el temporal de Santa Rosa. Vientos arrachados, lluvias, bajada violenta de temperatura, frío, rayos, centellas y demás fenómenos.
Es que se viene otro juego por las eliminatorias. Ese tema que no hemos resuelto aún, que desde hace mucho tiempo no sabemos la lección y que, lamentablemente, por culpas propias, estamos en la fila de los desconcertados.
De los opositores sistemáticos no me ocupo porque, antes de arrancar, ellos ya saben que el auto no tiene combustible. Acusan una rara combinación, o bien un entrevero mental, entre los que juegan, los que dirigen, los que emiten la señal, los que aplauden antes, obsecuentes hoy, detractores ayer, en fin, hay de todo en el temporal. Se caen árboles, cables, hay incendios y comentarios varios. Generalmente, la mayoría en contra de todo, porque a nadie le gusta el mal tiempo, por supuesto.
También he visto, quienes abren el paragüas, por si acaso. Y son esos mismos que, después, modifican sus críticas por elogios incomprendidos. Como para quedar bien, digamos. Claro que es mucho más sencillo ofender que evaluar, que está todo mal a consecuencia, invariablemente, de un factor. No sale de ahí la cosa. La culpa está designada. Dirigida. Es el misil que llega al mismo destino. Los enfoques de todo tipo, hasta políticos, ya que estamos en tiempo de elecciones, van en contra de la organización, del sistema, de los “arreglos”, de las componendas. Esto es, la misma melodía, con diferentes letras. Pero el tono no cambia.
Si se le gana a Perú, pero, ¿cómo no le íbamos a ganar si están “muertos”?. Si se pierde, “Agarrate Catalina” (atentos Yamandú, Tabaré Cardozo y demás muchachos, con saludos cordiales, claro está).
Culpas propias, dije. Y es cierto. Nadie nos ubicó en el abismo. Llegamos dando “pasitos cortos”, como puntero ligero en la milla de Maroñas. Entonces, en el momento de repartir responsabilidades, ni los micrófonos se salvan.
El responsable, así es la cosa, es el técnico. Hoy Tabárez, mañana Suárez, pasado Martínez. ¡Mire que no poner a fulano, mengano y …!. Siempre juega mejor el que no juega …
A los uruguayos nos encanta la polémica. Somos así. ¿ Y qué? . Hasta peleadores, somos, si se quiere. ¿ Y qué?.
Pues, entonces, lo que se debe saber es que no todos los que “están en el ómnibus”, piensan igual. ¿ Porqué no te bajás?, pensará el que se cree “el crack” de la película. Y la respuesta es: “No te subas, que no vas …”.
El “no estamos de acuerdo” es el lema. Si cambia la cosa , bueno, por ahí, hasta hay un intento de juntar las manos. Tipo aplauso, ¿vio?. Pero no es fija. No se juegue.
Culpas propias. Sí. Y no tiene vuelta el asunto. No se rindió cuando fue necesario. Ahora estamos en pleno temporal. Por ejemplo, lamentamos ausencias, pero igualmente, con respeto, no hay justificativo posible que me convenza que no le podemos ganar a Perú. No hay. Y lo saben los que se la juegan, los que andan taconeando en el túnel y quien dirige.
Bueno, es tiempo que nos demuestren que, si por culpas propias llegamos al precipicio, también por méritos propios, nos alejaremos del mismo.
Fui claro … ¿o va de nuevo?
No conozco a nadie que pida culpas. No se cobra por acusar. Se sabe que el desmentido, va en letra chiquita, inleíble, o se escucha bien bajito o se dice en televisión, como campaña de expectativa. Cortito como para que no se entienda.
Ya no están ni Obdulio, ni Míguez, ni Schiaffino. También fueron criticados, por supuesto. Los uruguayos (estoy incluído, naturalmente) tenemos vocación de inconformistas. Y está bien. Cada cual es como es y si lo podemos decir, mejor. Es que, observando el tiempo que se nos viene, tipo anuncio meteorológico, el fútbol uruguayo, pasa a ser como el temporal de Santa Rosa. Vientos arrachados, lluvias, bajada violenta de temperatura, frío, rayos, centellas y demás fenómenos.
Es que se viene otro juego por las eliminatorias. Ese tema que no hemos resuelto aún, que desde hace mucho tiempo no sabemos la lección y que, lamentablemente, por culpas propias, estamos en la fila de los desconcertados.
De los opositores sistemáticos no me ocupo porque, antes de arrancar, ellos ya saben que el auto no tiene combustible. Acusan una rara combinación, o bien un entrevero mental, entre los que juegan, los que dirigen, los que emiten la señal, los que aplauden antes, obsecuentes hoy, detractores ayer, en fin, hay de todo en el temporal. Se caen árboles, cables, hay incendios y comentarios varios. Generalmente, la mayoría en contra de todo, porque a nadie le gusta el mal tiempo, por supuesto.
También he visto, quienes abren el paragüas, por si acaso. Y son esos mismos que, después, modifican sus críticas por elogios incomprendidos. Como para quedar bien, digamos. Claro que es mucho más sencillo ofender que evaluar, que está todo mal a consecuencia, invariablemente, de un factor. No sale de ahí la cosa. La culpa está designada. Dirigida. Es el misil que llega al mismo destino. Los enfoques de todo tipo, hasta políticos, ya que estamos en tiempo de elecciones, van en contra de la organización, del sistema, de los “arreglos”, de las componendas. Esto es, la misma melodía, con diferentes letras. Pero el tono no cambia.
Si se le gana a Perú, pero, ¿cómo no le íbamos a ganar si están “muertos”?. Si se pierde, “Agarrate Catalina” (atentos Yamandú, Tabaré Cardozo y demás muchachos, con saludos cordiales, claro está).
Culpas propias, dije. Y es cierto. Nadie nos ubicó en el abismo. Llegamos dando “pasitos cortos”, como puntero ligero en la milla de Maroñas. Entonces, en el momento de repartir responsabilidades, ni los micrófonos se salvan.
El responsable, así es la cosa, es el técnico. Hoy Tabárez, mañana Suárez, pasado Martínez. ¡Mire que no poner a fulano, mengano y …!. Siempre juega mejor el que no juega …
A los uruguayos nos encanta la polémica. Somos así. ¿ Y qué? . Hasta peleadores, somos, si se quiere. ¿ Y qué?.
Pues, entonces, lo que se debe saber es que no todos los que “están en el ómnibus”, piensan igual. ¿ Porqué no te bajás?, pensará el que se cree “el crack” de la película. Y la respuesta es: “No te subas, que no vas …”.
El “no estamos de acuerdo” es el lema. Si cambia la cosa , bueno, por ahí, hasta hay un intento de juntar las manos. Tipo aplauso, ¿vio?. Pero no es fija. No se juegue.
Culpas propias. Sí. Y no tiene vuelta el asunto. No se rindió cuando fue necesario. Ahora estamos en pleno temporal. Por ejemplo, lamentamos ausencias, pero igualmente, con respeto, no hay justificativo posible que me convenza que no le podemos ganar a Perú. No hay. Y lo saben los que se la juegan, los que andan taconeando en el túnel y quien dirige.
Bueno, es tiempo que nos demuestren que, si por culpas propias llegamos al precipicio, también por méritos propios, nos alejaremos del mismo.
Fui claro … ¿o va de nuevo?
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