Escribe JORGE CROSA
Sensatez y sentimientos.
Así fue. Como la novela de la británica, Jane Austen , llevada luego al cine por Emma Thompson, salvo que aquí no se trata de un drama familiar, sino de una angustia real y deportiva.
Sensatez por la puesta en práctica de un sistema de Sabella acertado, sin grandes luminarias, pero trabajador al máximo en la explotación de la pelota como elemento único y vital y el control “remoto” sobre la misma.
Hacer olvidar a Verón en una semifinal, no es algo común. Es algo de gente inteligente. Y ese fue el orientador argentino, junto a sus defensores a citar. El grupo de abajo, con Rolando Schiavi como el gran luchador, Desábato en una suerte de compañero de “desarmar” los pocos ataques tricolores, Díaz y Enzo Pérez, movedizo y fundido al cierre, sustituído por Diego Galván.
Eso fue el bloque que impidió a Nacional “aclarar su vida” en el sentimiento de vencer.
Acaso incomprensible el no ingreso inicial de Lodeiro ( su razón habrá tenido Pelusso) , que se puede acompañar o no la medida, pero no resultó. Vistas las cartas, Angel “Matute” Morales, no fue la solución, porque Nacional no presentó un avance continuo, de esos que se tiene que ver en las semifinales de una Libertadores.
Con toda la fe del mundo, se reconoce, pero con muy poco juego. Eso también se vio. No anduvo Mondaini, porque no tuvo la pelota y acaso el corazón de Medina, incluyo el gol, no pagaron la cuota, ni el crédito de la victoria que se necesitaba.
MIENTRAS TANTO LA SENSATEZ …
El juicio futbolístico de Sabella, que les marcó la cancha, con presencia de Braña, Sánchez y Benítez en la contención y desarrollo, además de la notable labor de Mauro Boselli en la definición, acabaron con el sentimiento de un pueblo tricolor que, como hacía 21 años, no visitaba con expectativa extraordinaria el Centenario.
Y EL JUICIO RESPONDE A LA ACCION …
Bajo en el rendimiento, alto en el querer modificar lo inmodificable. El plan de la visita fue mejor que el del local. Sin duda.
No pasa sólo por el caso Lodeiro en el banco, sino por las bajas actuaciones, producto de un control del rival del juego, de Coates, por ejemplo, con desorientación, al igual que Matías Rodríguez, Romero con un tiro,acaso y poco más, Morales, no siendo el implacable sostenedor y armador de salidas y la regular actuación de Federico Domínguez, constituyeron un cuadro de escasa diligencia.
EL CONTRASTE: EL FEROZ CONTRAATAQUE …
Sin errores. Con todo arriba, es fácil pensar que no hay “gente en casa abajo”. Y así aprovechó Boselli, con gran oportunismo, liquidar el tema con dos goles a los 52, que bajó aún más la temperatura del Centenario y luego el de la “yapa”, al cierre de la película.
Antes que eso, a fuerza de cariño y con más pulsaciones que otra cosa, Alexander Medina, sobre los 76, dio, por lo menos, a la multitud serena y confundida, el desahogo con un grito de gol.
AJEDREZ FATAL …
Título de una serial televisiva de los años 70 en los que Nacional se consagró campeón de este asunto, nos resultó en tablero propio. Mejor movimiento de las piezas de Sabella, contra un planteo extraño de Pelusso. Antes, quizás no malo, luego, en el desarrollo, se vio que la partida no iba a ser del local. Que las sorpresas eran de Estudiantes, cuando tuvo que ser al revés.
Nacional se lo tuvo que llevar por delante. No fue así. Estudiantes hizo olvidar el sóleo herido de Verón.
EL HECHIZO DE LA BRUJA …
Lo debe haber hecho allá. Acaso tomando un mate por La Plata o vaya uno a saber donde. Pero disfrutando de una tarea técnica de muy buen nivel ante su ausencia.
NO ALCANZO CON LOS SENTIMIENTOS …
No. El fútbol se llora, se transpira, se vive, en estas circunstancias de una manera especialísima. Nacional sabía que podía pasar esto y pasó.
Pelusso, entendió que debía incluír a estos jugadores y no se retractó. Expesó su orgullo por lo expuesto. Y está bien para su concepto y lo respetamos sin compartirlo, claro está.
No vimos el rendimiento que esperábamos en una semifinal, con un estadio a todo vapor, con una alegría desbordante y con una fantástica esperanza en el equipo.
Y reconocemos el valor que tiene haber llegado a esta instancia. Eso no se olvida, por cierto.
Pero, hubiese sido, una formidable “Operación Coraje” terminar en la final de la Copa.
No pudo ser. No se planteó tampoco para que así fuera.
No hay acusaciones, porque en esta clase de partidos, si jugás notable,de repente, perdés notable. Y si jugás mal, hasta ganás sin dramas.
Es el fútbol en extracto, con lo justo, con la medida de la clásica competencia internacional. Sin brillo, pero resultadista.
Al final lo que importa es ganar. Si jugás lindo, bueno, es una “atención de la casa”. Hay que ganar. Como se pueda. Con lo que se tenga. Poniendo todo.
Y en la perinola de “ponen todo”, salió favorecido Estudiantes, por méritos propios y desajustes tricolores que no encontraron el sendero, porque tampoco lo dejaron. Que quede claro.
DUELE, LASTIMA, PERO … PLÁCEME AL VENCEDOR
Es de buen perdedor. Por ahí empieza la gallardía del deporte. Por saber perder. Y si te juegan mejor, si la técnica es superior y la sencillez, supera los sentimientos, sólo queda saludar al vencedor y como los verdaderos deportistas reconocer el valor del ganador, su trabajo, su planteo, la tarea de sus jugadores y la lectura anterior del partido, estudio éste, mejor elaborado, en esta oportunidad por Sabella.
En síntesis: si se juega mejor, es correcto ganar. Entre la razón y la emoción, trama central de Sensatez y Sentimientos, ganó la primera.
Buena suerte, Estudiantes, en la final. La merece.