Escribe JORGE CROSA
De un deportista, porque eso es Dogomar, no solamente boxeador, que se le animó, nada menos que al mejor peso pesado de esos tiempos, Archie Moore.
Fue una “cordial” invitación. Algo así como la lidia del torero, en cualquier arena de España.
No voy a historiar, en sí, lo que significó para el Uruguay ese combate. Sí que se celebró, el 12 de Setiembre de 1953, en el mítico Luna Park de Buenos Aires, “reservado” para campeones, según palabras del afamado Tito Lectoure.
Las relaciones con la Argentina estaban rotas, por temas comerciales, por los políticos, por lo que sea, como si fueran hoy los puentes, nos “odiábamos”, con nuestros hermanos del habla y de la vida, los argentinos. Esto es. Somos parecidos, no iguales, claro está.
Y Perón concurrió a la cita. Al igual que 30.000 personas vivaron una pelea desigual, pero igual.
Me explico. Parecía imposible que ganara Dogomar y así era nomás, pero el sólo hecho de hacerle frente al imponente Moore, ya alcanzaba para demostrar el grado de guapeza, de valentía y pujanza del uruguayo.
Se fue en el Vapor de la Carrera, alentado por miles de personas.
Panchito Constanzo, su eterno técnico, dijo que era más que un desafío, una exposición de honestidad profesional, que los uruguayos podíamos, hasta lo imposible. En definitiva, es cierto, el espíritu de los orientales, (si lo sabría Don José), es indomable.
Archie Moore ya le había ganado a un crack argentino, Ansaloni, el mes anterior, por KOT, en el 4º. Asalto. Nadie podía pensar, ni el más optimista que Dogo soportara los 10 rounds de reglamento.
El “Gallego” metiendo manos de entrada nomás, sorprendió al moreno, que lo hizo dudar, ciertamente. Luego diría que, con un entrenamiento adecuado, este uruguayo pudo llegar a ser campeón mundial sin ningún tipo de problemas. “Tiene lo que le falta a muchos: Valentía y serenidad”.
5º. Round: Cae Dogo. Cuenta. Se levanta. Bueno, era para aplaudir y liquidar el tema.
No. Terco y duro, el Gallego se puso en pie.
Moore no perdonó. 8º. Round, combinación de golpes certeros: al suelo con el Gallego. Era para quedarse a dormir toda la noche.
Constanzo le gritó: “ Ta, Gallego, ta …dejá” …
No. Corajudo el uruguayo o como decía Liberto Corney, relator de Radio Sport, “valiente el uruguayo”, se volvió a incorporar. No podía respirar, confesaría …
Mano va, mano viene, jab va, recto, ganchos, golpes de “todos los colores” y el Dogo “bancando” y metiendo manos, como si no pasara nada.
Llegó el final. No tuvo más remedio Moore que decirle : “!Good, man, brilliant, very good!” en un abrazo sincero. Ese, el de los boxeadores. Uni co. Inigualable.
El aplauso duró minutos. La gente saludaba a los dos y lo miraba con extrañeza a Dogomar “ a ver cómo había quedado” … Se llevaron la sorpresa que Dogo, levantó su guante derecho y saludó a todo el Luna. Una ovación acompañó el gesto.
El retorno. La vuelta al puerto. Más gente esperando que cuando se fue.
Dogomar había logrado una hazaña difícil de describir.
¿Cómo es que la derrota transforma a un hombre en un héroe?
Porque fue un héroe, antes, durante y después.
Feliz cumpleaños, Dogomar. Bienvenidos sean tus 80 años.
Y … gracias.