lunes, 13 de abril de 2009

MIRANDO JUGAR A UN NIÑO ...

Escribe JORGE CROSA

Mirando jugar a un niño …
Sí, claro, es una parábola de nuestro José Enrique Rodó en sus Motivos de Proteo. Y este pensamiento que tengo, algo que tiene que ver con aquel gurí que golpeaba la copa con un junco y ésta sonaba con agradables tonos musicales, hasta que el niño decidió cargarla de arena. Ya no sonó igual. Pero, ante la desesperanza del jovencito, él mismo encontró la solución para seguir divirtiéndose con la copa. Alcanzó una flor y la puso dentro de la arena. Cambió, acaso, el juego, pero el botija siguió con su diversión, sin aquel sonido, pero con una belleza estética que nunca habría logrado, si no se le hubiese ocurrido, llenar la copa de arena.
La vida, el fútbol, tiene mucho de esta filosofía rodoniana.
Un ejemplo es el que ví, días atrás, cuando, justamente ví, entre tantos, jugar a varios niños, todos con camisetas, otros sin ellas, pero, casualmente, entre las tradicionales, de Nacional y Peñarol, tan acostumbrados estamos, figuraba la de Defensor Sporting.
Y otras tantas,claro está como la de Danubio, Fénix, Cerro, River, Wanderers, allí, cerquita del Estadio, por frente al Palco Oficial y las tantas veces que uno da vueltas, por esto del fútbol, por las canchas de nuestro Montevideo.
Y se me ocurrió que ésta aparición de unas cuantas casacas violetas tiene mucho que ver con la acción futbolística, de hace mucho tiempo ya, caso que se inició en los tiempos del notable Profesor José Ricardo De León, cuando en el 1976, entendió que también un chico, podía quebrar el estigma de los grandes y su bipolaridad en los campeonatos uruguayos.
Y Defensor, en aquel momento, pegó el grito de gloria. ¡Defensor Campeón Uruguayo!
33 años después, si se precisará tiempo para imponerse, éste Defensor Sporting de Jorge Da Silva, va en ese camino.
Ya lo ha logrado, por supuesto. Ahora va por un bicampeonato. Ha tenido notables actuaciones en la Copa Libertadores de América y sigue aún en carrera.
Todo está en la respuesta, en la condición anímica, en la conducta, en la disciplina y fundamentalmente, en creer que es posible que aquella música de la copa, pueda mudar en una especie de adorno, con una flor clavada en la arena, que la vida misma fabrica.
El fútbol es eso. Una constante parábola que transita por todos los barrios y que se queda en donde mejor la entienden. Hoy por los vientos de Puntas de las Carretas y su faro desafiante, mañana puede ser en un Cerro histórico de la gesta de nuestro país, pasado, acaso doble la fantasía hacia la Curva de Maroñas, eso sí, la ilusión va en aumento desde aquel momento en que, un color violeta tiñó la Playa Ramírez, pintó el Centenario y desde un Estadio Franzini, aún con la bajada que el hombre corrigió, le contó a los uruguayos que todo es posible con ingenio, con audacia, con talento.
Y hoy veo la tabla de posiciones y Defensor Sporting, como en tantas otras oportunidades está primero. Si gana o no, si es campeón o no, es otra cosa.
La intención del sonido de la copa del niño de Rodó está. La arena, que es el mismo tiempo que llenó la copa y le hizo perder su música, es la dificultad del triunfo, de la victoria.
Acaso, esta crónica, valga a su razón, si el violeta es el Campeón, nuevamente del Uruguayo.
Si así no fuere,no importa, puesto que la acción que motivó mi pensamiento, ya la ví en un campito de los tantos de nuestro chiquito Montevideo.
Mirando jugar a un niño … con la camiseta de Defensor.
Esto es una demostración, para todos, claro está, no para los grandes, como Peñarol y Nacional, que es su costumbre consagrarse campeones, sino para los que no tienen esa prosapia que dan los años, las conquistas nacionales e internacionales, la historia misma del fútbol uruguayo.
Si hasta me parece que fue hace unas semanas, nomás, cuando el querido Profe De León, levantó sus brazos al cielo en el Franzini y se abrazo con el laburante Santos y todos los muchachos, hace 33 años. Yo estaba allí. Justamente en ese lugar que dio motivo a esta evocación de uno de nuestros periodistas más insignes como José Enrique Rodó y sus Motivos de Proteo.
Todo es posible. Nada termina si la copa no emite más su música. Si el paso del tiempo la llena de arena.
Busquemos la flor y hagamos de esa copa otra imagen para ser querida.
Sí, todo es posible. Como hace 33 años …
Y que sea válida ésta reflexión para todos los equipos, para todos los deportes, para todos los atletas celestes, de nuestro notable Uruguay.
Mientras tanto, le traslado la imagen, sencilla, como somos …
Una canchita, los pibes, la pelota, los gritos, las sonrisas, las jugadas y ... como queriendo cambiar la historia, como para que sea eterna la parábola de Rodó …
Mirando jugar a un niño … con la camiseta de Defensor.