ESCRIBE JORGE CROSA
Antes de la revancha, habíamos dicho que éste Nacional, con un alto grado de superación individual y por ende, colectiva, iba a cumplir con eficacia y solvencia su juego ante River Plate. No es ser adivino, sino la consecuencia del trabajo positiivo del cuerpo técnico, de la respuesta de sus jugadores (que se vieron solamente sorprendidos por un espléndido equipo de Defensor que le ganó en dos minutos, algo poco creíble, pero así lo mereció el violeta) y de una planificación seria, sin otra cosa que jugar al fútbol con criterio.
La función de menor a mayor, la formidable contención y distribución de Oscar Morales, el acecho de Lodeiro que estuvo en la puerta y no entró, simplemente, porque no era la noche, pero se destacó notoriamente, la solitaria pero efectiva tarea de Medina, el bloque del fondo, con una consistencia plena, más allá de aquel terrible momento de cuatro pelotas de River dirigidas al gol y que por una pierna, un atajada, un rebote y un pelotazo salvador, no fue tanto del local, lo demás, fue puro cuento.
Nacional encontró el camino. Lo puso contra las cuerdas al millonario que – demasiado publicitado como es la costumbre- del otro lado del Río, (a lo Drexler) por quienes preveían una goleada poco menos de estos muchachos argentinos, que desanimados y sin ningún tipo de potencia anímica, no hicieron más que ver cómo Nacional se hacía el propietario del tema.
La tempranera salida por lesión de Alvaro Fernández que les empezaba a dar un sustito, (terminó con el tobillo en muy mal estado), alivió a los riverplatenses, que, devaluados y todo como están, igual es equipo de alta competición.
“CREO QUE HE VISTO UNA LUZ …”
Nos agradó el combate notable de Morales en su predio, un león cortando, parando, corriendo, pasando y metiendo coraje , contagiando, de esa manera, a sus compañeros para terminar dominando en el Monumental.
Lodeiro y sus amenazas, fueron el tormento de Barbosa que tuvo en tres oportunidades la fortuna de su lado. Los demás nombres de River …Villagra, Ahumada, Sambueza, Gallardo, no existieron. Sólo cabe destacar algo de Radamel Falcao y los otros … figuras de vitrina.
Incluso este muchacho, un tal Fabbiani que se animó a decir que Nacional es un equipo chico( 60.000 personas, Fabbiani ¿ no las vio? ) y que en Buenos Aires los iban a pasar por arriba. Al cierre del partido nos quedamos con la duda si realmente jugó éste jovencito, soberbio como tantos, inútil como otros tantos.
Rodrigo Muñóz, Mauricio Victorino, Adrián Romero y Domínguez, completaron una fórmula seria de un grupo que fue a ganar. Que tuvo sus ahogos, pero que terminó con el dominio absoluto del compromiso.
Interesantísima exhibición tricolor que anima, que da esperanzas, que alienta a los uruguayos a tener ciertas ilusiones para continuar con buena nota en este largo examen de la Libertadores.
En una noche anunciada como muy difícil, Nacional fue un equipo inteligente.
Sí, a lo Drexler, “creo que he visto una luz … al otro lado del Río”.