jueves, 31 de julio de 2008

LA DISFONIA URUGUAYA

Escribe JORGE CROSA

Hace ya muchísimo tiempo, desde la época de Cataldi, que Uruguay no es ni parte, ni arte, en el mundo del fútbol continental y ya que estamos, mundial.
El visionario dirigente (fue quien introdujo el mercado africano en América, recordemos a los jugadores, Ace, Shaka, Jawson en Peñarol) poco menos que lo tildaron de loco y algún adjetivo más. De esto han pasado casi 30 años (28 exactamente). Además, Cataldi, fue uno de los inventores de la Copa Libertadores de América. Esto es, un dirigente deportivo que hizo valer su condición de tal y prestigió a nuestro país, con estas ideas, de indudable originalidad, cuya proyección, en este mundito del fútbol uruguayo y sudamericano, fue cuestionada, como siempre ocurre, cada vez que alguien, con capacidad e inteligencia, intenta cambiar algo al camino trillado y conocido.
Pero Cataldi, habló y fuerte y se hizo escuchar.
Y hoy, después de tanto tiempo … no pasa nada con Uruguay.
Es que, en definitiva, era y es más sencillo, para los dirigentes cómodos, que todo siga como está, porque, total, - ¡Para que nos vamos a meter en problemas! ¿no?.
Ese es un lamentable axioma que hemos visto y vemos durante años en el fútbol uruguayo y acaso en el de Sudamérica. No innovar. Salvo algún campeonato inventado de poca monta, no hemos visto que el accionar neuronal dirigente americano se active o bien se desarrolle de una manera ágil, moderna, dándole atracción a lo que ya está caduco, a lo que ya fue, a lo que se puede mejorar y que se deja estar así, porque ¿para qué cambiar, si así funciona? Mal, pero funciona.
La introducción es a raíz de comentarios que se han escuchado al pasar sobre “que a Uruguay siempre lo pasan por arriba” en las decisiones políticas sudamericanas.
No es novedad, lamentablemente. Otros opinan que el culpable es el Vicepresidente de la Conmebol, Eugenio Figueredo, porque no defiende como corresponde a su país natal.
¿Y porqué no se le consulta cuando y donde corresponde a Figueredo, a ver qué opina, que dice, que ideas tiene y si es verdad que vamos “al bombo” en la Confederación?
Sería más lógico que decir que no hace nada, sin consultarlo. El mundo de la Conmebol, es muy diferente al que se pueda imaginar alguien de afuera. Eso sí, que no tenemos ninguna fuerza y que tampoco se trata de potenciar la misma, es lo que, lamentablemente sucede.
B rasil y Argentina comandan el grupo de los que ponen y sacan. Pero si los uruguayos, como aquella vez Cataldi, les marcó el camino, proponen cambios, ideas, inquietudes y modificaciones, no vemos el porqué éstas no se puedan aplicar o estudiar o plantear en el organismo americano.
El tema pasa por lo que no pasa. Va de nuevo. No pasa nada.
Entonces, no es que nos “tiren de la cola” en la Confederación, es que no aportamos nada para que sepan que existimos y que los planteamientos hay que hacerlos siempre. Insistir hasta que nos digan algo. Hasta que nos digan que no, por ejemplo, pero que nos contesten.
De nada vale estar con gente valiosa por nuestros pagos, si nadie sugiere, intenta o asume roles protagónicos en la Conmebol.
Somos los primeros que tenemos que decirles que Uruguay existe y que tenemos ideas y queremos que se nos escuche, a como de lugar. Si estamos equivocados, que lo digan, pero si acertamos en la propuesta, como hace tanto tiempo no acontece, que se sepa.
El jugador tiene su cancha. El dirigente la suya. Uno da el espectáculo, el otro lo programa.
Pero hay que proponer cosas, hay que hacerse notar en la Confederación con programas de acción novedosos, para que sean de estudio en los Congresos.
Eso es lo que tiene que hacer Uruguay.
Y no quejarnos si nos tiran al fondo de la bolsa, si nos escuchan bajito, si nos designan jueces que no son de “nuestro agrado”, sin nos fijan canchas a las que sabemos vamos “en picada”, si nos tocan series, en cualquier torneo, casi imposibles de sortear, en definitiva, si estamos invitados, siempre, al asiento “en donde no se ve nada”.
Catadi, con quien mantuvimos extensas conversaciones, nos dijo, en su momento, que el ruido lo tenemos que hacer nosotros y bien fuerte, para que nos escuchen los vecinos gigantes.
De lo contrario, la disfonía uruguaya continuará en carpeta.
Y que sepamos, hablamos, sí, pero bajito. Por lo tanto, si unimos en que no nos quieren escuchar y nosotros murmullamos nada más, no hemos aprendido nada.
El asunto es que, nos anotamos todos para juntar las rosas.
¿ Y cuantos para quitar las espinas?