Escribe JORGE CROSA
Un directo al corazón, un impacto emotivo que no habíamos recibido en nuestro pequeño mundo del boxeo se produjo, la noche del sábado, cuando éste periodista pudo narrar la hazaña de una chiquilina, como Chris Namús, de tan sólo 20 años, consagrándose campeona del mundo de la categoría superligero, de la Women’s International Boxing Association (WIBA).
Porque la descripción que en el momento realizo, no tiene comparación alguna en éste deporte del boxeo. Sí, en el de la pelota vasca, cuando también tuve la suerte de transmitir por Radio Sport, a los notables y formidables César Bernal y Néstor Iroldi, campeones del mundo de Paleta Española, en Uruguay, en Biarritz y San Sebastián. Dos fenómenos incomparables.
Pero ésta actuación de Chris Namús tiene un factor diferente. Es mujer en un deporte netamente masculino. Creyó en ella, en su potencia física y mental, trabajó duramente con varios técnicos hasta encontrar a Ramón Barrero que la hizo entrenarse a tiempo completo y la responsabilidad de darse cuenta lo que estaba en juego.
Creyó en los promotores Sebastián Amaya y Juan María Vanrell, que organizaron la pelea, no para llevarse trescientos mil dólares, sino porque le vieron condiciones para aprovechar el momento, porque la vida es eso, un momento y nada más. Un instante de fortuna, de clase, de categoría. No fue concertada con esa mentalidad.
UNA JUVENTUD DETRÁS …
Y el sufrimiento de Namús, de dejar cosas por el camino en su juventud, aprovechables solamente a los 20 años, pero mucho antes, desde los 13 o 14, es un tiempo que si no se coronaba como lo fue, quizás hubiese sido, no digo perdido, porque no es el término, pero, de repente, dejando de lado temas que la juventud y sólo en la juventud de una adolescente se pueden hacer.
Contra eso también luchó Chris Namús. Amparándose en una soledad de los vestuarios fríos y húmedos, soportando intensas jornadas de carreras al sol, lloviera, con viento o no, superándose en el entrenamiento, recibiendo golpes, cuando, en esa edad, una joven recibe ternura y caricias, Chris los cambió, por ser distinta, por golpes,por directos, por ganchos y cross, por pegarle a la bolsa, por saltar hasta bajar dos y tres kilos en la cuerda, por pegarle a la pera, por subirse una y otra vez, con diferentes rivales, buscando y esperando su momento.
Y ese momento llegó.
EN EL LEGENDARIO PALACIO PEÑAROL …
La noche del Palacio Peñarol, testigo de épicas jornadas de boxeadores uruguayos, recibían por primera vez en la historia a una chiquilina que quería demostrarle al Uruguay y al mundo que se podía, que una mujer uruguaya podía ponerse el cinturón de mejor del mundo.
Algo impensado, muchos años atrás.
Y llegó la noche. Y las banderas uruguayas en manos de chiquitos,de niñas y niños, eso despertó el boxeo de Chris Namús, la pasión en los jóvenes, tan válida hoy, en tiempos terribles de adicciones de todo tipo.
Y los aplausos s se hicieron sentir. Y de los barrios laburantes de este Montevideo, como de todos, surgió el espontáneo grito de ¡Uruguay, nomás!.
Era la noche.
Había que ganar, pero no era ningún decreto. Había que jugarse el alma, porque el corazón ya estaba a mil. Los minutos no pasaban. Eran horas. Y la transpiración en el vestuario, mientras ella escuchaba tan sólo gritos, aumentaban, sin duda , la ansiedad de verse ya arriba y estar en acción.
SI, TENIA QUE SER LA NOCHE …
Las banderas, los himnos, el Presidente de la República, Doctor Tabaré Vázquez, la Ministra del Interior, Daisy Tourné, los grandes de nuestro boxeo, como Dogomar Martínez, la plana mayor de aquellos que supieron calzarse los guantes y ser campeones en todos los terrenos adonde pisaron, como el Tito Montiel, el Coco Peralta, toda la gente del boxeo, la presencia de los técnicos como Roberto Machado, el cuidador a rajatabla de un crack como La Perla Negra Rodriguez, Rafael Sosa Pintos, con su segundo de fierro, como Alberto Isabella, todos, Christian Torres, Richard Vidal, la presencia de paladines en el boxeo como Humberto Schiavone, el aval del Tano Gutiérrez, el “dia a día” de Pedrito Abuchalja, el apoyo incondicional de Paco Casal y la escudería impecable de transmisión de VTV, con Jorge Mesa en dirección y Cacho Mazzoni en producción, todos, junto al Buby Casada, a Nicola Cetraro, del programa presidencial de K.O. a las Drogas, no faltaba nadie para apoyarla, como lo hizo siempre en la preparación la profesora Adriana Miranda y el cuidado del notable amigo, profesional, el Doctor Pedro Larroque y todo eso se siente, viejo, se siente en el lomo de un hombre, ¡como no se va a sentir en el cuerpo de una mujer!.
Pero todo sirvió. Sirvió como aliciente, como un empujón a la gloria.
Pero la gloria no viene sola. Hay que acompañarla con noches de desvelo, con sueños imposibles casi, con esperanzas destruídas en pleno camino. Todo eso le pasó a Chris Namús.
Y superó los obstáculos tal carrera de los Juegos Olímpicos.
Salió de su vestuario con la vista fija en el ring. Lo hablamos con nuestro comentarista y amigo de tantos años del diario El País, Jorge Savia, hoy junto a nosotros en VTV, la actitud de Namús antes del combate. Una seriedad plena, no exenta de nervios y deseos que todo empezara ya.
Y nadie sabía …
Aquellos dioses al que tanto le rogaban en cada combate los milenarios griegos, sólo ellos sabían lo que estaba escrito.
EL GESTO FIERO, LA MIRADA VENCEDORA …
Sonó la campana y estalló el corazón de Chris. Salió desafiante y haciendo lucir un estado físico estupendo. Golpeó en directo con precisión, como si a cada movimiento de los puños las cargara el alma de los padres, consumidos por el sistema nervioso. No la ví pestañear. Observé, eso sí, una mirada fiera ,ganadora , de una reciedumbre acorde al momento que se estaba jugando, nada menos que un campeonato del mundo.
Golpe a golpe, a lo Serrat, la fue destruyendo a la mexicana que se vio sorprendida, porque Hernández no esperó esa salida a mil por segundo de Chris. No la esperó, como tampoco recibió tantos golpes en tan pocos segundos.
Mi voz comenzó a quebrarse y la emoción le ganó al relator, por momentos, porque hay cosas que se sienten , que se intuyen … ví que se podía, que estaba más cerca de lo que pensé en un algún momento.
A los 45 segundos, cuando la mexicana quedó con los guantes puestos en la primera cuerda y de costado, me di cuenta y seguramente Chris también que estaba a segundos de la hazaña.
Y se dio. El juez Basile la protegió en cuenta de ocho. La dejó seguir, pero el destino estaba indicado. Volvió Chris al ataque, franco, leal, terrible para la visita y el argentino, se interpuso para decir, con su gesto, que no iba más. Un minuto y 50 segundos bastaron. Y nos dijeron …
Que Chris Namús era la campeona mundial juvenil de la Wiba. Brazos al cielo …¡celeste!.
Estalló el Palacio Peñarol. El grito de Uruguay se escuchó en toda la República.
Fue la primera vez. Es extraordinario, siempre, esa primera vez, en el deporte, en la vida misma, es maravilloso el impacto emocional.
La alegría es el llanto, la increíble antinomia que otorga la gloria.
Chris Namús, campeona del mundo. Chris Namús de Uruguay, sí, del paisito de Alfredo Zitarrosa, claro, de Los Olimareños, de Pablo Estramín, sí, de los están, de los que se fueron, pero estuvieron, sí, Chris Namús, una gurisa de 20 años, hizo que el mundo del boxeo le prestara atención, una noche de invierno, al sur de América.
Es cierto, en nuestra carrera de periodista, hubo jornadas inolvidables, por cierto y gracias a Dios.
La del sábado 19 de Julio en el mítico Palacio Peñarol, se agrega a la fantástica lista heroica de uruguayos campeones.
Esta vez, de uruguaya campeona.
Chris Namús y la reverencia del deporte uruguayo.
De esta manera se abrió, grandiosa, la puerta de una nueva historia en el boxeo oriental.
Un directo al corazón, un impacto emotivo que no habíamos recibido en nuestro pequeño mundo del boxeo se produjo, la noche del sábado, cuando éste periodista pudo narrar la hazaña de una chiquilina, como Chris Namús, de tan sólo 20 años, consagrándose campeona del mundo de la categoría superligero, de la Women’s International Boxing Association (WIBA).
Porque la descripción que en el momento realizo, no tiene comparación alguna en éste deporte del boxeo. Sí, en el de la pelota vasca, cuando también tuve la suerte de transmitir por Radio Sport, a los notables y formidables César Bernal y Néstor Iroldi, campeones del mundo de Paleta Española, en Uruguay, en Biarritz y San Sebastián. Dos fenómenos incomparables.
Pero ésta actuación de Chris Namús tiene un factor diferente. Es mujer en un deporte netamente masculino. Creyó en ella, en su potencia física y mental, trabajó duramente con varios técnicos hasta encontrar a Ramón Barrero que la hizo entrenarse a tiempo completo y la responsabilidad de darse cuenta lo que estaba en juego.
Creyó en los promotores Sebastián Amaya y Juan María Vanrell, que organizaron la pelea, no para llevarse trescientos mil dólares, sino porque le vieron condiciones para aprovechar el momento, porque la vida es eso, un momento y nada más. Un instante de fortuna, de clase, de categoría. No fue concertada con esa mentalidad.
UNA JUVENTUD DETRÁS …
Y el sufrimiento de Namús, de dejar cosas por el camino en su juventud, aprovechables solamente a los 20 años, pero mucho antes, desde los 13 o 14, es un tiempo que si no se coronaba como lo fue, quizás hubiese sido, no digo perdido, porque no es el término, pero, de repente, dejando de lado temas que la juventud y sólo en la juventud de una adolescente se pueden hacer.
Contra eso también luchó Chris Namús. Amparándose en una soledad de los vestuarios fríos y húmedos, soportando intensas jornadas de carreras al sol, lloviera, con viento o no, superándose en el entrenamiento, recibiendo golpes, cuando, en esa edad, una joven recibe ternura y caricias, Chris los cambió, por ser distinta, por golpes,por directos, por ganchos y cross, por pegarle a la bolsa, por saltar hasta bajar dos y tres kilos en la cuerda, por pegarle a la pera, por subirse una y otra vez, con diferentes rivales, buscando y esperando su momento.
Y ese momento llegó.
EN EL LEGENDARIO PALACIO PEÑAROL …
La noche del Palacio Peñarol, testigo de épicas jornadas de boxeadores uruguayos, recibían por primera vez en la historia a una chiquilina que quería demostrarle al Uruguay y al mundo que se podía, que una mujer uruguaya podía ponerse el cinturón de mejor del mundo.
Algo impensado, muchos años atrás.
Y llegó la noche. Y las banderas uruguayas en manos de chiquitos,de niñas y niños, eso despertó el boxeo de Chris Namús, la pasión en los jóvenes, tan válida hoy, en tiempos terribles de adicciones de todo tipo.
Y los aplausos s se hicieron sentir. Y de los barrios laburantes de este Montevideo, como de todos, surgió el espontáneo grito de ¡Uruguay, nomás!.
Era la noche.
Había que ganar, pero no era ningún decreto. Había que jugarse el alma, porque el corazón ya estaba a mil. Los minutos no pasaban. Eran horas. Y la transpiración en el vestuario, mientras ella escuchaba tan sólo gritos, aumentaban, sin duda , la ansiedad de verse ya arriba y estar en acción.
SI, TENIA QUE SER LA NOCHE …
Las banderas, los himnos, el Presidente de la República, Doctor Tabaré Vázquez, la Ministra del Interior, Daisy Tourné, los grandes de nuestro boxeo, como Dogomar Martínez, la plana mayor de aquellos que supieron calzarse los guantes y ser campeones en todos los terrenos adonde pisaron, como el Tito Montiel, el Coco Peralta, toda la gente del boxeo, la presencia de los técnicos como Roberto Machado, el cuidador a rajatabla de un crack como La Perla Negra Rodriguez, Rafael Sosa Pintos, con su segundo de fierro, como Alberto Isabella, todos, Christian Torres, Richard Vidal, la presencia de paladines en el boxeo como Humberto Schiavone, el aval del Tano Gutiérrez, el “dia a día” de Pedrito Abuchalja, el apoyo incondicional de Paco Casal y la escudería impecable de transmisión de VTV, con Jorge Mesa en dirección y Cacho Mazzoni en producción, todos, junto al Buby Casada, a Nicola Cetraro, del programa presidencial de K.O. a las Drogas, no faltaba nadie para apoyarla, como lo hizo siempre en la preparación la profesora Adriana Miranda y el cuidado del notable amigo, profesional, el Doctor Pedro Larroque y todo eso se siente, viejo, se siente en el lomo de un hombre, ¡como no se va a sentir en el cuerpo de una mujer!.
Pero todo sirvió. Sirvió como aliciente, como un empujón a la gloria.
Pero la gloria no viene sola. Hay que acompañarla con noches de desvelo, con sueños imposibles casi, con esperanzas destruídas en pleno camino. Todo eso le pasó a Chris Namús.
Y superó los obstáculos tal carrera de los Juegos Olímpicos.
Salió de su vestuario con la vista fija en el ring. Lo hablamos con nuestro comentarista y amigo de tantos años del diario El País, Jorge Savia, hoy junto a nosotros en VTV, la actitud de Namús antes del combate. Una seriedad plena, no exenta de nervios y deseos que todo empezara ya.
Y nadie sabía …
Aquellos dioses al que tanto le rogaban en cada combate los milenarios griegos, sólo ellos sabían lo que estaba escrito.
EL GESTO FIERO, LA MIRADA VENCEDORA …
Sonó la campana y estalló el corazón de Chris. Salió desafiante y haciendo lucir un estado físico estupendo. Golpeó en directo con precisión, como si a cada movimiento de los puños las cargara el alma de los padres, consumidos por el sistema nervioso. No la ví pestañear. Observé, eso sí, una mirada fiera ,ganadora , de una reciedumbre acorde al momento que se estaba jugando, nada menos que un campeonato del mundo.
Golpe a golpe, a lo Serrat, la fue destruyendo a la mexicana que se vio sorprendida, porque Hernández no esperó esa salida a mil por segundo de Chris. No la esperó, como tampoco recibió tantos golpes en tan pocos segundos.
Mi voz comenzó a quebrarse y la emoción le ganó al relator, por momentos, porque hay cosas que se sienten , que se intuyen … ví que se podía, que estaba más cerca de lo que pensé en un algún momento.
A los 45 segundos, cuando la mexicana quedó con los guantes puestos en la primera cuerda y de costado, me di cuenta y seguramente Chris también que estaba a segundos de la hazaña.
Y se dio. El juez Basile la protegió en cuenta de ocho. La dejó seguir, pero el destino estaba indicado. Volvió Chris al ataque, franco, leal, terrible para la visita y el argentino, se interpuso para decir, con su gesto, que no iba más. Un minuto y 50 segundos bastaron. Y nos dijeron …
Que Chris Namús era la campeona mundial juvenil de la Wiba. Brazos al cielo …¡celeste!.
Estalló el Palacio Peñarol. El grito de Uruguay se escuchó en toda la República.
Fue la primera vez. Es extraordinario, siempre, esa primera vez, en el deporte, en la vida misma, es maravilloso el impacto emocional.
La alegría es el llanto, la increíble antinomia que otorga la gloria.
Chris Namús, campeona del mundo. Chris Namús de Uruguay, sí, del paisito de Alfredo Zitarrosa, claro, de Los Olimareños, de Pablo Estramín, sí, de los están, de los que se fueron, pero estuvieron, sí, Chris Namús, una gurisa de 20 años, hizo que el mundo del boxeo le prestara atención, una noche de invierno, al sur de América.
Es cierto, en nuestra carrera de periodista, hubo jornadas inolvidables, por cierto y gracias a Dios.
La del sábado 19 de Julio en el mítico Palacio Peñarol, se agrega a la fantástica lista heroica de uruguayos campeones.
Esta vez, de uruguaya campeona.
Chris Namús y la reverencia del deporte uruguayo.
De esta manera se abrió, grandiosa, la puerta de una nueva historia en el boxeo oriental.