Escribe JORGE CROSA
La ética periodística – bienamada y escasamente usada - no me permite opinar seriamente de la derrota del uruguayo Christian Faccio ante el japonés Hozumi Hasewaga, en la casa del campeón, Japón.
El hecho de ver sólo un round ( el segundo ) y por Internet, no alcanza, periodísticamente, para desarrollar o esbozar, siquiera, algún tipo de comentario u opinión.
Lo que observé fue la acción sostenida del ganador, un cross de izquierda, que bajó a Faccio, luego un recto, también zurdo que dio de lleno en el rostro del uruguayo, luego una serie de golpes, la caída, nuevamente del salteño y el juez que, con sus brazos, vino anunciando que el combate se terminaba ahí mismo, a los 2.18 de la segunda vuelta.
Esto es lo que se vio por Internet. Por la seriedad con la que se debe encarar esta tarea, no me parece apropiado, emitir juicio sobre lo visto, más allá de observar los desplazamientos de los boxeadores, la actitud y poco más.
Por consiguiente a lo que sí me voy a referir es al esfuerzo individual de un empresario, que conozco a través de las veladas del Palacio Peñarol y del Conrad, con la organización de Vanrell y Amaya, que es Sergio Márquez.
Este emprendedor uruguayo, tiene montado un gimnasio con todo lo necesario para la preparación de los boxeadores, me lo contó y tengo prometida la visita y realizó este descomunal – vistas las economías sudamericanas – esfuerzo para presentar a Christian Faccio a pelear por un título del mundo.
Como no lo ganó, el común denominador de la gente, ya no le importa todo el trabajo que se hizo. El exitismo corre siempre en contra de la gestión y la pasión puesta por el boxeador, por su técnico, Roberto Machado, de reconocida trayectoria, con pasajes muy buenos en su labor y todos quienes allá estuvieron brindándose para conseguir algo que ni remotamente pensamos que se podía siquiera hacer. Esto es, lograr que un uruguayo combatiera por un título mundial, que se viajara con una anticipación como corresponde, como si viviéramos “en el mejor de los mundos”, se alojaran en un hotel de primerísima categoría, en fin, todo lo que corresponde a una época que, para nosotros, “ya había pasado”, como que era imposible siquiera intentarlo.
Pero el tesón de Márquez, la seriedad en el entrenamiento y el deseo de Faccio, la conducción de Machado,hicieron que los uruguayos disfrutáramos de la emoción de un combate, ciertamente inesperado con resultado negativo para la “excursión de la ilusión”.
No importa, muchachos deportistas que hicieron la travesía, le escribo al protagonista principal que es Christian Faccio, a su segundo Roberto Machado, al empresario Sergio Márquez y a todos quienes apoyaron la cruzada celeste al Japón.
Ha sido ésta una demostración de afecto, de cariño por el deporte que se quiere y por la voluntad – todo se puede cuando se quiere – de muy poquita gente del interior de nuestro país, pero que se empeñaron en ponernos, a los uruguayos, una vez más, como figuras en el mundo del boxeo, como hacía muchísimos años no acontecía.
Desde la época de los “cracks”, que todos conocemos, pocas han sido las veces que se han realizado este tipo de acciones internacionales. Y menos en este deporte.
De allí nuestro comentario de apoyo entusiasmado para que se continúe en este camino de asistencia al boxeo uruguayo, sin pedir prestado, bancando acaso, personalmente o quizás en otro momento con empresas que crean firmemente en lo que se está haciendo, por encima del resultado, como lo hacen con otros deportes.
Eso es lo que pretendo o lo que se necesita. Creer en nosotros. Porque si no intentamos, si no buscamos el camino, jamás lo encontraremos.
Los costos son elevados, claro está. Pero deben saber que, a pesar del resultado de la pelea, estamos valorando el “ponerle el pecho al desafío ”, sin importar si ganamos por puntos, por nocaut o se pierde, como en esta oportunidad.
El trabajo estuvo hecho como corresponde.
Es de orden, a fuer de sincero y como se debe, felicitar la iniciativa de Márquez y toda su gente, como la valentía de Faccio, el asesoramiento técnico de Roberto Machado, la gente que colaboró en Salto, en Paysandú, desde todos lados donde se solicitó colaboración para este viaje increíble, inesperado, pero pleno de promesas hacia un futuro venturoso del boxeo uruguayo.
Vale sobremanera la valentía del intento.
Así se hacen las cosas. Estén seguros de nuestro incondicional respaldo periodístico a éste tipo de inquietudes que dejan en altísimo nivel a los empresarios uruguayos – en particular a Sergio Márquez y toda su infraestructura – y a los deportistas uruguayos, boxeadores y gente que cree en que se puede hacer algo más que el quietismo, el dejar pasar, el “que le vamos a hacer …” típicas frases que se han escuchado durante tanto tiempo, que, por ahí, los uruguayos se habían acostumbrado y creían que “era así nomás”.
Este ejemplo de valoración por las cosas nuestras, derriba toda inacción conocida durante tantos años en nuestro Uruguay.
Le han ganado por KO al “ y … que le vamos a hacer”.
Que así conste. Adelante siempre.