Escribe JORGE CROSA
Cuando uno pide ayuda , es porque la necesita. La AUF necesitó la ayuda de la Policía, sus técnicos, el propio Ministerio, incluso hasta gente muy vinculada al Gobierno se preocupó por el tema de la violencia.
Y está muy bien que eso haya pasado. Esto es: pedir colaboración.
Ahora que los organismos rectores de la disciplina dijeron que por un alambre o por lo que fuera la cancha de Danubio no ofrecía las garantías necesarias para un juego de las características de Peñarol y el local, teniendo en cuenta, no sólo los antecedentes de Jardines, sino de todo el entorno en el que vive y mal el fútbol local, hay declaraciones en contrario.
Tenemos una muy buena relación con Arturo del Campo y la tuve mucho más con su padre, esa gran persona que fue el Ingeniero Héctor Del Campo. Pues bien, el Presidente mando a trabajar para que el escenario estuviera acorde con lo solicitado.
No fue suficiente. Dice y le creo, hasta el cansancio, que está todo bien, que no puede ser que por un tema de alambrado, fácilmente solucionable, se interrumpa todo.
Lo comprendo. Lo conozco inteligente y capaz. Del Campo debe saber qué no es sólo eso que está en juego. Otras declaraciones están en contra de la medida. Parece que había gente que sabía que si esto pasaba “a manos de la policía” se iba a terminar de esta manera.
Bien. Cada cual tiene su opinión y la respetamos. Pero no la compartimos en lo más mínimo.
Si yo pido ayuda y me la ofrecen, debo dar las gracias y nada más.
De eso se trata. El presidente de Danubio tiene su razón, pero las fuerzas policiales, tienen las suyas y la trasladaron al Comité Ejecutivo.
Se tomó la dura medida de detener el fútbol. Así no se puede seguir. Pero no es por el alambrecito de Jardines, eso lo tienen que entender, porque los dirigentes del fútbol no son tontos ni recién empiezan en esto.
Es por todo. Porque se terminó. Porque no vale la pena arriesgar la vida de la gente para ir a ver un partido. Porque ya pasó. Porque ya hubo muertos y puede seguir el camino hacia los cementerios.
No es para escribir un melodrama, ni está en mi espíritu el hacerlo. Pero lo que debe quedar bien establecido es que hay que respetar lo que uno pidió.
Porque las familias de los muertos, siguen velando a los suyos, por el simple hecho de ir al fútbol.
Pregúntenele a la familia de Da Cunha, a ver si me equivoco.
Momento crítico, es cierto, pero con el facilismo de algunos, no del Presidente de Danubio, por supuesto, que hizo todo lo posible por presentar su escenario tal cual se lo pidieron, pero faltó algo. Y eso algo dio motivo, a todo esto que hoy sucedió.
Del Campo, Danubio y Jardines, no tienen nada que ver. Ellos cumplieron, pero para la seguridad solicitada en los escritorios y revisadas minuciosamente las partes del escenario, establecieron que no era suficiente.
Después viene lo otro. Que la ventaja deportiva, que hay que jugar a la misma hora, que fulano no quiere porque esto, aquello y lo otro.
La “clásica”, lamentablemente de nosotros. Desconfiamos de nuestra propia sombra. Y no estamos tan errados, porque ya murió gente por ir a ver un partido de fútbol.
Basta. Y cuando se dice basta, hay que soportar todo lo que viene atrás.
Costó firmar el “SE TERMINO”, pero, en el orden personal, respeto y convalido la acción protectora de la vida humana.
Habrá gente que dirá que es un disparate. Deberían preguntarle qué opinan los familiares de quienes fueron al fútbol y no volvieron jamás.
Todo puede decirse. El uruguayo, somos así, (no me excluyo, por supuesto) somos contrarios a las medidas extremas. Pero tampoco hacemos nada para que éstas no se apliquen.
No es Danubio, no es Del Campo que mandó a hacer todo lo que consideró necesario para que se jugara. El sistema de seguridad encontró fallas. Ininmputables a la buena voluntad y trabajo de la gente danubiana.
Esto dejó ya de ser por plata. Cambió la carátula el expediente.
Es por la vida o por la muerte de la gente.
Los potenciales asesinos del fútbol se han quedado sin los escenarios para la agresión, el patoterismo, la violencia, la locura y la muerte.
El fútbol pidió ayuda. Y el Dr. Corbo tuvo que firmar el documento del “Se terminó”.
Hay que agradecerles, en lugar de criticarles.
Si después de toda ésta situación, retorna el juego y se producen los mismos hechos, no será porque no se hizo todo lo posible para evitarlos y saber, a modo de lamento, que cierta parte de una minoría está realmente enferma y no se va a curar jamás.
Lo que firmó Corbo, es, no sólo trascedente, sino ejemplar.
Firmó el respeto a la vida.
El derecho a vivir.
El fútbol no es socio de la muerte.