ESCRIBE JORGE CROSA
Con tal que venda(¿) diga cualquier pavada .
Esta, parecería ser, la consigna de algunos medios, entiéndase diarios, revistas, radios o televisión, en que las órdenes “secretas” son “meta escándalo, total, después arreglamos …¿o no?.
Acá lo que “vende” es el lío, la” pelea”, cualquiera, no importa, inventemos una. No alcanza con los programas, tal parece, ingeniosos y graciosos, que van pecho al frente riéndose de los errores de los otros, no, se quedaron atrás, hay que mostrar mucho más de repente … todo con el afán “sano” de tener “puntaje a rabiar”, de ésos que rompen todo.
Se podrían desnudar en cámara, o bien “practicar” sexo sin llegar a tanto, eh … no es mala idea, si de ojos traviesos se trata, chicas del tipo “ y el laburo lo preciso ¿vio?”, ¿por qué no? Eso “vende”.
Ahora bien, si hablamos de televisión, de espectáculo, de algo “que valga la pena ver”, de leer, de escuchar, ¿qué hay que hacer?.
Por ejemplo en televisión, pagar, si puede un cable y si emboca por ahí se encuentra con algo interesante. Tampoco le pida mucha cultura al asunto, porque no la hay.
Con referencia al deporte, que es cosa nuestra, que lo queremos de niños nomás, … ‘ta brava la cosa.
Resulta que la ausencia de criterio es tan alarmante, tan feroz el clima, nada que ver con el periodismo que se observa, por ejemplo, en televisión, que es fatalmente increíble que ese tipo de espacios permanezcan en acción.
Peleas insólitas, frases inventadas, un “idioma” singular que no tiene nada que ver con el castellano, ni con el español, ni con el lunfardo, ni con nada. Un idioma sumamente particular que cada uno lo trata a su manera.
No se entiende. No se comprende.
Pero, según los genios de los rankings …”esa grosería” vende. Tiene gancho.
Lo que no tiene es educación, ni criterio, ni respeto por el televidente. Hay mayor cuidado en la prensa escrita. No así en la radio y mucho menos en las revistas o lo que se publica tamaño revista.
Y que quede claro, bien claro, que yo no soy ningún santo, ni presbítero, ni me asustan, como decíamos algún tiempo atrás, los “bultos que se menean”, ni las malas, ni las regulares, ni las más ordinarias palabras que escuchamos jornada a jornada.
Pero, si con ese sistema ordinario se resolvieron los problemas, pues, entonces, que sigan así. Repito, si es la única forma que el receptor entienda qué es lo que está pasando, pues entonces, adelante, sigan echándole basura a la basura, ya que parecería que el olor no les desagrada a ninguno de esos participantes.
No hay acusación alguna a nadie en particular. No vale la pena. ¿ Para qué? Enseguida viene la citación, juzgado, fotos, notas, que, en definitiva, eso es lo que buscan. No. Definitivamente no.
Que tengan mucha suerte. Uno lo lamenta por la gente que está, como uno, por ejemplo, del otro lado de la pantalla o escuchando la radio o “vichando una revistita” …
Este tipo de periodismo, bueno, esto que llaman periodismo, que no lo es, no ayuda en nada a la cultura y a la educación popular.
Los veteranos ya los conocen. Los jóvenes, algunos, no la mayoría felizmente, saben que no es así y se sonríen de tanta imbecilidad junta. Hay otros que pueden pensar que lo que están viendo o escuchando es la “ verdad de la milanesa”.
Una lástima que se haya caído en esto.
Después no se le puede pedir a la gente que se comporte ordenadamente en un espectáculo. Va en contrario, justamente de lo que mucha gente de corbata, preconiza cada vez que le toca el turno de emitir su juicio.
Es de una gran ordinariez lo que se ve y se escucha. Incluso, ¿por qué no? Nos “ponemos el sayo”, ya que alguna vez incurrimos en esos masivos errores de embrutecimiento y estupidez unidas, cuya suma, es, naturalmente, un producto nefasto para el público que no tiene la culpa de ver lo que le muestran y escuchar lo que le dicen.
El bajón periodístico, hay que decirlo ahora, quizás mucho antes se tuvo que hacerlo, es tristemente preocupante.
Y lo que es peor: no tiene solución.
Y le explico el por qué : los culpables creen que saben. El “yoísmo” ejecuta, se hace dueño y señor. Que pobreza, que ausencia de talento.
Y la soberbia más el egolatrismo destruyen al verdadero periodista, al hombre que debe informar con criterio, con elegancia, con estudio y categoría superlativa.
Ese periodista, dentro de éste ambiente deportivo, lamentablemente es una especie en extinción.
Lo lamentamos.
Lo lamento.