Escribe JORGE CROSA
Jamás nuestro fútbol dio el golpe justo para el cambio. Nunca. Siempre anduvimos en esa “calesita del vamos a ver …” y no se aplicó en ningún momento.
Estoy hablando de cambios en serio, de ésos que, económicamente, establezcan la gran diferencia con lo que nos pasó siempre.
Cambio en serio no es el de un sistema de calendario. De ninguna manera. Cambio total es, jugar con ocho o diez equipos en la Primera División Profesional. Vieja idea de los que pensaban y bien para darle mayor potencialidad y viabilidad económica y de todo tipo a éste deporte.
Eso es cambiar. Lo demás, para nosotros, seguirán siendo remiendos, como para “irla llevando” y nada más.
Eso sí. Hay que animarse. Hay que estudiar con todo el sistema, desprenderse de ese “caleidoscopio querido” del que todos hablan, pero en el momento de contribuir al club, pocos asisten a la caja. Si no quedó claro: hay clubes que “por los colores queridos” no pueden más. Y ellos lo saben, pero igual, por aquello de la historia, de aquellos jugadores, de aquel cuadro, se mantienen con el pasado, perjudicando el presente, matando el futuro.
Sé que es una decisión difícil, dura, exigente y altamente conflictiva.
Pero es la única manera de sanear, de poder planificar otros torneos, otras categorías, otro movimiento que permita una distribución equitativa y se ajuste a los tiempos de hoy.
No es lógico tener casi los mismos equipos en la Primera División Profesional que Argentina y Brasil. Es ridículo. Siempre lo fue, pero el paso del tiempo hace que la diferencia se haga cada temporada mayor y las economías, más allá de la clase de nuestros valores que es muy buena, se vean sofocadas y absolutamente liquidadas.
Conocemos el cariño de la gente por los “colores queridos”, frase tan usada como inútil, porque muy pocos hacen algo por esa expresión y todo se viene abajo. Una y otra vez.
Cuando se habló de fusión, a algunos los trataron de locos y fusiones hubo.
Entonces, es momento de hablar de estructuras totalmente diferentes a las que tenemos.
El tema es que nadie se anima. Ninguno quiere estar abajo, nadie se considera menos que el otro.
Entonces, lo que se debe hacer es un estudio de viabilidad, de renta, de factor inversión- resultado y tomar las decisiones correspondientes.
Seguramente, como somos los uruguayos, “ninguno querrá bajarse del caballo”.
Pero el caballo no da más. Todo cambió y no podemos dar la espalda y mirar hacia otro lado, cuando la crisis llegó a la casa.
Es sabido que “todo cambio provoca rechazo”, pero peor es morir sin intentar un cambio.
Ahora que estamos en tiempo de “dar la vuelta la pisada”, hagámoslo con acierto.
No se trata aquí de la Libertadores, de los torneos, de las continuas discrepancias entre la Mutual y la AUF, que siempre las habrá en procura de mejorar el diálogo y el sostenimiento de la entidad de los protagonistas.
No aquí de lo que se trata es de cambiar, para bien y de verdad, el sistema integral del fútbol nacional. No de esperar a ver como nos va en los campeonatos internacionales o de los calendarios, o de las licencias.
Es cambiar, señores del fútbol, lo que la realidad nos está indicando y no queremos entender.
Así no va más. Es mucho más importante nuestro apunte que el simple hecho de cómo van a jugar, si de tarde o de noche.
Aquí hay dos organismos que lo pueden hacer: la Mutual y la AUF.
83 personas viendo un partido de la Primera División Profesional es una prueba irrefutable.
Ya que no van ni siquiera aquellos, lo de los “queridos colores”.
Duele, sí, pero es la verdad.