A los uruguayos siempre se nos mezclan los tantos. Felices del todo por el fútbol apasionante que estamos viendo los fines de semana, no podemos estar. Siempre suceden cosas y casos raros “camino al foro”.
Escribe JORGE CROSA
En el secundario recuerdo aquellos trabajosos estudios que nos imponía el Profe de Literatura y uno de ellos, era la obra del escritor alemán Friedrich Schiler: Oda a la alegría. Lejos estamos de aquellos años, pero recordamos sí, que Beethoven se inspiró en esa obra para crear su Novena Sinfonía, pieza musical que es origen del Himno Europeo y la Unión Europea.
Como verá nos separamos, brevemente, del tema de la pelota, porque, ciertamente los hechos de todo tipo, tamaño y color de desconciertos , de hechos insólitos, que es común escuchar, “solo nos pasa a nosotros”, bien podríamos vincularlos a una “Oda a la desestabilización”.
Henos aquí en un final apasionante del fútbol local, con tres equipos de características disímiles como River Plate y su juego elegante, Nacional y su apuesta doble que se traduce en cansancio y Peñarol que viene de abajo como tromba, corrigiendo sus antiguos yerros y metiéndose con fuerza y convicción en la conversación. Hasta aquí, todo notable porque nos esperan momentos de enorme emoción para la definición del Torneo Clausura, el clásico, quien se perfila como campeón, quienes tendrán que regresar a los sábados, en fin, un desarrollo bien deportivo, como tiene que ser e incluso, felizmente, sin hechos de violencia que destacar. Eso vale muchísimo en estos tiempos. Si miramos la vereda de enfrente ( 250 detenidos en Boca – River), nos damos cuenta.
Pero siempre hay algo así como “proyectos de desestabilización”, que desvían la atención deportiva del uruguayo. Acaso suceda en el mundo y no lo sepamos, pero son tan coincidentes las situaciones que llaman la atención y desubican a la gente que le gusta el fútbol y al ciudadano común que, en definitiva, lo que busca en el deporte, es simplemente expansión espiritual, despojarse de la carga laboral de la semana, pasarla bien y ver un partido de fútbol tal cual es.
Pero no. Aparecen casos que por harto conocidos, publicitados a como de lugar, no vamos a mencionar, en conocimiento del respeto que es menester tener en delicadas situaciones, que no se sabe muy bien hacia donde van dirigidas o qué destino tienen.
A los uruguayos nos pasan esas cosas. Acaso a otras sociedades también, por supuesto, pero hete aquí, que, cuando más tendríamos que estar agradecidos por el fútbol que se nos está ofreciendo cada fin de semana, surgen noticias del medio, dentro del contexto de la citada “Oda a la desestabilización”. Esto es, una ruptura de la estabilidad futbolística, por hechos colindantes con ella, pero que no tienen que ver con el mundo del pase, de la moña, de la gambeta, de los botijas de River, con la fuerza arremetedora de Peñarol y esos goles gritados desde el alma frente a Progreso, de la fuerza increíble de Defensor, regresando a ser el “Don” de la anterior sesión de la Libertadores y del desguace de un Nacional, cambiado de apuro, agotado y que recibió un duro golpe que nació en el norte, mismo en Tacuarembó.
Sucede que siempre tiene que pasar algo “camino al foro”. Felices del todo no podemos ser, aparentemente los uruguayos. Las irónicas frases arriban a cuento justamente ahora. Si andás bien “algo mal habrás hecho”. Pero “mire éste cómo está ahora, si vivía aquí nomás a la mitad de la cuadra”. “En algo andará metido”. Y el hombre le puso cabecita nomás , por ahí, a una idea y le salió bien de bien y a otra cosa. Como el lugar común establece: “Pasó al frente”. Pero ese golpe de laburo y suerte, está mal visto. Felizmente, por pocos.
En nuestro país, el éxito está penado. En otros, acaso, también, pero no lo percibimos tanto como a cierta gente de estos pagos. Poquitos y nos conocemos. Siempre será así. Es nuestra manera de ser. Idiosincrasia, que le dicen.
De allí que haya parido en el texto de hoy esta “Oda a la desestabilización”, que la olfateamos desde siempre pero que se hace presente, como para recordarnos que sonreír podemos, pero no mucho. No sea cosa que lo vean alegre al deporte o al mismo fútbol uruguayo, que desde hace muchísimo tiempo anda luchando para mejorar, para brindar mejores espectáculos, para clasificarnos sin la calculadora a los mundiales y para superar el nivel de nuestros equipos con técnicos jóvenes y con ideas acordes con los tiempos de un fútbol diferente al que veníamos viendo.
En fin, igualmente, el fútbol de este fin de semana fue gratísimo, apasionante y nos esperan finales de maravilla.
A pesar de esta “Oda a la desestabilización” que se nos vino encima, mezclada con el molesto humo de la Argentina.