Escribe JORGE CROSA
Ahora hablan de soborno. De corrupción. Justo en las finales de las eliminatorias sudamericanas. Esto dicho así, al barrer, implica acusaciones a quien le toque. A los jugadores, a los dirigentes, a los técnicos, al mundo del fútbol, para hacerlo más redondito.
Y es una alternativa. Una propuesta indecente de las que tantas hemos conocido y nuestros lectores también habrán escuchado.
No es ninguna novedad. Como tampoco una verdad, porque no se puede comprobar. Eso sí, se ensucia a todo el mundo de la pelota, igual que en la vida, en la política, ni hablemos. Es así. Es que cuando llegan los momentos trascendentes, a falta de pruebas, se da por hecho un arreglo y se enchastra bien la cancha.
Entran todos en el juego. El fútbol ya no es una novedad que existen proposiciones de todo tipo. ¿ Y en la política, no?
Es la vida, mi amigo. Cuando les conviene dicen lo que quieren y mucha gente les cree y otros no. Así son las cosas. Hay quienes ven siempre el lado malo del asunto y otros no. Decir que no existen hechos fraudulentos es desconocer que han sucedido y los autores han relatado las acciones delictivas.
Porque, de lo que se habla, es de delincuencia y no de otra cosa. Pero no tomen al fútbol, hoy, como testigo de cargo. Porque se juegan puestos de importancia a nivel continental, como ir o no a un mundial. Que fulano pone 200.000 dólares, que sultano 150.000, para que “vayan al bombo”. (popular frase del turf cuando no se demuestra intención de victoria).
Santos no hay. Lo sabemos. Pero, así, “como quien no quiere la cosa” acusar a todos, por si acaso, por la primicia, por si existió una conversación sobre el tema, para alertar a la gente, por ejemplo, “nosotros lo dijimos primero” y esas imbecilidades, nos parece una eso, justamente, una imbecilidad.
El que viva “con los pajaritos de colores y el cuento de la Cenicienta” tampoco está en la lista.
El que sospeche de todo y de todos, tampoco. Hacerse el detective, como unos cuantos, no existe.
La trampa, mi amigo, tanto usted, como yo, sabemos que existe. Ahora, vaya, acuse, compruebe y reciba el diploma de Doctor Honoris Causa, por su virtud, mérito y estudio probatorio de lo que se trató, en este caso, el soborno.
Eso sí, no es “al barrer” que se acusa a muchísima gente, porque se le falta el respeto y no todos son corruptos, mi amigo. Felizmente, hay gente honrada en todo ambiente y lo demuestra.
Entonces, en éste otro caso de supuesto soborno para el arreglo de un partido de fútbol, dése por enterado y cambie de canal.
De lo contrario verá una serial vieja o una con libreto conocido o un invento para atrapar ingenuos escuchas, televidentes o lectores.
No repartan basura.
El camión ya pasó.